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Día Gris Cualquiera

Cielo gris y amenazante, Martino tirado mirando el techo, el equipo al mango, suficientemente poderoso para molestar a los vecinos y –como un plus- hacer imposible escuchar el timbre cuando estos se acercan a decir que eso no es música es ruido y que está demasiado alto, que acá tenemos que convivir todos juntos etc, si cómo no pensaba Martino, cuando todos son mayores que vos creen poder mandarte, y bueno no tienen ningún derecho porque están viejos y un poco más cerca de ser seniles que los jóvenes, aunque no parezca, eso pensaba este loco lleno de guitarras y bajos en la cabeza.
Para el viejo Martino éste era otro Día Gris Cualquiera, si, así con mayúsculas, porque tenía calificado los días, resulta que la mayoría eran grises, pero no grises por el color dibujado sobre el cielo, grises porque se “sentían”grises, pesados y sobretodo enormes e insignificantes, días que parecen eternos pero que en toda su eternidad no sirven para casi nada.
Martino era un chico de esos que ves en cualquier serie como el desajustado, ése que no terminó de encajar en ninguna parte, el típico que se lleva con todo el mundo pero cuando le pasa algo recurre al aislamiento para resolver los problemas –y no los soluciona, se los guarda para tener en qué pensar cada puto Día Gris-, no se vestía como un punk, no creía en levantarse todos los días temprano para producirse con cremas y colores y ropas cuidadosamente seleccionada para salir a demostrar lo enojado que estaba con el mundo, etc, tampoco se vestía como un nerd porque eso solo existe en el Sueño Americano. Si, era ese chico típico de las historias, con un pequeño detalle: todos esos personajes terminan con la chica soñada, usualmente una chica más buena que Dios y linda justo como él, que es un poco tontita pero que se perdona este detalle porque está muy buena..., bueno nuestro personaje es igual que todos esos pero se encontraba estancado en el medio de la novela, en el medio del libro, no había ninguna Chica Especialmente Linda persiguiéndolo ni mirándolo en la distancia, ni había prospectos de que ella aparezca, así que no esperen que esto termine con besos apasionados, sería desmerecer lo que significa ser un loser.
Mirando el techo y escuchando Wonderwall el viejo Martino llegó a la conclusión de que el Sueño Americano tenía todo que ver con lo que era una serie cualquiera del Discovery Channel, vemos como siempre al macho alfa: el deportista bien proporcionado, junto a sus secuaces, los cuales arman una manada que se mueve de acá para allá en banda, la siempre deseable líder de las porristas era la clásica hembra a seguir, el ejemplo. Y bueno eran como leones, se encontraban, se apareaban y surgían nuevos machos y hembras y todo seguía funcionando y así es que se mueve el mundo y
Por supuesto que estas conclusiones salen de momentos especialmente melodramáticos de la mente de este viejo, no todo era blanco sobre negro, “también tenemos el rojo” se decía Martino sabiendo que eso no tenía ningún sentido

La mutter había desaparecido de mañana, trabajo y trabajo, el Káiser estaba en viaje de negocios hace un par de semanas y llamaba cada tanto, hablaban del único tema que tenían en común –estudios- y cada uno seguía con sus problemas, tenía sus ventajas esa soledad infinita del viejo: tenía una casa entera a su disposición para hacer lo que se le antojara, y lo que se le antojaba era tirarse en el piso y estar así durante horas, a veces con música, a veces sin ella, nada demasiado complicado, además solucionaba los problemas del Universo, la Vida, el Alma y Todo Lo Demás, por lo menos soluciones que le servían a él, estaba seguro que no era mala idea escribirlas para tenerlas todas juntas para el día en que se convirtiera él en un Káiser de alguna casa y ya tuviera una panza apenas prominente, la mitad del pelo en su cabeza y una mente pequeña para entrenar y enseñar.

La noche se acercaba, no sería mala idea levantarse y estudiar algo, pero el problema era convencerse de la utilidad de dicho estudio: solía ser demasiado engorroso como para ser tomado como un pasatiempo y demasiado insignificante para la vida diaria que llevaba a pensar que no servía para nada en absoluto, pero de vez en cuando se arrastraba hasta la mesa y estudiaba y hacía ejercicios como un poseso, para después sentirse bien y autorrealizado como le dijeron que se sentían las personas que alcanzaban la aspiración.
¿Pero qué pasa si alcanzada la aspiración nos damos cuenta que algo faltó? ¿si dejamos tirados los ideales a medio camino? ¿si nos vendimos al sistema de recompensas previamente pensado para no pensar? ¿qué pasa entonces?, bueno todas estas preguntas no justifican el no estudiar, así que mejor pararse
Se siente el ascensor, llegó la mutter a casa, le da un beso al viejo, deja en la cocina algo que seguro se va a convertir en una cena y se dedica a llamar a medio mundo por teléfono.
El viejo se dedica a mirar hacia fuera, cada luz que veía era una ventana, y cada ventana era una soledad, y si todas esas ventanas son una soledad, ¿estamos solos en nuestra soledad?
Qué carajo
Vamos a comer, que mañana será otro Día Gris Cualquiera

Texto agregado el 17-07-2005, y leído por 164 visitantes. (0 votos)


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