| Y caminé demasiado esa noche. Decidí perderme deliberadamenteentre unos callejones de mi barrio, así que encendí un cigarro y seguí el paso
 de un perro que iba frente a mi. A pesar de la oscuridad, distinguí una casa pintada
 “chillonamente” con colores verde fosforescente en la parte frontal y una gran puerta
 amarilla. Me acerqué al patio frontal de la casa y noté que el pasto estaba repleto de
 adornos cursis de cisnes y otros pajarracos de utilería. Vi un bulto amarillento en el pasto y me agaché a ver qué era. Era un pollo de hule decapitado.
 Tomé la cabeza y el maloliente cuerpo del pasto y caminé hasta mi casa. Subí a mi cuarto y recosté al pollo decapitado en la cama. Olía tan asquerosamente mal que fui al baño a lavarlo con detergente, limpié sus alas de pollo de caucho y remojé sus patas en cloro. Lo perfumé y lo llevé a mi cuarto. Cocí su cabeza con uno de los cordeles de mis zapatillas y quedó como nuevo. Inmediatamente el pollo, en agradecimiento creo, picoteó mi cráneo. A pesar que su cabeza se ladeaba por haber estado decapitado, las marcas en mi cráneo estaban sólo en un sitio; decidí llamarlo Pancracio.
 Pancracio me levantaba todas las mañanas haciéndome oler sus detestables juanetes de caucho, mientras aún estaba a medio dormir. Cuando estaba feliz, me picoteaba el cráneo hasta que se aburría y era ahí cuando lo sacaba a pasear con un collar de perro en su cuello cocido. La gente nos miraba, las viejas verduleras corrían y los niños le tiraban piedras a Pancracio, hasta que los perseguía con un palo.
 Un día, Pancracio comenzó a notarme extraño y ya no me picoteaba el cráneo, sino el pecho, cerca de mi corazón. Comenzó a formar en mi pecho un agujero; Pancracio no comía mi carne, sino que seguía escarbando mientras saltaban los pedazos quién sabe donde… Pobre Pancracio, un día murió envenenado,… y desde el día en que murió, dejo de escarbar…
 
 (Este pseudo "lo que sea" fue inspirado en el único ser que es capáz de curar ese agujero.. Cobow bebop..)
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