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2.-
La oscuridad y el silencio han desaparecido. Un calor tibio me hace permanecer amodorrado. Los días pasan rápido, ahora puedo ver y sentir una mano que me acaricia y pronto escucho claro en infantil timbre de voz, una risa franca y sonora que se repite una y otra vez. El tiempo sigue transcurriendo aprisa, me siento ahora fuerte y retozón, corro y salto e intento alcanzar esa mano de niño que constantemente se muestra ante mis ojos y que rápidamente también se esconde, mientras continúo escuchando esa risa diáfana y alegre. A pesar que comparto con niños bulliciosos, los juegos y los halagos, algo allá adentro trae recuerdos de otros tiempos que llegan como relámpago fugaz, donde no miraba la vida desde abajo con ojos caninos, ni jugueteaba siendo mimado, sino trabajando y mirando desde arriba, con ojos humanos el duro camino que recorría.
Eran otros tiempos! Me digo a mí mismo e intento olvidar el asunto, mientras me acerco al plato de arcilla y bebo agua fresca para calmar la sed.
El niño en el juego ha perdido el interés, por lo cual tengo un momento de reposo que aprovecho para echarme a descansar sobre el frío suelo y allí, otra vez, llegan a mi mente imágenes que recuerdan fatigosos trabajos en un día cualquiera del ayer. Lo habré soñado? me pregunto. Esto ya me ha sucedido otras veces. Aunque ahora soy querido y de todos mimado, por qué creo que en un tiempo pasado hasta el cansancio he trabajado y muchas veces con hambre me he acostado?
Si estoy seguro, muchas veces también con frío desperté y tragué saliva para aliviar mi sed y sufrí desamparo y hubo tristeza y mucho dolor y no se cuantas veces mi cuerpo titiritó, mientras envidié la suerte del can que a mi lado pasaba y que en forma desentendida sin importarle mi presencia, en su diario ambular tragaba los mendrugos que en las basuras encontraba.
Pero yo por qué no los comía entonces? Que me lo impedía? Por qué ese perro que yo veía, escarbaba en la basura y los desechos que encontraba con avidez consumía? Y de nuevo me pregunto; Yo también por qué no lo hacía y en lugar de eso, recostado en cualquier parte con hambre me dormía? Acaso ese perro que yo entonces veía, no tenía la misma condición mía? O es que esos recuerdos están allí alojados en mi mente, a la espera de un suceso inesperado que los despierte? Y por qué vuelvo a discernir si mi condición canina, debería tener un freno que me impidiera esos caminos recorrer? O es que hago parte de un todo, donde los seres vivos, incluidos los animales, podemos en algún momento llegar a ser iguales? Porque si fuera así, yo tendría una parte humana y quien estaría discerniendo no seria mi mente canina sino la humana en este momento. Y eso me permitiría concluir que aquel ser que los mendrugos de la basura sacaba, era visto no por mi, con ojos de can mugriento, sino por mí, bajo la condición de un humano hambriento! Y entonces eso explicaría por que recuerdo que yo con hambre me dormía, simplemente porque ese perro, no tenia la misma condición mía!
La parte que hacia su racionamiento, le llevó a plantearse una conclusión: Acaso esa condición humana quedaba lastimada si compartía con un perro vagabundo y solitario, esa comida que alguien había saboreado y muy seguramente ya saciado, había despreciado y arrojado a la basura?

(La tercera es la vencida, y el final se acerca, tan solo espere la tercera parte)

Texto agregado el 22-07-2005, y leído por 123 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-12-2007 Quedé iniciado, leeré la otra parte. Esta segunda parte me gustó. ***** fabiangs
24-07-2005 No me gustó tanto la segunda parte, pero espero que la 3a. retome el interés. castillo
 
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