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Inicio / Cuenteros Locales / lalo2912 / La mujer más bella (2)

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a Mariana Gibson

Extraña. Así fue esa mañana cuando Lucas terminó de pintar a Mariana en las telas de su estudio, con los cabellos castaños que le vestían el pecho de pura vergüenza; y la prenda única, un pantalón crema de lienzo casi transparente, que descubría sus piernas de niña mujer crudas de deseo; y los ojos cerrados pero verdes como el interior de una palta madura, que parecían latir dentro del cuadro, girar hacia los rincones del estudio y mirar a las demás mujeres retratadas y darse cuenta que ella era la más bella. Pero no, Mariana tenía los ojos cerrados, la mirada envuelta en una sábana blanca larguísima con luz al final, tal vez.

Y la nariz, con ese prestigio estético que no tiene que ver con la grandeza o la curvatura o lo fino y puntiagudo, sino con el aire que aparentaba respirar con facilidad dentro del retrato, y sus labios de resaltador rosa, estrellados contra la misma tela, y la expresión precisa y los agujeros puntuales a los lados de los labios y su desesperación de querer ser querida y saludar con besos al primero que la bese.

Mariana es una realidad interminable, como un aroma fatal, un recuerdo silvestre; como una imagen extraviada, pero no en un laberinto, sino en una habitación corta que está dentro de otra habitación corta que está dentro de otra. Y ver su quietud es inquietante, igual que alcanzar el dinamismo de un pez en el agua con la mirada.

Con Mariana, Lucas entendió ese ajedrez universal que es la conversación, un diálogo fácil, una similitud o una sinonimia de la respuesta y la contrarepuesta y la pregunta y la contrapregunta; hasta terminar en un reconocimiento de labios que los unía y los desunía de segundo en segundo para respirar con más fuerza.

O también, ese ajedrez universal del silencio dual por las tardes; y con las miradas al techo, para seguirle la vida al humo de los cigarros mal apagados en el café; y así era como ella caía en una belleza simple; simple como decir clip-clap o elegir el número ocho al azar; o como las líneas del dibujo de un pez en un solo trazo o el fuego rápido de un encendedor; o simple también; como decir que la vida no es vida y nunca entender una explicación, sino solo aceptarla cruda, incierta, quijotesca, blanca, transparente o incluso a veces invisible.

Una bella mujer de ojos turquesas, pálida, uñas cortas y castaña limpia, y además siguiéndole la vida al humo de los cigarros que se agotan en los ceniceros como tumbas, y además también, una mujer de belleza violenta, penetrante, impuesta y obligada; porque todas las mujeres muertas son bellas, pero nadie tanto como el cadáver de Mariana, arrinconada en un mueble para uno o para dos o para mil objetos; para Mariana y Lucas y el vodka y la música por el aire que es su único espacio, y las lágrimas con toda su composición química de sal y hache dos O; y sus pesos, sus uñas, sus pelos, sus almas, sus revistas, sus libros, las tazas de café, las cucharas, el azúcar tirada, sus dobles idiomas, el tiempo que acumularon juntos, todo. Todo alcanzaban en ese sofá; pero ahora Mariana, posando desnuda y quieta, su último retrato, su última velocidad en la pintura, en los pinceles de Lucas, que se ha venido muriendo de a pocos, y ella que se ha venido desmuriendo con el retrato, inmortalizándose, así se ha muerto la mujer más bella, la que parecería que nunca ha muerto.


Esa mañana fue extraña, cuando Lucas terminó de pintarla, cuando entendió que la vida no es vida, sino cualquier otra cosa. Tal vez la vida era Mariana en el sofá, o Mariana en las fotos enmarcadas del departamento, o ella en el pasado; evitando bostezos, saliendo del cuarto para abrazarlo por detrás mientras desayunaba, saliendo con el cabello licuado, descalza, mínima, pero viva y saludándolo en la mejilla diciéndole buenos días mi pintor, mientras le robaba el cigarro de los dedos y le daba una piteada o dos, hasta cansarse y regresar a la habitación, otra vez.


Buen final… La situación cotidiana. Sin embargo, creo que podría ser más corto. Ojo que el texto va en una página y Giuliano debe diagramar… Lo que está en celeste puedes mejorarlo, lo verde son algunas de mis indicaciones.

Texto agregado el 14-06-2005, y leído por 137 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-06-2005 tal vez la vida era mariana...que tarde nos damos cuenta de que los gestos, guiños y son bostezos son importantes en nuestras vidas y que sin ellos...no somos nada...que al perder un gran amor...perdemos tambien la vida...me encanto!!...muy bellas letras llenas de sentimiento y verdad... cristal
 
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