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Inicio / Cuenteros Locales / caio / LA NÚMERO 5

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Estoy en medio de un campito. Sobre el lado de las vías hay un par de ladrillos que simulan un arco. Nadie se acerca y me siento como una especie en extinción. En el mundo todos opinan que si me tuvieran más en cuenta las canchas estarían llenas y jugar a la pelota seria una realidad, un juego donde el ganar o perder pasaría a ser una estadística o una anécdota.
Cada vez extraño más las caricias de los tapones de un botín, ya no siento la euforia de girar, extasiada, por el aire desorientando a algún arquero con una rosca o un chanfle perfecto. No hay aplausos ni un “oleee” por los caños o el firulete de una gambeta. Más bien tropiezo con una multitud de piernas que buscan otras piernas antes que rescatarme del hondo secuestro en que me encuentro. Ya nadie me peina, me duerme en su pecho o me saca a pasear en bicicleta.
La nostalgia me pone sensible y mamenga…y añoro a quienes me entretenían bajo su suela y repentinamente ilustraban el paisaje con un taquito. Necesito embarrarme, volver a las fuentes. No quiero el césped sintético; quiero el baldío con piedras y llena de polvo o el potrero con pasto y algunos espartillos. No más pizarrones ni movimientos mecánicos.
Todo ha dejado de ser como era entonces. El win hoy es extremo, el volante de costado, es carrilero, y el diez de enganche pasó a ser media punta. Antes los domingos eran mi carta de presentación, ahora no importa el día, siempre debo estar vestida para la ocasión y de tanto ir de un lado para el otro, olvido, a veces, a que juego.
Cuantas cosas se han perdido! Las banderas tienen un límite. No hay tantas radios en las orejas de los hinchas y el compartir con la familia un domingo de cancha, ha desaparecido. A Dios gracias que no censuraron los cantos pues sin ellos se termina el folclore, se desvanece la esencia, la alegría…el porque de este juego.
Ahora, ante la evidencia de lo inexorable, solo me queda por aguardar (¿o soñar?)Que algún atrevido se revele ante esta reforma futbolística que quieren imponer los constituyentes del juego más hermoso del mundo y renueve en mi la ilusión de sonreír y llorar con un gol de antología; ese, que transforma en poesía un relato hasta el extremo y nos recuerda aquel “¡barrilete cósmico!”.
Por favor, este es mi ruego, y este mi mandamiento: “ámenme como yo los amo” y recuerden que las cosas siempre deben estar en el lugar que le corresponden respetando por sobre todo su esencia. Y no importa si la moda me cambia el nombre. Me llamarán tango, etrusco, jalisco, roteiro…con tiento o sin él nunca dejare de ser la pelota, aquella que a pesar de revolcarse en el fango, no se mancha.

Texto agregado el 01-06-2005, y leído por 274 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-06-2005 ¡Qué grande, Caio!... Comparto con vos (o con la Nº 5, en realidad) ese sueño de hacer que el fútbol sea tan mejor como antes de toda esta mierda de tecnicismos y pizarrones que tan poco respetan al hincha y al "útil" (la pelota según los maestros uruguayos). Mis 5 estrellas, con forma de pelota de fóbal. vaerjuma
 
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