Dejarse amar
por ese ser que vibra dentro,
gemir bajo tu piel,
renacer entre las sombras
itinerantes o silenciosas,
entregar la vida a los sueños
que se yerguen
en ese cálido desliz de las fronteras.
Saciar el alma,
estar y no junto a tu piel
en ese abismo de los labios
latiendo entre las lenguas,
morir así,
bajo el sol de tu silencio
intercalado en mis entrañas,
rozar el cielo
en una bocanada de ternura
que nada somnolienta.
Todo se declina
en un murmullo de mil mundos
rondando los instantes,
anclada en ti amo
el recorrido de tus ansias,
para perderme
en la finitud de los suspiros y las manos.


Ana Cecilia.