TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / AnaCecilia / La quiniela

[C:819]









Jorge era un asiduo jugador; su figura alargada y flaca, colgaba del mundo, en una suerte de péndulo azaroso. Todas las mañanas llevaba su papel, abrumado de cifras, al quiosco de la esquina. Nunca había sacado un premio grande, sino solo para subsistir. Cada cosa que le sucedía, la asociaba a ellos; un sueño; el boleto de colectivo; una patente. Su mujer lo había dejado unos meses atrás, harta de sus pensamientos cabuleros, y gastos sin sentido; aunque él había preferido, tener un romance con el juego. La cosa fue que el quiosquero cerró, apremiado por las deudas, y en el pequeño pueblo, quedó solo un quinielero; Omar, el farmacéutico. Un hombre respetable, casado y con seis hijos, que solo se rodeaba de gente pudiente. Jorge se sentía atrapado en su propio destino, no se animaba a apostar con él, ni tampoco a seguir viviendo, sin un día de juego. Las noches pasaban llenas de angustia, con su mirada perdida en el techo ruinoso, que navegaba con el humo. Ya había pasado una semana, y ni siquiera un número había salido de su boca. Sus manos resecas, se frotaban unas a otras, apaciguando el impulso; bajo una cara ausente de rasgos, que solo quería ganar. Los días siguieron iguales; mirando las paredes, o durmiendo de a ratos, para hilvanar alguna idea. Un aviso en el diario, de empleados para la farmacia, lo animó; y con su mejor camisa, se acercó al lugar. Decenas de personas, aguardaban en la puerta. Con el diario en una mano y el papel en el bolsillo, accedió a la espera. Su turno llegó después del medio día; Omar, el farmacéutico, latía bajo un rostro sudoroso, que se extendía por el cuerpo. La entrevista había comenzado; Jorge solo deseaba darle ese papel, mientras Omar le relataba, los conceptos de la empresa. Su mujer lo llamó desde la puerta, bajo un cabello rubio, que enmarcaba su rostro angelical. Omar, se excusó, y fue hacia ella. Jorge, había quedado solo en la habitación; sus pupilas se internaron en un cuaderno negro, que yacía bajo el escritorio. Presuroso, lo abrió; nombres y cifras se extendían allí. Tomó el papel de su bolsillo, y con letra semejante, copió los datos: 26 a la cabeza de la Nacional, y 38 a la Provincia. Omar regresó de inmediato, para despedirse hasta un nuevo aviso. La felicidad volvió a su rostro; al fin había podido apostar. Los nervios se apoderaron de él toda la tarde; intranquilo y ansioso, quedó a la buena, de su suerte. De repente su boca se paralizó, mientras el miedo ascendía por su cuerpo; había olvidado dos cosas; su nombre y la paga.

La ampliación de la farmacia quedó perfecta. Frente a ella, la flamante camioneta, remolcaba el yate “Don Omar”, recién llegado de unas vacaciones en familia.

Ana.


Texto agregado el 08-11-2002, y leído por 584 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
10-12-2002 El ritmo ... ese ritmo de la cumbia argentina no está en este cuento... MAAD
08-11-2002 Bueno, he leído cosas mejores tuyas. Se me hace muy cortado a machete, pierde el ritmo con frases tan cortas y demasiadas comas. El final... bueno, simpático. Salu2 Vlado
08-11-2002 juajuajua! pobre tipo Jorge. Me-en-can-tó. Redondito y genial. marxxiana
08-11-2002 no sé por qué me cuestan tus cuentos... debo ejercitarme más con tu forma de escribir.... este me gustó hasta donde pude.... Giovanni
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]