Con solo mirar tus ojos, te reconocí. Supe que había vuelto a encontrarte cuando tus ojos y tu sonrisa me hablaron, en ese lenguaje que solo nosotros entendemos, y en el que, con solo una mirada, hiciste aflorar el amor que, desde siempre, tenía guardado para ti. Un amor que atraviesa las barreras de tiempo y espacio, y que nace y renace en cada vida que volvemos a compartir. Un sentimiento que desde siempre estaba en mi interior y para el cual solo tú tienes la llave y sabes como hacer renacer.
Sin embargo, esta vez habíamos creído que no nos encontraríamos y habíamos empezado caminos diferentes.
Estos nuevos caminos que ambos teníamos hacían que fueras un imposible, inalcanzable tal vez, pero lo que empecé a sentir al verte, fue mas fuerte. Y sabía también que en tu interior las sensaciones te hacían sentir diferente, extraña, enamorada como nunca, presa de un sentimiento único y diferente. Mi corazón latió con fuerza al verte y pese a que éramos viejos conocidos, no pude evitar sentirme como un quinceañero. El mundo daba vueltas a mí alrededor y las palabras se me enredaban. Me sentía embriagado de amor por ti. Y no supe como, pero en mi nerviosismo me atreví a robarte un beso: me puse frente a ti, y aunque sentías miedo, querías volver a sentir mi boca sobre la tuya. Me acerque, y al unirse nuestros labios, la magia que siempre nos ha unido renació. Fue un beso único, increíble. Un beso que solo los amantes eternos se pueden entregar. Te abracé y en ese abrazo te hice el amor, tan compenetrados estabamos.
Por un momento sentí que el tiempo se detenía, o al menos así lo quería. Necesitaba que así fuera. No quería dejar escapar ninguna sensación de ese instante. Quería atesorar en mis manos y en mi piel cada caricia y cada roce. Sentir como el calor de tu cuerpo se confundía con el mío y como yo volvía a ser uno en ti. Entrelazar nuestras lenguas, nuestras manos, nuestros sentimientos. Sentir el latir de nuestros corazones al unísono y hacer que el mundo sea nuestro. Captar en tu respiración agitada que soy tuyo y que te gusta sentirme de tu propiedad.
Sentir tu pelo rozando mi cara y tu entrega total, soñar que eras mía desde siempre y para siempre...
Lo de después, es algo que solo tu y yo sabemos y que nadie podrá repetir tan solo nosotros…