LA DESPEDIDA

"¿Como hacer menos triste una despedida?", me preguntó un amigo a mi, que no me gusta ni despedirme.

Traté de explicarle, que es intangible el alcance de ello, que no se puede medir y que sería imposible detener la cadena de adioses que se producen en el transcurso de nuestras vidas y que no sería justo ni siquiera el detenerlas.

Imaginemos por un segundo, ¿Como serían las cosas si no tuvieran final?

¿Cómo sería la vida si no hubiese despedidas?.

Definitivamente que sería ¡Aburridísima!

Resultaría imperdonable no despedirnos, cuando el amor impera y reclame o cuando la vida termine y redima.

La despedida tiene personalidad propia y es abordada, solo por los que saben que existe un momento oportuno y preciso para ello.

Es parte de nuestro instinto y es obligación en nuestro ego.

No hay despedidas tristes, porque no cabrían en las carpetas mías y por eso le digo a ese amigo , que quien no se despida,...¡No ha llegado todavía!