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--Qué inaudito, somos capaces de enviar una sonda al mismísimo Marte, pero no podemos conseguir que un automóvil funcione correctamente cuando más se le necesita...
Laura refunfuñaba mientras conducía su Ford por una carretera interestatal durante una noche "de perros"; la lluvia caía a raudales, las luces del vehículo parpadeaban sin alcanzar su máxima luminosidad, y el motor amenazaba con apagarse en cualquier momento. Maldecía por haber salido de casa aquella noche; aún necesitaba recorrer unos 40 kilómetros para llegar al poblado más próximo. En ese momento estaba convencida de que sólo un milagro podría sacarla del embrollo, pero como nunca aprendió a creer en los milagros... ahora se sentía sola, inerme.
-¡Funciona, carajo! --gritó mientras descargaba furioso puñetazo sobre la guía. El vehículo avanzaba penosamente; comenzaba a sentirse aterrada.
Más golpes sobre la guía, maldiciones, atorones, así transcurrieron los próximos diez minutos, hasta que ocurrió: jaloneos, secos ronquidos de un motor a punto de sucumbir y nada... inmovilidad y pánico, sólo el bronco golpeteo de la lluvia sobre la carrocería. Un intento por volverlo a la vida fracasó, y otro, y muchos más, hasta que la corriente eléctrica acumulada en la batería terminó por agotarse. La oscuridad era aterradora, trató de encender la luz interior del auto, pero no respondió. Un relámpago se dibujó en el cielo y Laura pudo distinguir, como sombras de gigantes amenazadores, los elevados pinos a la vera del camino.
--¡Mierda... mierda, mierda, más que mierda! --chillaba al tiempo que azotaba cuanto alcanzaba con sus dos puños a la vez.
Tras breves momentos de histeria comprendió que debía recuperar la compostura. Respiró profundo; una vez más, otra... y el oxígeno comenzó a despejar su mente. Alisó su enmarañado cabello castaño y abrió el bolso en busca de un pañuelo desechable. Una sonrisa apareció en su rostro y un estado de relajación fue invadiendo su cuerpo.
--Qué tonta he sido --dijo al tiempo que extraía un teléfono celular. Sintió como un torrente de esperanza en cuanto recordó que Ángel lo había dejado olvidado en su casa dos noches atrás, Laura lo guardó en el bolso para devolverlo en cuanto pudiera, aunque no sabía cómo hacerlo, pues aquella noche fue la última de su noviazgo; por más que argumentó y suplicó, Ángel no escuchó otra respuesta que el adiós definitivo.
--Tal vez hasta te vuelva a amar --se dijo con mucho de ironía, y tomó entre sus manos aquel único eslabón que en ese momento la mantenía unida a la civilización.
Surgió entonces una duda ¿a quién podría llamar a las tres de la mañana, una noche como esa, para decirle que estaba atorada en quién sabe donde, a 150 kilómetros de casa? luego de breves momentos de considerar la situación decidió que lo más oportuno sería avisar a la policía, quizá un apuesto agente, atlético, amable, enfundado en impecable uniforme pletórico de insignias relucientes acudiría a su rescate en pocos minutos.
Ya se disponía a marcar el número de emergencia cuando un nuevo imprevisto la hizo sobresaltar: alguien, por fuera del vehículo, se esforzaba por asomarse al través del vidrio cerrado y empañado. Un grito ahogado surgió desde lo más profundo de su ser. Comenzó a distinguir un rostro, quien quiera que fuese estaba tratando de abrir la portezuela, afortudamente asegurada por dentro. El celular había caído de sus manos y, a tientas, en aquella oscuridad trataba de encontrarlo sobre el asiento, en el piso... nada. Ahora, unos nudillos toscos golpeaban insistentemente en la ventana.
--¡Largo, le advierto que tengo un arma... si no se va, me obligará a dispararle!
En realidad ella sabía que su artimaña tenía muy pocas posibilidades de éxito, pero insistió, sabedora de que nada más podría hacer en su defensa.
Ahora podía distinguir mejor al intruso, notaba el agua de lluvia corriéndo por aquel rostro; mediante señas, aquel hombre pedía que lo dejara abordar. De pronto, como si no fueran suficentes sorpresas para una sola noche, Laura descubrió algo incomprensible, no sabía si alegrarse o asustarse más.
--¿Ángel? ¿eres tú? --La voz apenas salía entre sus labios que permanecían despegados en un rictus involuntario. Quería apresurarse a destrabar el seguro que mantenía cerrada la portezuela para permitir la entrada de su salvador, pero una serie de cuestionamientos fueron llegando a su mente, eran como una alarma que se acciona en medio de la noche para advertir la presencia del peligro, su mente trataba de procesar preguntas como ¿qué hace aquí? ¿cómo es que llegó? ¿por qué no distinguió las luces de un automóvil al aproximarse? si es que llegó en uno... ¿cómo supo que ella estaba en problemas? ¿realmente será un ángel? Un golpe seco y una cascada de diminutas estrellas que la bañaba, la lluvia que se metía por la ventana rota y una ola helada la sacaron de su pasmo. Ángel acababa de hacer añicos la ventana, y ya abría la portezuela. Sin capacidad de reacción, Laura se dejó conducir hacia afuera del vehículo mediante violento jalón; apenas estaba en pie sintió un empellón que la llevó a quedar tendida sobre la carretera... la lluvia caía con más intensidad... sentía agudo dolor en un hombro... y ahí estaba él, de pié, orgulloso ante la presa, dispuesto a rematarla.
--¡Ángel, qué ocurre!
--Ahora dime que soy poca cosa para ti... anda, quiero escucharlo... Dime que no me necesitas para nada. --Mientras reclamaba a gritos, aquel hombre arremetió contra la fragil y vencida mujer... de un tirón arrancó parte de la blusa de seda y se tiró sobre ella. Laura se defendió sacando fuerzas de su orgullo de mujer; forcejearon, rodaron hasta salir de la carretera. Pero la fuerza de Ángel terminó por imponerse. Ya se aprestaba para cometer la peor de las canalladas cuando Laura alcanzó con su mano una piedra de buen tamaño; tratando se consumar su bajeza, él no se percató de lo que venía, sólo sintió un golpe en la cabeza y un desvanecimiento.
Como pudo, Laura se liberó de aquel hombre, primero se arrastró, se dio un instante para tomar aire, y al ver que su agresor gemía tratando de incorporarse corrió hacia el bosque, a cada paso tropezaba con ramas, con piedras y otros obstáculos que no alcanzaba a distinguir en aquella oscuridad.
Le parecía increíble lo que estaba ocurriendo, corría por el bosque, tropezaba, se incorporaba para seguir huyendo; de sus ropas sólo quedaban algunos girones que se atoraban entre las ramas bajas de los árboles, la lluvia seguía cayendo, las fuerzas comenzaban a faltar. Por un momento consideró dejarse caer y esperar la muerte, no podía seguir luchando.
--Dios... si realmente existes, apiádate de mí --imploró con la mirada puesta en el cielo cuando la debilidad la postró de rodillas. Un esfuerzo más -sabía que era el último- la puso de pie y reemprendió la huída. Sentía la lluvia resbalar por su cuerpo desnudo, magullado, herido; sus pies descalzos sangraban, podía escuchar los latidos acelerados de su corazón, era como percibir tambores de guerra, tambores que anuncian muerte...
Tambaleante avanzó unos pasos más... de pronto, entre los árboles apareció su agresor, ahora le pareció más fuerte que antes, ahora empuñaba una navaja suiza.
--¡Nooooooo... --El grito se fue ahogando, Laura perdía el sentido, de sus carnes abiertas manaba sangre a borbotones, era como caer en un profundo pozo cada vez más oscuro...
Ante una luz intensa abrió los ojos, sudaba copiosamente.
--Laura, que te ocurre...
--Mamá, mamá...
--Vamos hija, ya pasó, debes haber tenido una pesadilla.


Cancún, México

Texto agregado el 17-09-2003, y leído por 555 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
21-09-2007 uuff que susto, todo un sueño, hay veces que son tan reales, a mi me ha pasado que sueño que vuelo o que toco l guitarra perfectamente, y no se¡¡ es muy buena esta historia, hasta me he puesto nerviosa... 5* anki_injoy
13-10-2004 ¡Qué bueno! no pude apartarme hasta el final. Te felicito. Van mis 5* jorval
04-12-2003 Me gustó, un trabajo realmente bueno...aunque personalmente, no me gusta mucho el abuso que se le ha hecho "al despertarse de las pesadillas"... RIH
14-11-2003 Hay " ángeles " así. El caso no es tan onírico, pues cosas parecidas ocurren. Lo que pasa es que el autor le sabe dar suspense. margarita-zamudio
05-10-2003 Qué tensión!!Enhorabuena, es de esos textos que lees de un tirón porque no sabes que va a pasar. Me gustó. Un saludo tabata_25
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