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		| Cuando yo me encuentre muertoconvertido en un cadáver
 dentro de un negro ataúd,
 no quisiera que haya llantos
 ni sollozos quejumbrosos
 que se escuchan por costumbre
 en los tantos velatorios
 de este mundo triste y cruel.
 
 Para mi pobre entender,
 a los muertos se respeta
 con mesura y en silencio,
 pués los gritos destemplados
 y las muestras de dolor
 cuando son muy desmedidos
 muchas veces no demuestran
 el cariño y el recuerdo
 que se tuvo por el ser
 que yace como dormido,
 porque así lo designó
 el Señor que está en el cielo.
 
 El velorio que es discreto
 moderado y respetuoso,
 para mí es una prueba
 del amor y del aprecio
 que en la vida conquistó
 el que más tarde difunto
 cultivó decentemente
 a través de su existencia
 en el medio familiar,
 laboral ó sociedad
 en la cual participó
 en los días de su vida.
 
 De ahí viene mi deseo
 de pedirles a los míos,
 cual si fuera un testamento
 que se debe de cumplir,
 cuando llegue ese momento
 de abandonar esta tierra
 y se incineren mis restos
 como voluntad postrera
 de este humilde servidor.
 
 Miraflores  04  10  2001
 
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Texto agregado el 04-06-2005, y leído por 230 
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