Esta es la historia de Manolito, un niño de esos que todos llamarían malo, tenía los pelos de punta, las rodillas empostilladas, un moco eterno y las uñas siempre negras.Cuentan que un día fue de excursión al campo con su colegio y a las primeras de cambio se separó del grupo y se introdujo en el espeso bosque de encinas y jaras, siempre andaba de puntillas para no ser oído y cada dos por tres miraba a su alrededor para confirmar que sus travesuras no serían vistas.
Al poco de iniciar su aventura campestre vio un hormiga que tiraba de una semilla para llevarla al hormiguero, anduvo de puntillas se colocó detrás, levantó su pie y...

-Hormiguita... ¡Te aplasto po sí!

Dejó a la hormiga pegada al suelo como si fuera un sello de correos mientras reía a carcajada limpia. Orgulloso de tan valiente acto continuó su camino cuando observó como un caracol intentaba alcanzar la espesura de un matorral, corrió de puntillas, se puso detrás y...

-Caracolillo...¡Te aplasto po sí!

Cuando levantó su zapato el caracol estaba enterrado en el suelo de tan enorme pisotón, aunque pudo ver como ese niño con los pelos de punta reía y reía saltando de alegría.

Siguió su paseo y a lo lejos vio algo que llamó su atención, en medio del camino había una bella flor a la que llaman "siempre viva", pues sigue siendo bella aún cuando se seca, Manolito empezó a andar alrededor de ella, levantó su zapato y...

-Florecilla...¡Te aplasto po sí!

Se reía tanto y tan fuerte que los polluelos de un "rabilargo" despertaron en el nido de una encina cercana, Manolito miró al nido y pensó como podría pisarlo, pero era imposible subir tan alto, así que agarró una piedra, sacó la lengua, cerró un ojo, se sorbío el moco y...

-Pajaritos...¡Pedrada po sí!

Manolito se revolca por el suelo ríendo y pataleando pero entonces escuchó algo:

-Psssssshhhh, pssssshhhhhh

-¿Quién me llama? - Preguntó Manolito-

Y otra vez se escuchó lo mismo:

-Pssssssssssssshhhh, pssssssssssshhhhhhhhhh

Manolito empezó a buscar, primero detrás de los árboles, luego detrás de unas rocas, pero no había nadie...

-Pssssssssssssshhhhh, psssssssssssssshhhhhhhhh ehhhh soy yo, ¿es que no me ves pedazo de mendrugo?

Manolito comenzó a correr pero no dejaba de escuchar a esa persona, entonces paró esperando a ver que le decía:

-Niño malo estoy aquí en tu hombro...

Se miró al hombro y allí estaba, era una persona muy pequeña, vestida de verde, Manolito le dio un manotazo y cuando cayó al suelo intentó pisarlo pero el duende saltaba y saltaba haciendo piruetas en el aire, cuando Manolito se cansó se sentó en el suelo, entonces el duende se le acercó y le dijo:

- ¡Soy Toberlifi, el duende que cuida del bosque, he visto todo lo que has hecho y te mereces un buen castigo, a no ser que te arrepientas y me prometas que nunca más lo volverás a hacer!

Manolito se levantó y le dijo:

-¡No me arrepiento de nada y como no me dejes en paz te aplastaré hasta dejarte hecho un cromo!

Toberlifi puso los brazos en jarra, fruncío sus cejas y dio un enorme salto dando la vuelta en el aire, cuando estaba a la altura de sus ojos se metió las manos en el bolsillo, sacó unos polvos mágicos y...

-¡Achilipú!

Se lo echó encima, Manolito se reía de tan estupido castigo, pero sus risas se volvieron lágrimas al darse cuenta que lo había convertido en una fea y dura piedra, eso si con sus ojos y su boca, ahora el que reía era Toberlifi que saltaba sobre él mientras se tiraba pedos con el sobaco. Manolito lloraba y lloraba gritando:

-Yo no quiero ser una piedra, ¡mamá, mamá, papá, papá, Toberlifi te prometo que nunca más haré esas cosas tan feas, cuidaré de todos los animales y de las flores, te lo juro!

A Toberlifi se le ablandó el corazón, así que se metió otra vez la mano en el bolsillo y le echó los polvos mágicos, Manolito se convirtió otra vez en niño, fue a abrazar al duende y...

-Duendecillo...¡Te aplasto po sí!

Dejó a Toberlifi reventado siendo el duende más patético jamás visto, Manolito siguió su camino y su vida llegando a ser presidente del fondo monetario internacional.(FINAL PARA ADULTOS)

FINAL PARA NIÑOS

A Toberlifi se le ablandó el corazón, así que sacó sus polvos mágicos y dijo:

-¡Achilipú!

Manolito se convirtió en niño, abrazó a Toberlifi y corrió a curar el daño que había hecho a todos los animales y plantas del bosque, y dicen que nunca más, nunca más se portó mal con la naturaleza.