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Decir que todo el mundo se puede levantar de la cama es una frivolidad más propia de una quinceañera, lectora empedernida del Pronto, que de un psicólogo, por muy de oficio que este fuera. Desmontar su teoría, de articulillo de fondo de guía televisiva, hubiera sido tan sencillo, como hablar de la cama de Onetti, de los suicidios de los delfines, o de los irreverentes tumbaos de Landero. Sin embargo prefería adecuarme al peso supermosca de mi sparring ,y ya en su categoría, argumentar como, si Gulliver hubiera caído en un Liliput más liliputiense no hubiera visto las lianas que le sujetaban a la cama; como, si para todo el mundo es tan importante el hecho de levantarse, esto no estuviera recogido en ninguna constitución, decreto, o estatuto de ninguna secta, por más pintoresca que esta fuera; como, si la cama es tan mala la gente duerme más en vacaciones...
Sacudía la cabeza y me reconducía a su terreno igual de farragoso y con muchos menos delfines y liliputienses. Reconocía vocalizando lentamente casi deletreando q-u-e s-i, q-u-e t-a-l v-e-z t-o-d-o e-l m-u-n-d-o n-o p-u-d-i-e-r-a l-e-v-a-n-t-a-r-s-e d-e l-a c-a-m-a y mientras lo hacía pensaba en como en la facultad le enseñaron que a veces es mejor ceder a los argumentos de los pacientes, y justificaba así su primera derrota y una sonrisa imperceptible acudía inconsciente a la comisura de sus labios. Yo tengo el poder retumbaba en su cabeza.
Ahora le preocupaban mis motivos, pero no me pedía motivos, me pedía coartadas y cuartadas las necesitan los culpables y motivos yo no tengo. Motivos se necesitan para la acción, pero para quedarse tumbado no se necesitan motivos. Sí que conozco la frase pecar por omisión. Con lo del precipicio al lado de la cama y una bella mujer a punto de caer se superó a si mismo, pensé que pasaba demasiado tiempo conmigo. ¿qué que haría? No sé, depende...., pues de la edad de la mujer, y de si la conozco, y de cuanto pesa. Podría arrástrame abajo del tenebroso acantilado que acaba de fabricar entre la cama y la mesilla. Un hombre que quiere morir no se pasa todo el día en la cama. Como yo quiera, pues entonces, guapa, joven, inteligente, buena y que le guste dormir. Así, si me decido a salvarla, pues que me haga compañía ¿no le parece? ¿Tengo cuerdas, poleas...? Como quiere que me tome en serio un acantilado entre la cama y la mesilla. Si al menos tuviera algún detalle como un bonsái de higuera en uno de los entrantes que hacen esas rocas más oscuras, y los restos de un pequeño puente de cuerda al fondo, tal vez. Pero su acantilado soso y sospechosamente oportuno, no me termina de inspirar.
Y para terminar la sesión un repaso minucioso del último día que me levanté, me gustaría contarle otros días, pero hay que hurgar en la fractura hasta el hastío. Yo le hablo del Binaca triple acción, de la fotocopiadora que ese día se quedo sin toner, con todas sus connotaciones de cataclismo fálico, de las cañas con su “la vida esta más cara con el puñetero Euro”, de la carta nuestra de cada día del BBVA y de una invitación para una charla sobre la enciclopedia definitiva en la que simplemente por asistir te regalan un paraguas plegable que no tiene mala pinta, de Jenny la gueparda de las siesta y de sus dos crías, Tom y Elian (sólo sobrevive Elian, a Tom le atropella un camión de mudanzas), de la tarde que se alarga como un chicle de melón y que bien olían esos chicles, del estruendo del microondas cuando se cocina para uno solo, del despertador con su AM-PM diseñado para que nunca aciertes, del cansancio y el sueño.
¿Antes de dormirme? Pues nada, como siempre acudieron mis fantasmas, algo anémicos últimamente, algún problemilla de salud –ese bultito del cuello-, o algo del trabajo suele valer también, cuanto más cobarde te vuelves más pequeñitos y mezquinos son tus fantasmas. Ahora ya no vienen, saben que es perder el tiempo.
Ya es la hora, pues se me ha pasado volando. Muy bien, así que voy progresando. Estas cosas hay que tomarlas con calma y patatin y patatan y claro que este refuerzo en la despedida me ayuda y estoy ansioso porque venga usted mañana. Y claro que todo el mundo se puede levantar de la cama, pero por si acaso recuerde que esta es de 90 y sólo cabe una persona.

Texto agregado el 14-10-2004, y leído por 676 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
06-07-2006 Siempre me gusta pasarme por aquí Aniuxa
09-01-2006 Como yo quiera, pues entonces, guapa, joven, inteligente, buena y que le guste dormir. je je je Aniuxa
24-05-2005 "Si al menos tuviera algún detalle como un bonsái de higuera". Sí, sería más creíble. Ay! con los psicólogos... Estrellas. Calamitatum
18-03-2005 Hay muchos elementos en este cuento que me gustan, primero toda la imagen del Gulliver; los guiones; luego toda la descripcion de las cotidaneidades apremiantes, y para terminar... esa manera de retratar la soledad. Cuando alguien retrata algo así, sabés que ya no me siento tan sola. Pues no me queda mas que estrellarte y aplaudirte! Aniuxa
 
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