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Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Cuentos Fantásticos / LAS HABITACIONES DEL INSOMNIO - [F:1:2772]


Jorge-Lemoine-y-Bosshardt,19.04.2005
Por fin sonó el teléfono. Un escalofrío me llenó de arena. Cuánto puede asombrarme lo que termina con una espera.
Qué ajena sentí la inquietud o no del que llamaba.
¿Qué era el otro lado de un teléfono?
Y tres veces la chicharra. Un ritmo interior separó mucho la cuarta. Sentí la eternidad, la última campanada. Y ya no sonó la chicharra. ¿Era ésa la consigna que estaba esperando? ¿Uno que se dio cuenta que equivocó el número al tercer timbrazo, o Graciela que se volvía al rincón de su café para ordenar el mientras de mi colectivo? Pensé en que dudaría ella también de haberse equivocado. Hay timbres parecidos. ¿Y si no había sido mi número, y yo aquí, otra vez con el corazón estirado equivocando rumbos en qué sé yo qué venas, con el saco en la mano como un idiota?
Había sido ella. ¿Quién si no a esa hora, y por qué equivocarse justo con mi casa y por qué tres timbrazos? Salí, con el saco en la mano todavía.
Tuve miedo de contar más ritmos en el ascensor, como si se me pasara el momento de evitar el infinito en un cuadrado tan verde con una fecha rayada a moneda y un lugar sin espejo, que necesité en ese momento. Siete pisos. Fácilmente un segundo pudo ser más largo que un día. Tantos segundos en ese día corto que también pudieron ser más largos que un día.
¿Y si Graciela estaba llamando, sin saber de poder ser dudada con un equivocado a las 12 y tres timbres iguales?
Creo que los locos empiezan perdiendo el ritmo. Las habitaciones del insomnio tienen paredes móviles que están acercándose constantemente y nunca llegan.
La calle se me aplastó contra la piel distraída. Me recortó los contornos con esa exactitud con que el frío limita los miembros que pudieron parecer infinitos.
La noche caminaba a mi costado. Ahora el ritmo era mío. Aunque había otros. Aunque hubiera otros.
Estaba parada afuera soportando el edificio que se le apoyaba en la espalda. La quería con esa sensación a gusto rojo y salada.
Adentro de la confitería, qué me importaban las gentes que no existían, no esperaban teléfonos ni la querían con sensaciones ni la veían soportando edificios.

Yo no manejaba las luces de las ventanas prendidas. Las recogía así, mías en un primer u octavo piso, la noche era así, y ninguna tuvo las luces en el mismo orden, o yo no lo vi.
Graciela compartía la noche a mi costado. Era dulce verla sufrir. Sí, sufría. Pobrecita, me comía su imagen como acurrucando un cachorro con frío.
Era múltiple, tenía raíces clavadas por adentro, y no entendía nunca que me gustaba besarla entre las piernas o chuparle los pies o morderle el pelo.

El saloncito era cuadrado, color crema, con guardas, cuadros, sillones, revistas y una mesa debajo de las revistas. La imagen era más Graciela. Yo miré cosa por cosa y la imagen siguió siendo más Graciela. Luego desaparecieron las guardas, las revistas, el color crema, la llave de la luz o el lugar del enchufe. Nunca me voy a acordar, era un lugar, una sala de espera, amontonadas un montón de cosas para ser sala de espera. La imagen era Graciela. Espera. Graciela. Me miré los zapatos. Todavía a veces me miro los zapatos, sin buscar nada.
No conté cuántas baldosas miraba ni miré el dibujo. Ya no llevé la cuenta de ritmos. Todo era un mazacote espeso de cuadros y enchufes y silencio entre Graciela y Graciela.
Otra vez el doctor. Corregí la primera imagen. Era más pelado que cuando entré y otras cosas más. Era ése y mi imagen que pierde facciones en seguida era igual pero toda distinta.
Salimos en el ascensor viejo, repetía por dentro tres días el antibiótico, no se esfuerce y ya sabe...
Otra vez los sótanos y las cosas.
Eso debería ser el mundo interior, digo yo.
No había pensado que ya no me preocupaba de los tres timbrazos del teléfono.
El tapado de ella era rojo, siempre me sorprendían las cosas, eran un poquito diferente a lo que yo las había aprendido. Esos botones también y siempre me doy cuenta.
Ahí terminaba el papel, no me disgustó del todo.

JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
 
dehumanizer,20.04.2005
Jorge: Me parece que un foro no es el lugar apropiado para subir cuentos, salvo cuando se trata de un concurso propuesto en el mismo foro. Saludos.
 
KaReLi,20.04.2005

Cuidado santiago... shhhh nos pueden tachar de "intolerantes" shhhh
 
talhya,05.05.2005
Entonces hagamos un foro de la propuesta inicial y no la muestra de un cuento...
 
talhya,05.05.2005
Las habitaciones del insomnio...
esas que me han seguido en mis correrias de la vida, esas en que a pesar de horas de ¿amor? con el compañero ocasional, el sueño no llegaba y las horas pasaban y mi cabeza llena de ideas fantasmagóricas, que no permitian conciliar el sueño, esas habitaciones de motel barato en que fingia el amor por unos pocos pesos, en las que mientras el cliente dormía yo soñaba despierta con otra vida, con el amor verdadero, con una vida que no era mía... las noches de insomnio... en habitaciones ajenas, en habitaciones pagadas, para obtener el dinero para seguir soñando.
 
gaviotapatagonica,30.05.2005
Las habitaciones del Insominio sólo las conocen aquellos que pueden mantener la conciencia en donde los otros solo mantienen los ronquidos. No puedes entrar en ella si cuando cierras los ojos sólo puedes contar la letra z.....estirada y estirada como si fuera un pop chicle...En cambio, si cuando cierras los ojos, ellos ni pizca de caso y se vuelven a abrir pero tu sientes sinceramente que duermes ...es porque acabas de llegar al umbral de un lugar muy, pero muy concurrido, tipo hotel en un pueblo de paso; sus habitaciones no se pueden contar y en cambio, se duplican o desaparecen en función de la cantidad de seres que allí se encuentren esperando cuando la luna está en su punto mas alto...
¿sigues?
 



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