Caminar sobre los sueños,
es llegar,
es tocar el impulso detenido.

Respirar la esencia que se atrapa
y se encierra en la caja de cristal.

Volar, volar alto
donde la imaginación
toca el cielo
y la lluvia se esfuma
en el vuelco de una ola.

Soñar es sortilegio
de los tiempos en pasados
proyectados al futuro.

Es subir, subir
por los peldaños
de la infinita escalera
que no lleva pasamanos.

Es voltear el instinto
presintiendo la ausencia
de la pura realidad.

Es dejar que escape la palabra
y en su magia de mensajes
se revierta en el camino.

Es dibujar en los párpados cerrados
la figura transparente con alas de luces
escapando de las manos
como palomas de papel.