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El trabajo en la empresa había ocupado toda mi vida; me mantenía vital, necesario; rodeado de empleados jóvenes a mí disposición. Vivía en un chalet grande, de extenso follaje que invadía las ventanas; con varios coches en uso, y dos hijos casados, trabajando en el extranjero. Me iba bien, salvo la muerte de mi esposa hace unos años, que me hacía sentir demasiado solo. Tomé la decisión de hacerme un regalo, ya que mañana sería mí cumpleaños 67, mandando un mail a los avisos del diario local.
A la mañana siguiente, el murmullo exterior, interrumpió mi sueño. Una fila incalculable de personas, se perdía por la acera de mi cuadra, con el diario entre sus manos. Me detuve frente a la ventana, sin creer lo que veía, y después de algunos llamados telefónicos de felicitación, comencé las entrevistas. La primera fue una muchacha jovial, chispeante, cubierta de collares que hacían juego con sus aros; la siguiente, alguien más cauta, afligida dentro de su vestimenta opaca; y así fueron sucediendo 120 mujeres con los requisitos pedidos. Al medio día, hice un espacio para almorzar, y distenderme de tanto alboroto, para luego reanudar mi tarea. La gente se seguía amontonando desde la puerta al infinito, en una suerte de deseo colectivo. Las siguientes mujeres, estaban un poco más calmadas por la espera. Julia R. asomó su rostro iluminado dentro de mi escritorio, y bajo un cabello moreno, danzando entre sus hombros, me miró fijo, mientras murmuraba: - “ Yo soy la persona que usted busca”. Me sonreí avalando su frase, a la vez que tomaba un habano, instante que ella aprovechó para insertar su mano encendida por el fuego. La charla duró solo unos minutos, finalizando en un encuentro de labios, que perduró en el tiempo. Afuera, el gentío se iba transformando en un montón de cuerpos acalorados. Entonces, mi chofer abrió la puerta, colocando un cartel: “ Entrevistas suspendidas hasta nuevo aviso”. Solo se escucharon insultos y gritos, que no llegaron a mí, ya que el helicóptero había despegado hacia el Aeropuerto, de la mano de Julia, mi nueva adquisición desconocida.



Ahora que pasó el tiempo, a mis 74 años, estoy casi retirado de la empresa; aunque nunca dejo de renovar el aviso en el diario local: “ Hombre solo, buena posición, desea relacionarse con señorita, entre 30 y 40 años, con fines serios. Presentarse en Rincón 1264, solo de mañana”.

Ana.

Texto agregado el 03-11-2002, y leído por 581 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-11-2002 No ví ese aviso, bue ... además no soy señorita y pase largamente los 40, es decir "no es para mí". PoetaSuburbano
04-11-2002 no puedo creer que hayan tipos que vivan así... ja ja ja ja Giovanni
 
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