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Inicio / Cuenteros Locales / SicFaciuntOmnes / Sesión 5: Cuando eres Julio Guamán

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Cuando eres Julio Guamán la vida es buena. Eres entre otras cosas, un hombre de éxito en su rama de trabajo, profesional, con una hoja de vida en la que orgullosamente puedes mostrar que llevaste un hombre al poder a la edad de 26 años. Eso es algo que no todo asesor de campaña logra hacer al primer intento. Estás casado con una compañera de la universidad, tienes una estudiante de colegio con la que vas a un motel los jueves, tienes entrada gratuita en Tucandeira, invitaciones a todos los clubes de la ciudad, tres carros, un condominio en Cartagena y además de todo, puedes dormir hasta tarde. Pero el día de hoy, eso puede representar un problema.

Porque cuando eres Julio Guamán y estás durmiendo plácidamente en tu cama, después de haber desconectado el teléfono, apagado los celulares, puesto en modo silencioso a la habitación y cerrado las cortinas, no llegas a notar algunas pequeñas cosas. De vez en cuando, suele ser una cita para jugar golf, que tu esposa se haya levantado antes o preparar a tu candidato para una rueda de prensa, pero hoy, el día siguiente a la posesión de tu candidato presidencial, no has notado que desde hace un momento, hay seis escoltas entrando a tu habitación. A partir de este momento, no quisieras ser Julio Guamán, de hecho, si supiera lo que va a pasar, él tampoco querría serlo.

Uno de los escoltas, llamado Raúl, tosió suavemente, pero no hubo respuesta. Miró a sus compañeros, se encogió de hombros, procedió a toser un poco más fuerte. Julio abrió un poco los ojos, con toda la intención de mandar a la mierda a quien se atreviese a molestarlo mientras dormía, pero contemplar a seis escoltas de traje negro que se hayan claramente nerviosos, le llevó a pensar que algo andaba mal.

-¿Qué pasó?- dijo Julio, esperando una respuesta grupal.

-Este... dígaselo Pérez.

-Verá señor, es sobre el señor presidente.

Los ojos de Julio se abrieron por completo, mientras algo en el fondo de su cabeza decía "Ohmierdaohmierdaohmierdaohmierdaohmierdaohmierda".

-Dígame.

-Estaba en Tucandeira y estuvo metiendo un poco de...

Alguien tomó fotos, fue lo primero que pensó, pero se equivocaba.

-... y entonces una china se murió...

Eso no importaba, solo tenían que cerciorarse de que nadie pudiera conectarla con esa fiesta.

-... no sé que pasó mientras la sacamos, pero cuando regresamos, el presidente estaba vomitando babaza...

-¿No estaba nadie ahí con el presidente?- interrumpió el señor Guamán temiendo lo peor.

-Eh... no señor. Pero fueron sólo dos minutos, no creímos que...

Silencio.

-¿El señor Santoba ya sabe de esto?- preguntó el señor Guamán, en un tono que te hacía saber que para el señor Santoba él tan solo era Julito, el pequeño e insignificante Julito Guamán.

Silencio.

-Entonces lo sabe.

Silencio.

-Señor, no se lo dijimos nosotros, nosotros nunca haríamos eso.- replicó Raúl- Pero la gente de él llegó para decirnos que vinieramos a despertarlo. Dijeron que se encargarían de todo.

En ese momento, las palabras lograron pronunciarse por si mismas finalmente.

-¡¡¡Ohmierdaohmierdaohmierdaohmierdaohmierdaohmierda!!!

Se quedaron en silencio por un momento, hasta que...

-¿Es tu teléfono el que está sonando?-preguntó un tanto malhumorado el señor Guamán.

-Disculpe señor. Ya... lo apago.

-Bien.

-Eh... este... es el señor Santoba señor. La llamada es para usted.

Hay cosas muy malas que pueden suceder si eres Julio Guamán.

Texto agregado el 13-07-2005, y leído por 115 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
20-07-2005 Aun cuando guarda bastante de tu mordaz humor, la estructura comoesta escrita esta historia es algo debil. El uso de los guiones debilita la historia. La hace demasiado ligera. Akeronte
 
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