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La ciudad amanece húmeda y se dibuja serenamente bajo el cielo gris, los sucios techos de las casas abrigan las esperanzas de limeños ansiosos de actividad. Los viejos motores del transporte público inundan veredas y pistas repletas de hoyos. Se oyen los cantos de matutinas aves. Lima empieza a palpitar, y en muy pocas horas, el caos será perfectamente perceptible desde cualquier rincón. Por ahora solo los recios obreros desayunan en las calles, algunos barrenderos menean sus escobas y dejan listo el lienzo de la rutina.

Echa un rápido vistazo a la bolsa de caramelos antes de abordar el ómnibus que se avecina; parece tener la cantidad de pasajeros ideal, ni mucho ni poco. Se persigna antes de solicitarle al cobrador del ómnibus que lo deje trabajar. Esta mañana amaneció con un terrible dolor de estomago y un sabor amargo en la boca, su mujer le ha dicho que puede ser el hígado, que lo mismo tenía su hermano, el Huilmer, que se curó con unas pastillitas que le regaló su jefe y eso sí, nada de trago. Por otro lado al pequeño John, su hijo de seis años, sufre de asma, y tal parece que este año, no va a poder ir al colegio. Señores pasajeros, quien les habla lo tenía todo, y ahora no tengo nada carajo, solo este condenado dolor de estomago, no me des la espalda, mi hijo esta enfermo, y cinco soles, cinco soles es lo único que necesito, veinte centavos la unidad, cinco por un sol, ayúdame por favor, colabora. Segurito que me engaña, la veo rara a la Jenny, ese huevón del tombo que se las da de bacán, puta madre, ahí si me olvido de Dios y de todo los santos, caramelo, caramelo de limón. No sueltan ni veinte centavos estos desgraciados. El ambiente lleno de indiferencia se enfría con el aire que se cuela por las ventanas descuadradas. Un hombre maduro y de tímida calva se rasca la nariz en señal de incomodidad, una hermosa mujer vestida de falda corta, coge su bolso firmemente, con justificada desconfianza, y se cubre con él las piernas, un frenazo remece las ideas del resto de pasajeros y uno de ellos, una diminuta mujer de cabello corto que parece un niño, compra unos caramelos y termina de irse al cielo por la ruta C. Gracias compadre. Algo salió carajo, ese, ahí me mando.

Las arterias de la capital están atestadas de vehículos, ahora es imposible llegar rápido a cualquier lugar. En las esquinas los kioscos secan los titulares, lo mismo de siempre, alguna que otra tropelía de la clase política o algún escándalo de vedettes, estafa y drogas; la carne está en el escaparate, lista para que los acostumbrados comensales tomen su ración de mentira, son las letras de la inmoralidad que apaciguan a viejos adictos. Es invierno en Lima, y al medio día el sol fracasa y queda rendido sobre la extensa nube gris que nos recompensa cubriendo nuestros pecados de la vista de dioses pretenciosos hartos de jugar a las escondidas.

El vaso de vidrio resbala de sus manos y golpea contra el suelo produciendo un sonido lúgubre, como el de las lágrimas secas en el desierto. Sin lamentarse más de lo necesario, empieza por recoger los pedazos de vidrio, y entonces una astilla diminuta lastima uno de sus dedos y aparece una intensa gota de sangre que termina con el breve accidente. Un vasito señora, bien calientito, un poco de chicoria para el hígado pues seño; ya joven, ay caray otro vaso menos, ahora pues, el Walter se va a molestar feo conmigo, ay caray, como me duele la espalda, ahora pues para ir al medico, cuando, en que momento; tome joven, cincuenta centavos. El insoportable ruido de la calle no enmudece los pensamientos de los moradores de la ciudad y, menos aun, los dolores que mellan los incansables movimientos de los más vitales personajes. Un emoliente señora no tan caliente, rapidito no más, tome cóbrese; ya señorita, ay, voy a hervir mas agua, ojalá no se me acabe el kerosene, este ocioso de Estiven que no le da la gana de ir a comprar, que voy a hacer con este muchacho inútil.

El día desabrido cayó indiferente y la noche húmeda libera a las criaturas más curiosas y temerarias. Un hampón arrebata carteras mientras las prostitutas terminan de perfumarse antes de calmar, tal vez, las angustias y deseos de inquietos hombres hastiados de la rutina, extenuados del timbre del teléfono y hartos de las caries de su esposa. Los niños con suerte son puestos a buen recaudo, los que no la tienen, realizan encomiables esfuerzos por comer a la mañana siguiente. La ciudad se alista para sangrar y enciende sus luces, en señal de desafío a la oscuridad que todo encubre, sin moral, sin castigo.

Divisa al final de la cuadra grandes bolsas de basura, y sin pensarlo dos veces, como quien ha visto una mina de oro, camina rápidamente, antes de que alguien más, le ponga la mano encima a todos esos desperdicios de la clase media. Primero palpa las bolsas buscando algo sólido o que simplemente parezca aprovechable. A ver, uy chucha, esto parece bueno, que me miras sapo, es basura, pituquito de mierda; chucha que buen material, me gané carajo, mira ve este juguetito esta como para mi Estelita. Una tenue neblina deambula por calles y avenidas como para mantener en secreto algunos detalles de la ciudad, que bien pueden obviarse. Listo me doblé, hoy me voy temprano, un par de horitas más, puta como me duele el pie carajo, uñero dicen que es, tas’ huevon no le pago a nadie, mañana me lo curo yo mismo, es una uña no mas carajo, ta’ pero como duele carajo. La noche avanza lenta y somnolienta, como para darle tiempo a los habitantes de la ciudad para que se acomoden en sus cascarones, un hoyo en el cielo se transforma en la luna, pero rápidamente es cubierto por una nube gris de dimensiones tristes. Que rica hembra carajo, y saca su basurita, si mamita déjamela ahí no mas, ahorita la reviso y de ahí te reviso a ti, a ver, a ver; ni mierda carajo, misios.

El alba esta a punto de rayar, y los intrépidos seres nocturnos, caminan somnolientos hacia sus guaridas, es el punto máximo de quietud en esta terca y caótica ciudad, el péndulo esta listo para recorrer el camino infinito. Un pajarillo sacude la cabeza y emite un canto místico y encantador, estira las alas y vuelve a cantar, esta vez con mas énfasis, entonces Lima empieza a resquebrajar los sueños de sus habitantes y le da de lleno un golpe en la nuca a los más ingenuos.

Texto agregado el 24-04-2005, y leído por 143 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
24-04-2005 ademas de la hitoria o el relato, me gusto la forma de dibujar las palabras, me gusto mucho juanitaR
 
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