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Me puse el vestido de fiesta, mirándome al espejo. Los ojos, como dos pequeños hilos brillosos, retornaban a mí satisfechos de felicidad. Cumplía 15, y en casa todos estaban alborotados, como cortando el aire que sujetaba mi encanto, de un lado para el otro. Me quedé observando despacio; el pelo recogido iluminando mi rostro, apenas maquillado; este cuerpo, que aún transitaba la odisea de crecer; mis labios con los primeros tonos de labial; junto al vestido marfil, de inmensa falda, cayendo sobre mis piernas, que terminaban en tacones altos. Ni el timbre, ni el teléfono, dejaba de punzar mi mente, alejada de toda clase de preparativos. Sólo deseaba retener esta imagen para siempre, como un sueño de niños plasmado sobre la realidad, que se extendía en un coro de ángeles, lejano. Seguí arreglando unos mechones, cuando mi mano se extendió más allá de los límites, pudiendo traspasar el espejo. Pensé que soñaba, mientras mi otro brazo, lograba atravesarlo nuevamente. Miré a mí alrededor, pero nadie me aclaraba lo sucedido. Entonces, envestí con el resto de mi cuerpo hacia sus profundidades. Una catarata de hollín, cubrió mi sombra festiva, a la vez que el laberinto me enredaba entre los senderos. Corrí sobre piedras aceitosas, hasta dislocar mis tacos recién puestos, junto a un río de lava rojo punzante, que descendía sigilosamente desde las paredes, para transformarse en una lengua agitada, que se iba desenrrollando sobre el piso. Tuve miedo de ser arrastrada, mientras mis gritos rebotaban en un eco indescifrable de risas, que se multiplicaban en filas paralelas. En el fondo, el túnel se estrechaba con los colores de un calidoscopio, que murmuraba una canción, en infinitas formas y tonos. Titubeé unos instantes antes de cruzarlo, pero apremiada por la curiosidad, me lancé en un salto estrepitoso. Unos brazos varoniles aferraron mi cintura, tiernamente; a la par que otra voz calma y distendida, me volvía a preguntar: -“¿Alicia Sánchez, desea por esposo al señor Esteban Arias?”.

Ana.

Texto agregado el 18-10-2002, y leído por 631 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-10-2002 que vértigo, qué velocidad la adolescencia, mis cumplidos Ana marxxiana
 
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