Lo dudo... máxime cuando, si se llega vivo aun a las costas.. ella mismas se encargan de ello. Y ahora que lo menciona... no recuerdo el nombre del padre, que era progenitor de variados seres marinos.
Error hubo en la descripción, amable en no acentuarlo. He hecho un mix de la sirenas homéricas y las propias del siglo VI en adelante.
Siendo ya avanzada la edad de las horas, no me entrego aun a los brazos de Morfeo. Veo que tampoco usted.
Yo, he decidido dar un paseo por cierto sendero...

Mucha razón tiene Ud. al describir esos seres maravillosos de la mitología griega. La especialidad de las sirenas era la música vocal e instrumental y se afirma que madre de las sirenas era Terpsícore (musa de la poesía y la danza), pero sus cantos bellos y seductores, contenían un destino fatal y la muerte esperaba a los marinos hipnotizados de sones celestiales.
Será bello morir en medio de cánticos divinos?

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por favor! voz... mil disculpas, a estos torpes dedos.

Oh! esos seres emplumados, mitad pez... de vos tan bella como peligrosa...
Roguemos al buen hermano de Zeus, nos proporcione buen viaje al atravesar sus dominios.

Y las sirenas entonarían
cánticos marítimos y acuáticos
a los marinos del mediterráneo,
encantándoles y seduciendoles
con sus voces divinas y sus arpegios heredados de las musas.
En el parque sagrado del Olimpo se abrirían los frutos del néctar y la ambrosía... alimento eterno de los Dioses.

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Inteligencia y amor. Sabia elección. Apolo podría aportar música... el enamoradizo ❤ Zeus se presentaría con la velocidad del rayo, casualmente...

Yo intentaría llegar a Zeus a través de Atenea o Afrodita, sus hijas predilectas, allá en la mansión eterna del Olimpo celeste.

Eso creo truenos.

Yo creo que una travesía al borde del cielo, sujetados al Monte Olimpo, podría acercarnos a Zeus con sólo respirar.

Buen domingo a usted también.

truenos:
La busca del Dios perdido es una aventura fascinante cuyo sendero de investigación y hallazgo se encuentra en fértil y maravillosas visiones.

buen domingo.

Ah! Los corazones dolientes ... ardorosos de odio e ira, de puro amor.