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Daniel había tenido un extraño sueño: un muchacho de su misma edad, de piel morena para no decir negra, exóticos ojos azules y un físico perfecto aparecía en su sueño con una sonrisa que producía escalofríos y una mirada que controlaba su mente, ésta que no era normal: Daniel era vidente. Despertó empapado en sudor, y comprendió que era día martes. Los días martes para Daniel no eran normales, y adjudicó este sueño a esa condición. Era una simple pesadilla.

Daniel tenía la manía de caminar cabizbajo, siempre viendo al suelo, por una única razón: no querer descubrir lo que esconden los corazones de las personas que lo rodeaban, ya que con solo verle a los ojos, a su mente concurrían todos sus secretos sin discriminar los malos. Nadie conocía esa característica tan especial de Daniel; él se esmeraba por que nadie se enterara y así no lo molestarían las viejas estúpidas o los críticos de profesión que habitaban en el lugar.

Ese día martes, Daniel caminaba como siempre por la acera derecha rumbo a su universidad, siempre con aspecto pensativo e introvertido, a pesar de que tenía todas las características para ser un chico popular. Siempre llegaba a la universidad y se sentaba en el mismo lugar: apoyado de un árbol apartado, en los jardines se disponía a leer cualquier cosa con tal de no levantar la mirada. El único lugar donde lo hacía era en el salón de clases cuando el profesor impartía la materia.

Pero algo...algo inesperado sucedió: allí, sentado en el mismo árbol y leyendo X Files, un corrientazo recorrió toda su columna vertebral obligándolo incontrolablemente a levantar la mirada y dirigirse directamente a una persona: piel morena para no decir negra, exóticos ojos azules - así como el cielo cuando no hay nubes - y un físico perfecto, acompañados de una sonrisa escalofriante y una mirada dominante... su pesadilla se encontraba parada a solo unos metros de él, mirándolo fijamente. Todo indicaba que lo había llamado desde la noche anterior, solo que esta vez se le presentaba en la realidad.

“Voltea Daniel, voltea!” se repetía Daniel, tratando de poner en uso su dominio mental, pero le resultaba casi imposible, parecía que esa mirada dominaba completamente sus movimientos, incluyendo los mentales. Una lucha terrible en su interior, en su mente... sabía que quedaría exhausto. De pronto un vacío atormentante se adueñó de su cerebro y comenzó a escuchar susurros perturbantes “Conozco tus facultades...yo también las tengo, pero yo puedo dominarte, soy más que tu...” Daniel no podía creer aquello... no sabía si era verdad o solo su imaginación...o no quería creer que era verdad. En ese momento una muchacha se acercó al misterioso personaje y lo distrajo... fue solo en ese momento cuando Daniel pudo separar su mirada y salir corriendo de allí.

Se detuvo unas calles más allá... cansando de correr, jadeos mezclados con susto... notó que se encontraba justo en frente de su residencia; su huida no pudo haber quedado mejor.
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“Quién es...quien es...?” Solo trataba de averiguarlo, pero parecía que ese ser había colocado un candado en su cerebro... estaba bloqueado, su facultad se había vuelto inútil... no le gustaba usarla, y justo cuando la necesitaba no servía. Cada vez que trataba de utilizarla, solo aparecían esos ojos malignos con esa sonrisa que erizaba la piel. No pudo estar tranquilo el resto del día.
Después de horas de pensar y pensar, el cansancio era mucho, su cuerpo y mente no aguantaron más y su cabeza cayó dormida sobre la mesa... más el descanso no fue lo esperado, ya que justo al caer en sueño volvió a ver a su pesadilla, pero esta vez alrededor de algo borroso... había algo más en el lugar... y su pesadilla tenía esa sonrisa malévola pero acentuada y movía la mano izquierda... arriba, abajo... súbitamente esos ojos volvieron su mirada al espectador... “DÉJAME EN PAZ!!” gritó Daniel al tiempo que se despertaba lleno de angustia... “¿por qué tanta angustia?”... las emociones tenían un significado en esos sueños... ¿qué estaba haciendo este hombre allí? “si siento angustia tiene que ser algo malo...pero qué...”

Pasaban los días y Daniel seguía viendo en sus sueños la misma imagen, siempre borrosa, y siempre la mirada volteaba hacia él con esa sonrisa turbulenta. Daniel sabía por qué no podía ver más... pero descubrió que el único modo de aclararlo todo era durmiendo, porque el resto del día no podía, y se encontraba con él en cada esquina de la universidad, y pasaba lo mismo – el corrientazo en la columna vertebral, la mirada fija sin poderla despegar- y los susurros tormentosos sonaban cada vez más diabólicos: “puedo más que tu... no puedes verlo...”

Un martes por fin pudo ver algo más: una cruz. Una cruz del tamaño del cuerpo de un ser humano. Esta visión obsesionó a Daniel, pensaba que ya era hora de dormir más... este asunto se estaba tornando más espeluznante cada vez. Así que comenzó a tomar píldoras adormecedoras para poder dormir día y noche y descubrir cuál era el misterio de esta horripilante visión... Lo que no recordó fue que ese hombre podía contactar todo lo que en sus sueños ocurría, por lo que descubrió la nueva táctica y comenzó a introducirse fuertemente en su mente atacándolo con los horribles susurros y atravesándose entre las imágenes. Pero esto no impedía que Daniel cada día se empeñara más en descubrir todo, y todos los días tenía una visión nueva: La cruz... el ser tenía en su mano izquierda un látigo... la espantosa risa.. la mirada punzante sobre la cruz... pero en la cruz había algo, y Daniel se temía lo peor.
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Pronto la imagen del personaje comenzó a aparecerse demasiado en sus sueños, como queriendo tapar lo que faltaba por descubrir, porque sabía que solo faltaba lo más importante.

Un día, que Daniel dormía como siempre – ya era costumbre, adicción – la mirada apareció en sus sueños, pero esta vez no fue normal: Daniel descubrió que no solo tenía poderes para introducirse en sus pensamientos, en su vida entera, sino que también poseía poderes mentales fatales. Daniel recibió un fuerte corrientazo en su cerebro que lo dejó inmóvil, inconsciente dentro del mismo sueño. Lo tenía controlado... “no puede ser, solo me falta conseguir una sola cosa...” pensó Daniel, y sin querer comenzó una conversación.

- Si, Daniel, resultaste ser aún más peligroso de lo que yo pensaba...te empeñaste en desarrollar tu facultad... y yo que pensaba que no querrías meterte en un problema como este...cobarde...

- Nunca subestimes a nadie...

- Y ¿quién no te va a subestimar a ti, que siempre andas cabizbajo y no aprovechas lo que Dios o el Diablo de ha dado? Aquí me ves... tu podrías hacer lo mismo que yo hago ahora... pero como no lo aprovechas...

- Nunca me ha gustado controlar a nadie... odio el poder, enferma a la gente.

- Pero como ves, siempre es bueno tenerlo reservado...

- Y ¿tu acaso sabes si yo no lo tengo?

Y Daniel, no sabe cómo, pudo dominar sus pensamientos y rayos de color naranja atravesaron sus ojos arrastrando al misterioso hacía el otro lado del cuarto de paredes negras donde cayó tendido.

- Ves? No puedes subestimar a nadie...

- Cómo...hiciste?

- Te estoy diciendo... ¿cuál es tu nombre?

- ¿Mi nombre? Jajaja... mi nombre es Demó – y en ese instante lanzó rayos negros y rojos directo a Daniel, dejándolo tumbado sobre el negro suelo.

“El demonio en persona...” pensaba Daniel mientras trataba de recuperarse del nítido golpe que le había propinado su rival.

- tu lo has... “pensado” jajaja... Lucifer, Luzbel, Belcebú... ah, la ignorancia de la gente en esta tierra me impresiona... Demó... ¿quién no me conoce? Y sin embargo, todos han buscado ser mis amigos, no han sospechado ni un poco de mi nombre... menos tu, naturalmente... definitivamente no debí subestimarte, eres más inteligente de lo que pensaba; sino, hubieras sido igual de tonto y te hubieras acercado a mi...

Demó se acercó a donde se encontraba Daniel en el piso... viéndolo rió con su horrorosa sonrisa y en esa oscuridad solo se veían sus ojos azules brillantes y sus dientes blancos perfecto.

- Pobre... allí tendido... sabía que no podías hacer más...

- Te equivocas – y desde el suelo lo agarró por el cuello y viéndolo fijamente a los ojos, repitiéndose a si mismo “la bondad prevalece sobre la maldad...la bondad prevalece sobre la maldad” , logró controlarlo y descubrir lo restante: sus sospechas se hacían ciertas, alguien se encontraba clavado en la cruz, recibiendo golpes de látigo de la mano de Demó... pero lo extraño era que Daniel no conocía a esa persona...

- Pero quién...

- El mundo Daniel... él representa el mundo. Esclavizado a mi... el mundo es mi esclavo... y yo no le he obligado a nada... él solo ha respondido a las tentaciones que he puesto en su camino.

- Y ¿por qué mostrármelo a mi?

- Qué pregunta tan idiota... Dios te dio una facultad para ayudar al mundo a no ser mi esclavo creyéndose libre... tu puedes quitarme el poder, y sabiendo que lo podías hacer, decidí venir a detenerte...pero veo que eres fuerte... se nota que Dios te acompaña.

Daniel con lástima soltó a Demó y lo vio con extrañeza: le costaba creer que Dios hubiera pensado en él, tan insignificante, para semejante misión en la vida. Sin embargo, pensaba que sin el mal el mundo no podría luchar por mejorar y por lo tanto no podía eliminar a Demó... simplemente el equilibrio es necesario.

- Pero yo no quiero equilibrio! – gritó Demó con mucha fuerza, volviendo a atacar a Daniel con su rayo de luz negra, más Daniel pudo reaccionar a tiempo y rechazar el ataque, haciendo que el rayo se volviera contra él mismo y reventara en su pecho, dejando solo una sombra grisácea y una voz susurrante que decía: “El mal prevalece... y el mundo sigue siendo mi esclavo...”

- Pero el bien siempre esta por encima del mal, y si Dios me ha puesto aquí para mantener el equilibrio con mi libertad y la de los demás... así se hará.

Y Daniel despertó. Se encontraba exhausto... no podía creer que había peleado con el mismo demonio... nunca pensó que podría vencer mentalmente a semejante personaje... pero...

- La bondad prevalece sobre la maldad...” jajaja...

Y por fin regresó a su vida cotidiana, aún con los efectos de las pastillas adormecedoras, pero vivo y bien...




Texto agregado el 12-09-2003, y leído por 213 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-09-2003 Me recuerda este relato la locura de la pobre Daniela protagonista de una historia de mi país, diabólica, capaz de desdoblarse y se creía la virgen maría, sólo que iba desnuda por las calles exhibiendo un cuerpo que no era suyo, porque nadie la quería, carente de dones y aliada del pobre loco del pueblo que con su calva asustaba a las mujeres. Tristes historias de locuras y terror. Shakespeare
 
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