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Al mirar ese dibujo, por simple y soberana asociación de ideas, recordé algo que rondaba mi cabeza ayer más o menos a esta misma hora. Por encadenamiento de la palabra hora, reapareció después una idea que esbozaba hace poco, no sé si la soñé o estaba allí a la mano para que la digiriese, no podría precisarlo, son tan vagas a veces las anotaciones que hacemos en nuestra mente que basta que aparezca un elemento que nos distraiga para que el apunte quede sepultado bajo el marasmo posterior. A veces, escarbando en mi memoria se me han aparecido seres que ya había olvidado por completo, personas que alguna vez caminaron a mi vera tan callada e imperceptiblemente que dejaron huellas de escasa profundidad. Pero están allí, sepultadas entre mis imágenes y de pronto salen a flote como un cadáver que me apunta con su dedo acusador. Por imperio de la invocación, se despliegan ideas y personajes que revolotean sobre mi cabeza como alborotadas y cenicientas mariposas. ¿En que repliegue de mi cerebro se encontraba por ejemplo ese tipo de rapacidad infinita, engendro cleptómano que guardaba en sus bolsillos todo lo que fuese comerciable, que recibía la ayuda de sus familiares y luego, a sus espaldas, les robaba hasta el alma? Su paradojal confinamiento como ayudante de una iglesia, le dio un toque de surrealismo a su final ya que murió casi en santidad, luego de dejar en la calle a los suyos. Allí estaba archivado entre los recuerdos deleznables, al igual que el de ese profesor de expresión glacial que elevaba a sus alumnos a la gloria cuando estos se anotaban algún acierto o simplemente los denostaba en vindicta pública luego de chicotearlos con su fatídico puntero cuando estos –y me incluyo entre ellos- holgazaneaban en clases. Ahora, a mil años luz de distancia en el tiempo, presumo que aquel tipo sufría de una patética bipolaridad, absolutamente invisible a nuestro espanto por esos métodos tan poco pedagógicos y tan emparentados con la inquisición. Mi mente divaga, asocia ideas, regresa y se pierde en bodegas oscuras en las cuales espejea, sin embargo, la apariencia de hada madrina de esa profesora de música, la misma que nos hechizaba con su voz tan dulce, entonando canciones que parecían tremolar al fulgor de su mirada celeste. Ella nos enseñó a amar esa nomenclatura mágica que parecía filtrarse hasta la médula de nuestros huesos haciéndonos danzar, fluir, existir. La música era su enseña y bajo su colorido pentagrama nos cobijamos incondicionalmente. Pero cierta mañana quedamos huérfanos de su presencia ya que ella se fue muy lejos no sin antes despedirse llorosa de cada uno de nosotros. Desde entonces y cuando algunas melodías la invocan, pienso que esa hada fue destinada a viajar por todos los colegios del orbe para sembrar esa maravillosa semilla que de un modo u otro dignifica al hombre. Música, silencio, por contraste, aparece en un fondo nebuloso ese par de mujeres mudas que gesticulaban animadamente, dejándome una inmensa duda sobre sus conversaciones tan encapsuladas, tan crípticas y sin sentido. Sus manos nunca descansaban y trazaban dibujos en el aire y yo las contemplaba embobado tratando de ver aparecer las palabras tras esos gestos extraños. Mudez, silencio, extinción. Viaja, viaja mi mente hasta encontrarme en la víspera de la muerte de mi abuelo. Le recuerdo tan delgado, con sus mejillas caídas y una sonrisa triste flotando en su boca desdentada. Aún ante la certeza de la muerte, tuvo prestancia para susurrarme con su voz quebrantada que cuidase de mi madre y de mis hermanos y yo, horrorizado al verme enfrentado tan de sopetón con una escena de tanta carga dramática, me tragué mis lágrimas de pánfilo y asentí por asentir. –Y córtese ese pelo mijito- me dijo antes de cerrar sus ojos cansados. Peluquería, toreros, asociación de ideas, recuerdo aquel día en que un tío, también obsesionado por mi chasca desproporcionada, me pasó dinero para que acudiera donde un peluquero. Fui porque mi obediencia fue ciega hasta bien entrada mi pubertad. Cuando mis primos contemplaron la obra del peluquero plasmada en mi obsecuente cabeza, se escuchó una carcajada infernal. Al mirarme al espejo, una imagen de extrema ridiculez se presentó ante mis ojos abismados: el peluquero había pasado la máquina con gran eficiencia por mi cuello y mis patillas y había recortado con refinado estilo la fronda de mi nuca, pero sobre cada oreja, la cabellera se abultaba grotescamente, dándome la sensación de haberme encaletado un sombrero de torero. Demás está decir que ese descalabro capilar debía ser remediado a la brevedad y gracias a que mi hermana ya estaba bastante avanzada con sus conocimientos en peluquería, pude recuperar mi honor y ponerme, de paso, a salvo de las carcajadas maliciosas de mis primos. Primos, seres que son casi hermanos, existiendo cada día sin que respiremos las mismas anécdotas o las mismas vivencias. De vez en cuando aparecen en mi vida y entonces atizamos la fogata de los recuerdos, los de ellos que son los míos y los míos que son de todos, fulgurando por un instante para reavivar la nostalgia, para sentirnos cercanos aunque sepamos que al día siguiente, la distancia se hará insondable.

Insondable, como la mente, como las circunvoluciones que atesoran imágenes caleidoscópicas de un ayer inconmensurable con tantos y tantos recovecos que entregan imágenes asepiadas por el imperio de las invocaciones que como remolinos en el agua, nos trasladan en el tiempo con sólo arrojar una piedra que es remembranza y es olvido…















Texto agregado el 30-06-2005, y leído por 512 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
03-07-2005 Hermoso. Asi es. Basta ver algo, una nimiedad y si viene a nuestros engramas de memorias recuerdos que creiamos olvidados... y los re-vivimos... por ejemplo el olor a pan de panaderia me trae el recuerdo de mi abuela...por el cafe con leche de las 5 de las tarde... pero eso no viene al caso! Tu relato es impecable y denota tu sensibilidad. Fue un placer leerte... ***** peinpot
01-07-2005 No es un texto más de esta página.Es una joya. Una preciosa y mimadísima narración sobre los recuerdos y su caprichosa manera de asomar. Lo hacen a veces con más fuerza, y aparecen con unos colores más intensos que los que tuvieron en el "original".- Música y silencio, "córtese ese pelo, mijito"...Gracias por remover y subir esta preciosidad. entrelineas
01-07-2005 Todas estas imágenes, cada de una de ellas, forma una pequeña parte de tu esencia. Está hermoso, así que porrudo? jajajaja. Besitos y estrellas. Magda gmmagdalena
30-06-2005 cuáta verdad encierra tu texto, esos recovecos de la memoria que nos llevan a recordar a seres tn lejanos cuyas huellas hayan sido quizá más impotantes de lo que creemos Como siempre, impecable. Mis saludos y felicitaciones por ese vocabulario tan exacto y certero, sin vuelta alguna.***** india
30-06-2005 Lejos pero lejos lo más impresionante para mí es imaginarte con un parrón frondoso y rebelde como nido de pájaros. Esa imagen me dará vueltas. Del resto solo que estas letras son para atesorarlas. anemona
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