| Tu oscuridad infantil no fue sino un sueñoy si nunca lo fue, mereció haberlo sido
 como lo son las heridas mortales de los inmortales
 las piedras que lloran los mares perdidos
 los ciegos, que espían los actos banales
 a oscuras de todo, de todo lo visto.
 
 Tu sutil mentira no fue tu mirada
 a veces azul, a veces ternura
 extracto de cosmos y débil nostalgia
 de tu infancia herida, de su sed descalza
 que busca mis ojos, que muerde y lastima;
 y desangra la furia de no encontrar nada.
 
 Tu causa siniestra no fue el encontrarme
 cegar un sombrero, vestirme de nada,
 bordar mi locura con hebras de alcoholes,
 pintarme los labios de llanto al hablarme,
 rodarme el cabello, fumarme la memoria
 y hundirme en el frío de tus tantos nombres.
 
 Tu injusto castigo no fue abandonarme
 dejarme tirado, anclado, vacío
 herido de cosas que son innombrables
 y por tanto hermosas, y por menos nobles
 buscando tus sombras en el no-rocío
 temiendo perderte, y temiendo encontrarme.
 
 Tu cruel intención no fue mi locura
 beber mi razón, echarla a la suerte
 jugar a perder y ganarte perdiendo
 una estúpida celda que no encierra nada
 pero roza mi cuerpo con grises sensaciones
 y dulce demencia, que no atiende razones.
 
 Tu oscuridad infantil no fue sino un sueño
 o quizás, de algún modo, así lo he querido…
 
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