A ti, la niña que sufre
a la luz de un trocito de nada
te ofrezco la tela de mi alma
para que duerma bajo tu almohada.
Quisiera hablarte de amores
que jamás me dijeron nada
para que sepa tu dulce mirada
que nunca te has perdido nada.
El tiempo no miente chiquilla
cuarenta campanas te hablan
que saben que en alguna otra orilla,
aquel que tu no imaginas
te rima los versos al alba.
Quisiera vivir en su pecho,
siempre sin decirle nada,
para que tu primera caricia
pasara cerca de mi alma.
Él llegará, florecilla,
como cualquier primavera,
vendrá vestido de viento
y encenderá tus caderas.
Tendrá la mitad de mi vida,
la otra no sirve de nada,
y con el jazmín de su sonrisa
te construirá una coraza
para que así reine la alegría
donde antes no había nada.