Las malditas hormigas entraron al cerebro de mi máquina y rompieron el himen que aseguraba la información valiosa que contenía. De igual proceder, cada una de tus palabras se lleva con cada sílaba que rebota en mis oídos, un fragmento de este sentimiento que guardaba para alguien. Se puede ver tras la fina capa que le queda, la materia blanquecina de que está relleno; en unos pocos días -de la misma forma que las hormigas a la máquina- me volverás un zombie, solamente pudiendo recitar mecánicamente la frase: "Error...error... este cuerpo se ha enamorado, todo control que se tenía del cerebro se ha perdido irremediablemente".