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Pérdida de tiempo

Respiraba hondo. Un… dos… tres... Los años ya le anunciaban lo difícil que esto sería a partir de entonces. Estaba conciente que su descanso no podía durar mucho, lo cual siempre sería así, pues la vida allí se veía interrumpida constantemente; a cada momento alguien, algún ser de la zona, debía dejar sus obligaciones de lado para recordar que el tiempo avanza, y no se detiene ante nadie.
Decidió aprovechar su tiempo para descansar útilmente. Miró al cielo, el día era realmente bello. La luminosidad de éste provocaba una extraña alegría en su corazón. El ambiente en esa zona era constantemente de tanta luz y claridad que se sentían privilegiados. Movido por un impulso de recordar viejos tiempos, se dirigió a la orilla de un río muy cercano a su antigua casa. Iba allí desde niño. Al llegar, comprobó que el lodo se adosaba a la orilla como de costumbre, que el agua se veía igual de cristalina que lo usual, y que cada brisa, aunque fuese una cruel anticipante del hecho cotidiano, dejaba ver que al pasar los años, el sistema horario era el mismo. Ja! Bastante curioso, el sistema horario el mismo de antaño...
Al sentarse en el fango frío, sus pies, ya descalzos, se hundieron en éste. Movía sus dedos, la sustancia café parecía ya conocerle desde hace tiempo. Se deslizaba con toda confianza, haciéndolo sentir vivo por un momento... Se inclinó a beber un poco de esa agua... Aquel líquido trajo siempre muchas sorpresas a su vida.
Comenzó a volar entre pensamientos e ideas algo vagas de su memoria de viejo, y así, tras unos segundos, llegó algo completamente olvidado por él mismo... Estaba mirando el reflejo del agua, como hoy mismo, pero hace ya 40 años. Se inclinaba sobre el montículo d etierra y alcanzó a ver, por sólo un instante un rostro ajeno a él y de un tamaño considerablemente mayor reflejado tras suyo, en la misma agua de río. Al parecer provenía del cielo.
En ese momento bajó de sus sueños, y comprendió que el lugar que habitaba no era común, se encontraba viviendo en una singular especie de burbuja horárica, donde su cielo era el cristal que cubría todo. Quizá solo al llegar a esa etapa de la vida se llega a entender que suelo se pisa realmente.
El ruido constante del día y de la noche se acrecentó fuertemente e iba en rápido ascenso. El anciano puso su adolorida rodilla en tierra y afirmándose de un árbol cercano se puso en pie. El ruido aumentaba moviéndo todo a su alrededor, el mundo entero se estremecía. Miró hacia el cielo. Las dos sombras que vio le anunciaron que faltaba poco. Respiró nuevamente agitado, pero con un énfasis mayor... Allí venía, se acercaba cada vez más, todo a su alrededor se lo anunciaba. La piel se le erizó pensando en que sería tal vez esto, lo último en ver. Después de tantos años, morir en estas circunstancias le parecía insólito. El ritmo de su respiración aumentaba...
Allí venía. Debía decidir rápidamente si saltar la barra como lo había hecho toda su vida, o tirarse al suelo a morder la tierra. Esto último como una clara señal de que el tiempo le quitaba la existencia. Quizo optar por lo primero, el problema fue que su cuerpo ya no le permitía hacer lo digno, sus articulaciones no se lo admitían. No, ya no estaba para eso. Sólo le quedaba una opción. Allí venía... cada vez más cerca... ya casi lo rozaba... ¡Al suelo!
Sus labios quedaron enterrados en el barro, manos, pies y cuerpo entero se veían sufriendo los vestigios de aquella daga de metal platinado. Ésta transitaba por el mundo que ellos conocían recordando diariamente que quien no vive aquel instante jamás vivirá el siguiente. Comprendió de ese modo que ya había visto la última.
Se paró, ésta vez sin mucha dificultad, resultado quizá de lo que acababa de entender, e irguiendo bien el cuerpo tomó una decisión. Debía ir al foco de todo, donde la vida tooca la muerte, y se rozan en uan conversación sin cigilo.
Respiraba hondo, ésta vez con más fuerza. Caminó toda la tarde hacia el lugar, llegó cuando la noche caía sobre los cansados números que ya han olvidado que existen. Cuando alzó la vista por sobre la oscuridad se encontró con un profundo pozo, de unos dos metros de altura sobre el suelo. En su centro se posicionaba una varilla de color negro donde se conectaban tres dagas, dos de color negro y una de color plata., ésta última la causante del término de aire para muchos. Las otras dos cumplían la misma función, pero viajaban a tal altura que sólo se proyectaba su sombra.
Se ubicó al lado del pozo, intentando no perder el equilibrio mientras pretendía alcanzar la varilla que soportaba su pesar. Quiso mover esa fría barra. Su fin inicial era hacerla desaparecer, pero ni siquiera conseguía moverla de su sitio. La desesperación se apoderó de él. Si se enfrentaba nuevamente a lo mismo, esta vez no sería capaz de superarlo. No, no podría oponerse una vez más al tiempo, ya estaba viejo, cada vez más cansado y sabía que esa lucha no la ganaría.
Pasó horas en su labor de destruir la vara del tiempo, sin lograr avance alguno. De un momento a otro el ruido aterrador se volvió a hacer presente. Su respiración se agitó. Se estaba ahogando al ver que todo sucedería una vez más. El viejo veía caer el cielo de cristal sobre él y ya casi no respiraba. La desesperación ya no encontraba lugar y el anciano intentando hacer un último esfuerzo para acabar con todo se posicionó en la orilla del pozo y jaló con todas sus fuerzas. De pronto perdió el equilibrio, su pierna se dobló y su esquelético cuerpo comenzó a caer dentro del temido pozo.
El hombre iba cayendo con gran rapidez, el aire escaseaba cada vez más. Las paredes parecían estrecharse y mil piedras golpeaban al triste individuo en su descenso. Fueron veinticuatro metros los caídos.
El oxígeno ya no existía en ese lugar, sólo habían cientos de cuerpos resecos por el tiempo. El viejo sufrió la misma suerte... El tiempo acabó con él. La hora pasa sin considerar caras, el reloj avanza infinitamente. Ya ni siquiera se ahogaba. Un último suspiro exhaló aquel sin que pudiese escucharse al menos...
Tic-Tac, Tic-Tac.


..: k.RoLciTa :..

Texto agregado el 04-07-2005, y leído por 119 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
25-02-2006 la idea es buena, la descubriste antes q yo! coronel
 
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