| A todos los pobres hombresque buscan sueños desnudos, congelados,
 en neveras vacías
 para salvarlos de la muerte,
 para convertirse en sus héroes,
 y adoptarlos en el pecho,
 y escudarlos con el alma...
 
 A todos los inconsolables desamparados
 que ven en un cielo estrellado,
 otra imperdonable posibilidad
 de formar, uniendo estrellas,
 el tímido rostro de una ilusión venusta...
 
 A los que, sin quererlo nunca,
 están anclados a la innata costumbre del suelo,
 sin vuelos esperados, sin libertad en las pupilas, sin dolores blancos,
 tragando alas ajenas o nubes que bajan...
 
 A todos ellos, que parecen muchos
 pero son tan pocos,
 les otorgo la posibilidad de un cielo eterno,
 de una caída libre -por fin- sin suelo, sin fin,
 les concedo la certeza del tiempo,
 les reitero la imposibilidad de un jamás,
 con la única y sincera garantía
 que dan estas palabras paridas por el alma,
 erguidas solemnemente en un muro de piedra eterna
 hacia sólo un corazón...
 |