Ya me veo ahora vagando otra vez,
una noche de Sábado,
entretanto desprecio a mi reflejo muerto.
Las hojarascas que eran
puertas del miedo
me arrojaron infantilmente el color de las profecías.
Pero qué extraña coincidencia,
ya que rodeaban divertidos a mi hermano.
Ese mismo que escapaba de mis ideas,
de las ideas que sonreía en inspiración enamoradiza.

Como contemplando el mar una noche
reagregando a mis oídos,
después de terminado el Sábado,
la perfección del amor sin éxtasis.
Así mismo le dije a mi hermano
que las hojas a su alrededor
eran mis ideas robadas por mi propia mente.
No me hizo caso,
prefirió embellecerse con ellas
y dejar que el miedo se convierta en ira hacia mí.

Aún no puedo olvidar su rostro alegre
bailando al son de las hojas.
Se dará cuenta tarde –le dije a mis oídos.
Y me fui junto al mar y al amor que
me protegían de las profecías.
Lo peor fue cuando me dijeron
Que cuando me vio por el horizonte
Agarró las hojas y se abrió las espaldas.

Ya me veo ahora vagando otra vez
una noche de Sábado,
contemplando en el mar su reflejo
y por sus espaldas el miedo corriendo.