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yvette,27.08.2009
Texto Uno

Me lo dijo un amigo, “encontré un lugar soñado” y me lancé a la aventura como un conquistador, a tierras nuevas.
Desembarqué en las playas de miles de palabras y encallaron mis poemas con total libertad.
Comencé derribando el temor a la opinión que es tan común en sitios donde desnudas ideas, expresas tus sentires, te ofreces a los jueces que no conoces y que nada saben de ti y viceversa, justo en esa palabra, estaba la verdadera independencia, podías juzgar a otros también con tus propias versiones de lo que es el amor, la amistad, la vida, la muerte y todos los temas posibles.
El sitio era y es mágico, aprendí de los que llamo amigos, a gozar el tiempo y el espacio infinito, la red es tan extensa como ancho el mundo y cada día se agiganta un poco más.
Mi espíritu se expandió de tal modo, que nacieron obras completamente inesperadas, de los sótanos oscuros de mi inconsciente. Sigo estando extasiada por mis potencialidades.
Aprendí a amar a quien no conocía y me enredé en pasiones sin culpa ni medida, al fin y al cabo la fantasía es un mundo privado, solo entra en él quien sabe jugar con fuegoy no le importa si este lo consume.
Disfruté, sufrí y lo sigo haciendo, pues la página azul, "mi lugar soñado" es tan misteriosa como el impulso intimo que hizo a Magritte expresar emociones veladas, en su obra” El beso”.
Algunos dirán que fue la decepción de la muerte, yo simplemente creo que para amar solo hace falta sentir al otro, verlo con los ojos del alma, pues esta no traiciona como la carne.

 
yvette,27.08.2009
Texto Dos

Esmeralda se esforzaba frente a su ordenador, pero nada podía sacarla de su ensimismamiento. Se sentía encriptada en sus propios recuerdos, impedida de despegar para escribir. Y era imperioso hacerlo. Su plazo expiraba.
Intentó teclear, y las letras se fueron deslizando por la pendiente de su propia historia. Otra vez. No quería permitirse contar su historia.


Se levantó y, con movimientos precisos, alcanzó una caja que descansaba sobre una de las tantas pilas de tantos que conservaba en su biblioteca. Volvió a la silla y acarició la superficie rugosa de la caja, rematada en una flor reseca.

La abrió y fue sacando los objetos que contenía, nombrándolos en forma de acciones, como un niño que repite su lección aprendida de memoria.

"Una concha de marfil y magenta. Octavio acercándose a mi oído, en la playa, para dejarla entre mis manos mientras decía "hola".

Un ramo de flores silvestres. Octavio prometiéndome volver.

Otro ramo, atado al primero. Otro verano juntos. Se lo presentaría a mis padres.

Una cartulina doblada en muchos pliegues. Por fin, el título de Profesora.

La tarjeta de un ramo de flores. El nombre de los dos en miles de puntos. Otro verano intentándolo.

El anillo con su piedrecita. Su padre siempre le decía que tenía el color del aguamarina en sus ojos, cuando miraba el mar. La vieja casa en la playa, el bote en que la llevaba a pasear en los atardeceres. Y Octavio deslizando el anillo en su dedo. "

El llanto le impidió continuar. Veinte años sin poder olvidar.

Cerró la caja bruscamente, y su cabeza se llenó ruidos.

El mar. Las grietas abiertas de las piedras. El camino escarpado, cuatro pasos. Entregarse al deseo. "Descubrirte en la luna". "Mis padres te adorarán". Un tropiezo. El vacío. La oscuridad. Las sombras. Octavio y su voz desesperada. Ruidos de silencio.

Fue a partir de ese estúpido accidente, que las palabras comenzaron a deslizarse por un lienzo eternamente azul. Azul de mar. Página desesperada en la que iba escribiendo mentalmente sus horas, hasta aprender los puntos de Braille. Hasta reencontrarse consigo misma. Palabras cayendo por la ladera de los sentimientos, como canto rodado, como alud, hasta alejar a Octavio.

Sintió los pasos de su madre. Empezó a teclear.

Matilde abrió la puerta y escuchó la voz sintética del ordenador, supo que Esmeralda estaría escribiendo. El editor ponía plazos que se convertían en metas titánicas. Su hija se había convertido en un bloque infranqueable, sólo capaz de salir de sí para escribir. Dejó junto al teclado la bandeja con café y cigarrillos, y dió un beso en la cabeza de su hija. Sin palabras.

Miró el cuarto, en eterna penumbra. Y al salir, sigilosamente, acomodó con un dedo el cuadro de Magritte. El regalo que Octavio envió, y que Esmeralda no pudo ver. Dos rostros sin rostro.Y Un beso.

(El Beso. Dos amantes sin rostro. Dos vidas paralelas. Un aura. Roja sangre corriendo en el torrente de la distancia abierta en un tropiezo.)
 
yvette,27.08.2009
Texto Tres

El hecho de ser aracnofóbico fue siempre un freno a mis deseos de navegar en la tan vitoreada telaraña mundial, hasta que un día, no soportando ya más mi exclusión de la porción de la humanidad acorde con el nuevo milenio, tomé la firma decisión de lanzarme al vacío.

Premunido del manual “Consejos para navegar en toda seguridad” al que me aferraba como a un salvavidas, me senté frente a la pantalla y cerrando los ojos hundí mi cabeza en ella...

Me sentí completamente desorientado, y comenzó a invadirme una sensación de pánico, aunque logré dominarla y actuar tal como me lo había propuesto y repetido cientos de veces: entregarle las riendas a mi razón, y sólo a ella.

Expulsa el aire de tus pulmones poco a poco y continúa respirando con calma, fue su primer mandato; obedecí, y sólo entonces osé abrir los ojos: estaba flotando en una especie de gelatina opaca y transparente en la que se desplazaban bultos informes a diferentes velocidades; pensé entonces en mi manual, pero al ver que ya no estaba entre mis manos me sentí desfallecer.

Nueva insinuación de pánico y nueva toma de control por parte de mi razón, que esta vez me dio la tarea de ubicar puntos de referencia espaciales. Poco a poco mi vista fue habituándose a la atmósfera y entonces empecé a vislumbrar un trazado de avenidas por donde transitaban los bultos que ahora iban tomando una forma alargada, como de fantasmas. Decidido a proseguir mi experiencia hasta el final, me dirigí hacia una avenida con poco tráfico y ¡oh maravilla!, a medida que avanzaba iban precisándose diferentes espacios abiertos de formas y colores diversos, y con ofertas de todo tipo.

Un letrero llamó mi atención: 'Arte y libros antiguos'. Agradablemente sorprendido, decidí entrar y me interné por la galería de arte, cuya escasez de visitantes virtuales me sedujo. Mi paseo terminó en la colección de pintura surrealista, al quedarme yo clavado ante un cuadro que representaba a un hombre y una mujer unidos en un beso imposible, sutil y eterno: sus labios no podían tocarse, sus ojos mirarse, sus narices olerse, ni sus pieles rozarse... ¡ dos velos blancos cubrían ambas cabezas ! Me sentía como ellos, en medio de ese laberinto monstruoso sin poder ver ni tocar a los demás visitantes.

Tras la pareja, un cielo de nubes grises parecía presagiar una tormenta. Fijé mi vista en ellas y las vi moverse muy lentamente, hasta que de repente me encontré aspirado por un torbellino que me transportó lejos, hasta posarme suavemente en un espacio celeste y claro, con letras que se iban condensando en textos cortos que tomaban la forma de poemas, cuentos, haikus... me puse a leer uno, después otro y otro más. Sin pensarlo dos veces, me inscribí como miembro de la comunidad, y me puse enseguida a escribir un cuento, lo envié, y ¡oh, sorpresa!, una estrella empezó a brillar ante mis ojos: era el mensaje de otro miembro deseándome la bienvenida.


 
yvette,27.08.2009
Texto Cuatro

La página azul vive agazapada entre las teclas de mi computadora. La visito con mi nombre ficticio y cuando me intercalo entre sus renglones, me recibe navegando protegida entre el Leviatán y los cuatro jinetes de la Apocalipsis.
Es un quirófano para los cirujanos de las letras, un oasis para los sedientos de amor, una tribuna abierta para pseudo intelectuales. Es el laboratorio experimental de aquellos que vivimos obsesiones blancas y escribimos en Ella bajo las amplias sombras de los tilos de muchas plazas o bajo la reducida sombra de un ciprés del cementerio, cuando las palabras brotan imperiosas, rociadas con gotas de alegría o de llanto del manantial de nuestras emociones y afloran en la boca con el sabor agridulce del atractivo que provoca acercarse al borde de un abismo, denunciando el consuelo o el vértigo de la entrega total.

Algunas veces la leo y tortura mi ansiedad, me aburre, me priva de gozarla; genera en mí enormes deseos de irme, de abandonarla... de quemarla. Otras, me seduce provocando sentimientos particulares. Me excita recorrerla, cuando al satisfacer deseos, me colma de alegrías pasajeras. En la Página Azul, el tiempo transcurre sin gastarse, las horas sin alas, vuelan inmóviles.

Si invento historias saturadas de imaginación, Ella se encarga de desnudar mi genio y mi talento. Disimulando para darme coraje, me ofrece la oportunidad de confrontarme, sin ambiciones y sin complejos, con el genio y el talento de los demás escritores. Sé que al teclear, galopando enancado en el corcel blanco del coronado jinete invencible, recorreré uno más de los senderos que me conducen a todas partes. Y es entonces cuando las primeras frases se escurren como el agua entre mis dedos, cuando pasan por mi cabeza otras frases conscientes, pero ajenas a mi razonamiento, flash de sueños jugando en mi memoria.

¿Será por eso, que fascinado, me encierro en esta jaula cibernética; privándome de mi libertad en forma voluntaria?

Yo idealicé la Página Azul como un símbolo, y como todos los símbolos, no tiene un significado unívoco, y es esto lo que confirma su poder y su atractivo.
Me muestra cosas diferentes en cada momento de mis días... pero siempre, lea lo que lea, escriba lo que escriba, revela mi interior, extrae el almíbar y la hiel de las verdades que me transitan. Percibo que más allá, hay otro mundo que la habita potente; otro mundo donde reina la poesía, el amor, lo ambiguo... el surrealismo.
Es con su complicidad que me introduzco en “el beso” de Magritte convertido en un duende. Ella me incita a escapar todas las noches a colarme por su ventana, y por más que todos duerman o todos amen, salgo a adorar lunas y recoger estrellas de exacta geometría. Y detrás de la seda tirante que ahoga el candor de una sonrisa, solo con mis palabras seduzco, robo algún beso sin aliento, me entretengo libando de una boca con los labios palpitantes. Degusto embriagado... paladeo carmines que vivirán latentes dentro del espiral de mis recuerdos.


 
yvette,27.08.2009
Texto Cinco

Me contaste que no podías escribir tus páginas negras, el golpe militar desnudándote y tatuándote moretones en un cuarto oscuro plagado de gritos quebrados, los torcidos inhumanos violando la libertad de tu cuerpo partido en trozos pequeños de vergüenza y desazón, el continuo ejercicio de tu mente que busca escapar inventando historias improbables de buenos tiempos por llegar, y tu espalda que se dobla para siempre cargando con la culpa de haber sobrevivido. No fueron negras sino azules las páginas que me llevaron a conocerte, contándome historias profundas en las que una amarga acidez subyacente delataba la naturaleza de tu vida. Nuestro encuentro sucedió sin que nos viéramos las caras, en ese espacio cibernético de ordenadores y electrones que demostró ser conducto de una inmensa humanidad. Coincidimos en música y libros y en formas de pensar y de sentir, y lo que en principio fue curiosidad se fue transformando en afecto ciego y después quizás en amor o en la ilusión del amor que es la misma cosa. Un día decidimos correr el riesgo de lo contundente y fijamos fecha y hora para vernos en un café, ambos con Bestiario en la mano como tarjeta de presentación. Me di cuenta que necesitaba darte un regalo cuando te viera, algo que de alguna manera representara nuestra relación, y después de revisar varias decenas de libros tropecé con una imagen que sentí hablaba de los dos, una vieja reproducción del cuadro Les amants que por alguna extraña razón habían traducido como “el beso”, una pintura de Magritte en la que un hombre y una mujer se besan con el rostro oculto por lienzos que les cubre la cabeza. En vano busqué comprobar la interpretación del pintor, quien opinaba que una explicación rompería el misterio de su obra. Misterio era la palabra, el misterio de un beso donde los labios no se tocan, entre dos personas que se conocen sin haberse visto aún; sin duda una forma acertada de resumir nuestra historia. El miedo a vernos en tres dimensiones fue aumentando con la espera y desapareció por completo cuando nos vimos, aceptando nuestra mirada con candor y sin simulacros, dándonos la bienvenida con una sonrisa en la piel. Mucho quisimos contarnos en una charla desprolija donde fueron los silencios los que más supieron decir. Demoré en darte mi regalo por vergüenza a que no te gustara y te pedí que lo abrieras cuando estuvieras sola. Nos besamos en los labios al despedirnos sabiendo que pronto y muchas veces nos volveríamos a ver, cosa que nunca ocurrió, aunque insistí hasta al cansancio, forzándome a aceptar tu silencio que no ofreció explicación. Mucho después leí un cuento anónimo que hablaba de amor y tragedia sobre una pareja torturada en un campo de concentración, una historia cruda y severa que me dejó sin aliento, una historia ilustrada con el cuadro Les amants.
 
yvette,27.08.2009
Texto Seis

Hace más de un año, hojeando un libro de arte, tropecé con el cuadro de Van Gogh “El paseo al atardecer”. Me impresionaron su fuerza expresiva y su riqueza de colorido. Durante esa noche desperté varias veces pensando en el cuadro. No podía apartarlo de mi mente, y en los siguientes días se convirtió en idea fija. Me dediqué más a la escritura, para apartar esa obsesión. Pero a las pocas semanas, cuando estaba empezando a olvidar el dichoso cuadro, publicaron las bases del Reto 6 de 2008 de la Página de los Cuentos. Me sorprendió saber que el tema de ese reto, en Prosa y en Poesía, era el cuadro que tanto me había desvelado. Pasé días y noches cavilando cómo había podido darse esa coincidencia. Lo hablé con mi amiga Gabriela, que tiene una consulta de Psicología.
- Mira,- me dijo-, no creo que haya personas con dotes de premonición, y si alguna existe seguro que no eres tú. Por otra parte, desconfío de las casualidades. Más bien me parece que inconscientemente has influido en la persona que elige los temas de los retos, tal vez por los textos que enviaste a concursar. Si en alguno de ellos has mencionado los colores del cuadro o has escrito sobre una pareja, puede haber sido suficiente. No sabes el poder que tiene la asociación de imágenes. Los publicistas lo usan continuamente para inducirnos a comprar.
Sus palabras me dejaron una gran inquietud. ¿Mis textos podrían influir en las decisiones de Yvette? Sin desvelar el fondo de la cuestión, le dejé un mensaje en su LdV, preguntando el motivo de su elección del cuadro de Van Gogh. Me contestó que le gustaba mucho, y que tenía una reproducción del mismo en su dormitorio. Pregunté también si para elegir un tema tenía en cuenta también los textos de los retos anteriores, a lo que respondió que a veces repasaba los retos anteriores en busca de inspiración, pues no es fácil encontrar temas nuevos cada vez.
Aunque su respuesta no era una confirmación de la tesis de Gabriela, tampoco la descartaba.
Se me ocurrió hacer una prueba: pensaría en otro cuadro y dejaría “pistas” en mis próximos textos para tratar de influir en la decisión de Yvette. Debía elegir un cuadro que ella conociera. Para ello le había preguntado por sus pintores favoritos, ente ellos Magritte. Elegí un cuadro de ese autor, y fui dejando pistas en varios retos. No diré en qué textos para no desvelar mi identidad, pero ahí están. Cuando se anunció el tema del Super-Reto, me alegré salvo por un detalle. En lugar de mi cuadro, “Amantes”, el elegido había sido “El beso”. La verdad es que ambos cuadros son parecidos: son los bustos de una pareja con las cabezas envueltas en tela. Pero en el propuesto para el Reto se besan. Puede que pusiera en mis textos más erotismo que el preciso, pero aún así estuvo bien. Yvette, pido tu comprensión, no se trata de control a distancia, las elecciones las haces tú libremente. Pero esta habilidad es demasiado tentadora, no puedo dejar de usarla.
 
yvette,27.08.2009
Texto Siete

Seis meses después del ataque, los médicos consideraron que el estado de Raquel era irreversible. Le dieron de alta y una vez en casa, se desmoronó psicológicamente. Las curas en el hospital habían mantenido despierto un barlume de esperanza de recuperación que se extinguió ante la ráfaga gélida de la palabra irreversible.
El ataque cerebral la sorprendió frente a la computadora. Comenzaba un capítulo más de su novela, de la cual ya no recordaba de qué se trataba. Desde ese instante toda su creatividad quedó tan paralizada como el lado izquierdo de su cuerpo.
Raquel hablaba con esfuerzo, apenas movía los labios para tomar las medicinas y la cantidad de alimento que podía deglutir.
Pero la mano derecha y la mente estaban despiertas y el hijo mayor, ése que le adivinaba los pensamientos, le acercó la silla de ruedas a la computadora,ajustó las distancias y buscó su mirada. Sí, había acertado. Los ojos de Raquel brillaron. El hijo le afirmó el brazo a la altura del teclado y la dejó sola ratón en mano. Pronto no necesitó ayuda para instalarse frente a la pantalla. Una amiga la inscribió en una página de literatura que, cariñosamente llamaba a sus participantes "cuenteros" y se presentaba sobre un agradable fondo celeste. Nunca se había animado a mostrar sus cuentos en público. Los buscó en los archivos, le parecieron escritos por otra persona, la Raquel de antes la sana, vital, llena de energía.
Raquel mandó con temor su primer cuento a la página, personas desconocidas comentaban y la animaban a seguir escribiendo, sin saber cuánto ella necesitaba el estímulo. Entrando en la página sentía que aún formaba parte del mundo. Se hizo adicta a la comunicación amistosa y espontánea, sus amigos cambiaban opinones con ella y horarios de América se cruzaban con los europeos y los asiáticos formando una tupida red de fantasiosa cercanía.
No creyó en todas las alabanzas ,tuvo más confianza con los cuenteros que le dieron consejos para mejorar. Leía mucho y dejaba sus comentarios y consejos en los trabajos de los demás. Comprendía que no debía ser siempre dulce y entusiasta. Decía lo que pensaba con el ánimo de ayudar a crecer . Nadie tomó como ofensa sus observaciones sinceras. La querían precisamente por eso. Nadie supo su problema. Su mente y su mano eran ágiles y sanas. Poco a poco recobró la perdida creatividad; su mundo se hizo más rico y más intenso. Porque conocía el sufrimiento sabía compartir tristezas y alegrías.
Dos años después de su entrada en la página celeste, tuvo la sorpresa de recibir una gran cantidad de felicitaciones en el día de su cumpleaños.Vivió las vidas de los demás, y ellos, sin saberlo la ayudaban a vivir.
Con su mano derecha hábil había tocado un cielo azul, abierto y generoso y a pesar del paño opaco de la virtualidad que separaba los cuerpos físicos como en el cuadro "El beso" de Magritte, sentía a través de ese contacto irreal una estimulante energía vital.

 
yvette,27.08.2009
Texto 8


Esperé unos instantes antes de que se abriera mi libro de visitas. Llevaba poco tiempo en la página y apenas intervenía. Algún poema colgado de la “bio”, la lectura intermitente de algún foro o puntuar algún cuento constituían toda mi actividad en la página. Leí el único mensaje que tenía advirtiendo un cosquilleo en la nuca. Un lacónico privado: “Ven, te espero” aparecía ante mis ojos. No conocía al remitente pero su nick, “Bésame” me resultó sugerente. Dudé antes de responder pero la curiosidad fue mayor. Cuando se abrió el libro de “Bésame”, no había ningún mensaje a la vista. En su “bio” ninguna anotación. Solamente la imagen de un cuadro que identificó de inmediato. Era “El Beso”, de René Magritte. Escribí una respuesta poco comprometida. Ese “Bésame” era ambiguo y no daba ninguna pista de la identidad del remitente. -“¿Quién eres?”- escribí. La respuesta llegó de inmediato:
- “¿Te gustaría besarme?”
- Bueno, -contesté-, no sé quién eres. Dime algo de ti antes de contestar.
- Soy… Soy como la modelo del cuadro que tienes ante ti y solamente deseo besar tus labios.
Respiré profundamente. Mi corazón latía de manera acelerada. Volví a mirar la imagen de la mujer esperando el beso de su amante enfrentado a ella en la pintura. Un beso que no llegaba. Un beso que se antojaba eterno… Mis pensamientos se interrumpieron. En el libro de visitas de “Besame_ya” apareció un nuevo mensaje. “Si no me besas, ahora, no lo harás nunca”.
No supe por qué lo hice pero aproximé mi cara a la pantalla. Noté la calidez de la suya, el aroma de su pelo, sentí su respiración mezclándose con la mía. Cerré los ojos y besé la boca, real, que se me ofrecía. Fue como si desapareciera en una turbulencia de letras y colores. Mi cabeza giró, algo me arrastraba hacia un mundo al cual no pertenecía y del cual ahora soy parte. Lo comprendí todo y ahora estoy encerrado en esa imagen. En ese cuadro maldito, dentro de una página a la cual nunca debí entrar. Me queda una esperanza. Tú, que ahora lees este cuento, entra en mi página y bésame. De esta manera mi alma se liberará, a costa de la tuya. Bésame ya…
 
yvette,27.08.2009
Texto nueve

Cuando era una niña mi abuelo me preguntaba:

— ¿Sabes cuantas estrellas hay en el cielo?

Yo intentaba adivinar diciendo números al azar y él con una sonrisa me desilusionaba dándome la respuesta: SIN-CUENTA.

— ¿Tan pocas?—reclamaba incrédula— yo veo muchas más!
— SIN-CUENTA…¿Comprendes?

Yo quedaba pensando intentando descifrar el mensaje. Cuando lo logré comprenderlo me fui dando cuenta de la inmensidad del firmamento y de la imposibilidad que tenemos de contabilizar los cuerpos celestes.
Siendo una adolescente, en las clases de química, no me daba la imaginación para entender que todos los cuerpos están formados por infinidad de átomos en constante movimiento, invisibles a nuestros ojos, pero existen, ahí están. Aprendí que son: SIN-CUENTA.
Con el paso de los años, cuando tuve que decidir qué carrera seguir. Opté por la de terapeuta del lenguaje y así comencé a profundizar sobre el arte de hablar, de aprender a decir palabras para transmitir emociones, deseos, en definitiva para comunicarnos. Mirando al cielo, un día pensé:
Las palabras,innumerables, flotan en el universo. Como las estrellas y los átomos, se unen, se separan, se reagrupan, constantemente están en movimiento. Van de aquí para allá, rebotan vuelven, nunca dejan de surgir. No importa quién las diga ni de dónde provengan, qué melodía tengan, ni si son cortas o largas, en todas las lenguas tienen un significado que se repite, y es así que todas las personas del mundo dicen de muchas maneras, pero siempre dicen.
Conozco un lugar donde cientos, miles, de palabras se encuentran, se comparten, se disfrutan, gustan más o menos pero ahí están, siempre prontas para ser leídas. Es algo mágico lo que sucede cuando uno lee algo de alguien que no conoce y se apropia de sus palabras. Quisiera acercarse a esa persona, besarla, darle las gracias por decir lo que él o ella siente, pero no puede, sólo la pantalla de la computadora oficia como mediador entre ambas personas, las acerca pero no las deja verse realmente. Es una relación virtual que se hace profunda, que crece y promueve a seguir leyendo y escribiendo ese sinnúmero de palabras que se vuelcan día a día en la pantalla de ese lugar tan especial.
Como en el cuadro “el beso” de René Magritte, hombres y mujeres que no ven sus rostros llegan a conocerse, en este caso, a través de sus letras. El lienzo virtual que aparentemente los separa, de alguna mágica forma también los une, los envuelve, llegando a conocerse sin necesidad de verse, sólo “oyéndose” a través de la palabra escrita. Ellos comparten un sentimiento: el amor por decir lo que fluye de sus almas como torrentes de grafemas, que unidos, forman palabras versos…esos versos que en forma de poesía, cuento, reflexión o narración inundan de placer a sus lectores…los cuenteros de " La página azul".
 
yvette,27.08.2009
Texto Diez

El silencio de la mirada infante, adolece siempre de lo mismo, la falta de piedad como testigo. Algunos crecemos y nos vamos dulcificando o entregando a los quehaceres que pacifican nuestra mente que aquieta y no pregunta con la edad.

Otros sólo seguimos ateridos al silencio interrogante. En cada una de mis creaciones aparece la nada sin cautela del que adolece. El experto que entiende más de ocres dañados por el tiempo, de pinceladas lanzadas sin la magia de un encuentro, detrás de los óleos, se refugia para opinar. Nadie sabe que lo creado engulle al creador. Nadie sabe que sus traumas son la llave del arcón guardado en el fondo del río Sambre, en sus frías aguas. Nadie sabe, pero todos ocultan el acto de restarse el aliento a duelo con la vida. Los dueños de la crítica osan aparentar que conocen hasta las áreas más ocultas del artista, desconocida para él mismo, su hipocampo dañado, una vez más el dolor aterido.

El mundo informa que vi a mi madre flotando en el gélido curso fluvial. No es así, pero la idea me persigue todos estos años como pienso sucede con las balas sin alas a los infantes que nacieron de una guerra civil. Los ecos de las ausencias son las moscas que revolotean y atrapan la esencia de entes y objetos que coexistimos en el delirio de la vida. La moviola siempre decide parar la imagen en ese llanto, que no existió, que me arrebató el silencio interrogante y nadie, ni mi padre ya hastiado supo acallar su dolor. Entre telas multicolores y acericos fue mi padre quien me abrazó sin cariño, tan gélido como el Sambre aquella noche. Una obsoleta garraba y su único ocupante fueron los testigos directos del vislumbre. Avanzó el barquero con gran habilidad, a pesar del flete repleto de minerales para verificar lo que no le sorprendió. Una camisa blanca flotaba sin pirueta alguna, se intuía un cuerpo inanimado debajo, calmo. La intención de aquel ser llegó a su objetivo. Descansó por fin Regina, pero a los demás nos persigue el fantasma del silencio interrogante.

En alguna ocasión opté por apartar el realismo mágico de mis obras y obviar el origen de Les Amants. Otros también lo hicieron por mí, aludiendo a los rostros ocultos por un sudario compartido. Un beso íntimo que transpira el raso en el envés de una vida que pudo ser. Algunos decidieron que las dos versiones del cuadro aluden a un autorretrato con mi amante, a espaldas de Georgette. Yo mismo di crédito a tales incongruencias, para no sufrir más el silencio interrogante.

Entre mi mano y el lienzo, la capilaridad de la esponja atrae el misterio.Y ahora me retiro, por cierto, no coloque mis reflexiones en cualquier foro. Saludos al resto de los cuenteros.
 
yvette,27.08.2009
Texto 11

Un imperceptible ruidito me despertó, justo en el momento que quitaba las bolsas que cubrían los rostros de los amantes del cuadro con el cual Yvette pretendía nos inspiráramos; algo que me resultaba imposible de relacionar con el festejo aniversario de la página azul.

Abrí los ojos encontrándome con una luz azulina que provenía de lo que parecía una enorme luciérnaga posada en la ventana. Semidormida bajé de la cama y me acerqué cautelosa .

- ¿Qué bicho será? – pensé mientras me armaba con una chinela que rescaté del piso, dispuesta a aplastar lo que fuera.

Casi me caigo sentada cuando escuché una vocecita que decía:

- ¡Hola amiga!

Con la cara casi pegada al supuesto bicho, observé con asombro que se trataba de una pequeña y alada mujercita.

¡¡Imposible!!

Dejé caer la chinela y me refregué los ojos con ambas manos, intentando borrar esa imagen que supuse escapada del sueño interrumpido.

Antes de volver a mirar, tomé un segundo para pellizcarme con fuerza ¡¡Ayyy!!. ¡¡Estaba despierta!!

Con temor, confieso que me temblaban las piernas, comprobé que allí continuaba la extraña visitante..

Era bellísima, tal como siempre imaginé un hada, con unas transparentes y gráciles alas azules de dónde emanaba la luz.

Apenas logré balbucear una pregunta:

- ¿.....Quien..... eres?

-Soy Azulina – contestó muy sonriente – y he venido a visitarte con mi familia y amigos.

Tras estas palabras, hicieron su aparición distintos y diminutos seres fantásticos. Hadas multicolores, gnomos, unicornios y hasta un sapo con corona de príncipe; todos revoloteando, cantando y riendo.

Una criatura de aspecto soberano, se adelantó y, con un ademán enérgico, hizo acallar las risitas y cánticos..

- Soy Madreperla – dijo - la Reina del Mundo de las Fantasías. Nuestra vida era muy triste - continuó - porque pocos creían en nuestra existencia; pensamos que moriríamos, ya que vivimos gracias a los que creen y de ellos nos impregnamos de luz.

No sabíamos qué hacer, hasta que un día, la inquieta Azulina encontró la "Página Azul” colmada de poesías y cuentos que hablan de incontables fantasías; fue nuestro mejor elixir y de él nos alimentamos todos los días. Ahora nuestras luces brillan con todo su esplendor.

Asombrada por lo que escuchaba y veía, solo atiné a musitar:

- Su Majestad ..... estoy maravillada ..... no encuentro palabras ....

- No me agradezcas, nosotros somos agradecidos de quienes mantienen la fantasía viva y hoy queremos unirnos a los festejos de la Página.

- ¿Y mis amigos? ¿los poetas y escritores que también creen? Incluso Poirot, Altorcan y el Negro Hinojo - agregué por las dudas.

- También los visitaremos- replicó sonriente.

No pude evitar una sonrisa al imaginar sus caras...

Después de estas palabras, los mágicos seres y su Reina comenzaron a alejarse dejando una estela colorida tras sí.

Recién pude regresar a mi cama cuando su brillo se perdió en la noche, ilusionada de que con tanta magia llegaría la inspiración que me permitiera unir el cuadro de Magritte con el festejo, quizás lo lograra, porque el cuadro también era mágico.


 
yvette,27.08.2009
Texto 12

A Juanito Loroco le había encargado su jefe una investigación de tipo económico. Pero una cosa lo llevó a otra, y cuando vino a darse cuenta, se había dejado llevar y estaba en una página azul llena de cuentos y poemas. Fascinado, empezó a leer historias de amores no correspondidos, poemas de pulpos enamorados y foros en que estos escritores demostraban sus artes o simplemente se mentaban la madre. A él, un tipo acostumbrado a la fría realidad de los números y los hechos, aquello le intrigó.
Durante las horas de trabajo, no podía entregarse de lleno a la navegación de esta página, pero en cuanto llegaba a su casa, le exigía la cena a la madre y a continuación se encerraba en su habitación. La señora creía que Juanito llevaba trabajo de la empresa y opinaba que aquellos jefes de su hijo eran unos viles explotadores.

Mientras tanto, en la intimidad de su recámara, Juanito se enteraba de cómo todas las esquinas del mundo están unidas por líneas imaginarias, supo de las penas que Portia pasaba encerrada en su cápsula espacial, dejó de sentir remordimientos de conciencia por leer literatura erótica, pues supo que la biblia misma está poblada de este tipo de relatos. Pero lo más importante, lo que Juanito no se había imaginado que pudiera pasarle, le ocurrió. Se enamoró a la distancia de una de las escritoras de la página azul. Leyó y releyó todo lo que ella había escrito, y llegó a la conclusión de que se trataba de su alma gemela. Procedió a crearse un nick para poder tener acceso a la página, pero por más comentarios que le dejaba en su ldv, ella no le contestaba jamás.

La vida se le fue haciendo difícil a Juanito. Soñaba en azul. Su pensamiento lo ocupaba constantemente la chica de la página azul. Recordó un cuadro de Rene Magritte que en una ocasión vio en la clínica de su terapista. Se trataba de una sencilla litografía, pero la imagen lo perseguía. Eran dos personas, un hombre y una mujer, besándose con los rostros cubiertos por un velo. Así exactamente se sentía él. Como si un velo cubriera sus ojos y los de su amada, y estuvieran condenados a no verse jamás.

Cuando por fin reunió valor para contarle de esta situación a su terapista, el sicólogo le hizo ver que eso de enamorarse a distancia de alguien desconocido no reflejaba sino miedo de enamorarse de alguien de la vida real. De mala gana, Juanito tuvo que reconocer que aquello era cierto. Sacó fuerzas de flaqueza y dejó de leer los cuentos de la página azul.

Han pasado un par de años desde el enamoramiento a distancia, pero todavía hoy en día, cuando va caminando por la calle entre una multitud de desconocidos, Juanito se pregunta si tal vez Ella vive cerca de él, en su misma ciudad, pero se ha resignado, como los personajes del cuadro, a no conocerla jamás.

 
yvette,27.08.2009
Textom Trece

Juan había tenido mucho trabajo durante el día, estaba tan confuso que ni siquiera se acabó de poner cómodo, olvidado de las cosas conservó su uniforme de campaña que era ropa negra simulando la de un funcionario, corbata, y en días de acción una manta traslucida para evitar ser reconocido. Acostumbrado a la rutina, hablar a los familiares, negociar, acordar, cumplir, ya casi no pensaba en su comodidad. Entró rápidamente a su computadora, vio una página web azul donde conseguía algunos clientes potenciales, luego vio el periódico donde se decía que estaban a punto de encontrarlo, se rio, irónicamente, luego entró a su correo para ver si ya había listas algunas negociaciones, revisó algunos pagos pendientes, Internet, renta, nomina de policías, nomina propia. “Con estos gastos vamos a reventar”, pensó. Quería comentar algo con sus ayudantes pero no vio a ninguno. Era la hora de la comida. Nos estamos burocratizando, pensó y se tornó enojado.

Terminó de llegar, tiró algunas de sus cosas sobre el piso. Y se dirijió al area de cautivos, ya lo habían catalogado algunos periodistas como víctima del síndrome de Estocolmo. Pero ahí, el era el jefe. Su banda, Los Tortolos solo secuestraba mujeres hermosas sin importar su nivel económico y su misión era enamorarlas. De hecho no las liberaba hasta que cayeran en su amor. “Vaya enfermedad”, dijo su esposa. Pero era comprensiva y sabía que era parte del trabajo. La única en la casa era la víctima. “Como dejan al cliente solo”, razonó.

Se dirigió a la cama donde posaba el cuerpo semidesnudo, y sólo lo era semi porque tenía una ligera blusa de dormir y en la cabeza una manta que le impedía ver quien entraba o salía, así como registrar olores y otros datos que luego tras la liberación, pudieran incriminarlos. Estaba amenazada de que si se la quitaba sería asesinada, tenía una mano esposada a la cama. Lle encantaba que su secuestrador entrara, le platicara como le había ido en sus negocios, le llevara personalmente la comida, la besara y finalmente le hiciera el amor.

Se sentó en el colchón, comenzó a acariciarla desde los pies, por las piernas hasta los pechos. Luego apagó la luz. Cuando llegó a la cara con sus manos, trató de meterlas en el rostro, pero tenía la manta que le impedía ver. Comenzó a besarla. Acarició la manta como si fuera su piel. Acercó su rostro también encapuchado al de ella y juntaron sus bocas que quedaron sólo separados por la tela de ambas máscaras. De pronto se percató de que la manta tenía perforaciones a la altura de los ojos, esos agujeros no estaban ahí en la mañana. Le pidió que hablara. No reconoció su voz. Molesto prendió la luz. Al entender que no era su amada secuestrada sino una policia dió un grito desesperado, pronto entraron otros miembros de la policía y fue arrestado. Hasta en el amor hay traición.
 
yvette,27.08.2009
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Pueden votar todos participantes y no participantes.
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ninive,28.08.2009
Texto catorce

El fuerte golpe que Antonio propinó en la mesa sacó de su
ensimismamiento a sus dos compañeras. -¡Despierten! y
respondan: ¿que carajos ven en ese maldito cuadro?. Tina hizo una
mueca de hastío mientras observaba "El Beso" de
René Magritte. Renata hizo lo propio aunque con un poco mas de
interés pero sin decir palabra alguna.
Antonio ya no tenía paciencia; debían terminar entre los
tres un relato inspirado en aquel cuadro extraño y no
habían
escrito nada, no tenían ni la más mínima idea.
-¡Vaya fiasco! dijo Antonio mientras guardaba sus cosas
encabronado.
Entonces se fijó en los ojos de Renata que lo miraban de una forma
rara. Para su sorpresa, Renata sacó dos pañuelos blancos de
un closet y procedió a envolverse el rostro con uno de ellos,
mientras le hacía llegar a Antonio la otra prenda. Tina
comenzó a reír estúpidamente pero luego calló
al ver que Antonio imitaba a su compañera. Luego ambos se
acercaron
torpemente y unieron sus bocas cubiertas de tela. Así estuvieron
un
buen rato. Fue un beso extraño, pero mas allá de eso, fue
toda una revelación. "Es como si te viera con otros ojos, veo
cosas nuevas de tí" musitó Renata mientras Antonio la
abrazaba emocionado. Tina se levantó fastidiada y los dejó
solos. Esa noche, cubiertos los rostros, hicieron el amor y terminaron de
comprender el cuadro. Muy de madrugada, se pusieron a escribir, entre
besos
y risas, el que sería el mejor relato. Sus amigos de La Pagina
Azul
quedarían complacidos.

 
ninive,28.08.2009
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compromiso,01.09.2009
Los textos participantes en el Super Reto Celebración aniversario de la página de los cuentos.net en la categoría de bProsa/b, son los designados del número UNO al CATORCE.
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yvette

Están invitados a participar todos los cuenteros de la página en la votación, presentando sus votos del 1 al 3 de setiembre en ambas categorías, hayan o no participado con sus trabajos.

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