Tenia unos nueve o diez años cuando escribí mi primer cuento (el cual yo mismo ilustre) se trataba de un pequeño conejo aventurero y su tío cascarrabias,quien alzaba la voz y agitaba su mano postrado en una ingeniosa silla de ruedas de madera. No sabia que había hecho en aquellos años preciosos de infancia, pero sin duda era un niño con mucha imaginación.La pasión iba por dentro. Eso era un recuerdo perdido, pasado por el filtro asfixiante de mi adolescencia, doblado y puesto bajo llave en el baúl de mi memoria para la posteridad, y solo para mi posteridad, para exhibirlo en el museo de mis recuerdos con un cartelito de no tocar.A partir de allí muchas palabras, frases y cuasi poemas llenaron páginas enteras de mis cuadernos, esos mismos que utilizaba para llevar registro de las bandas rockeras que más me gustaban. Pero todo lo escrito en aquellos años no era más que gritos expresivos, incoherencias de un inmaduro muchacho que no soportaba la presión de ser adolescente, envuelto de problemas emocionales y depresiones.

Sin embargo una cosa lleva a la otra. Este recuerdode infancia sobrevivióen mi memoria solo hasta un par de año atrás, cuando verdaderamente tome conciencia de lo que hacia, cuando decidí, fortuitamente, escribir en serio. Y pensé en ese primer cuento como una señal de que debía entregarme de una vez por todas a la escritura, sin experiencia, sin entrenamiento, ignorante del arte, pero con el deseo y el entusiasmo de ser un buen cuentero. Fue así, que alentado por una compañera de la universidad, decidí participar en un concurso de cuento corto que la misma universidad patrocinaba, llevándome el segundo lugar; poca cosa para algunos, mucho para mí que escribía mis primeras líneas para que fuesen juzgadas. A partir de allí todo fue más fácil para mí, aunque sabiendo que me falta mucho por aprender.

Espero con toda la humildad del mundo que lean mis cuentos, y aunque reconozco tedioso leer cuatro mil o cinco mil palabras en un monitor, los invito a leerlos para poder seguir subiendo mis cuentos y que puedan opinar, sobre todo eso para que puedan opinar, mal o bien, pero con sinceridad.