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COMO SE DARAN CUENTA ES MI PERSONAJE FAVORITO...

Los dedos de Julio se deslizaban con destreza por las teclas color marfil del piano, este semejaba su voz y emitía un lastimero aullido que no era más que el reflejo de los sentimientos de culpabilidad que lo consumían por dentro, llevaba tres meses buscándolos sin parar y siempre que llegaba a intentar detener la masacre sólo encontraba una escena desoladora, en donde el paisaje principal eran los charcos de sangre que dejaban como huellas de su presencia.

Por vez primera su mayor interés era liberarse de los temores que ahora le consumían, su mente viajaba al ritmo de la música tratando de encontrar el escondite de los diabólicos amantes, las notas no llegaban a sus oídos y sólo las interpretaba como escape.

Peyrasí y Diego dormitaban en su oscuro reino, Diego se había transmutado por completo, su cabello castaño y sus intensos ojos verdes, habían cambiado por un intenso color violeta, su capa del mismo color su voz era grave y llena de odio.

- Ven aquí diablita… - dijo con un susurro Axel

Diávola despertó de inmediato y con pasos lentos se alejo de su señor, buscaba desesperada la voz que le ordenaba seguir y el aroma a nitrato característico de Axel, después de dar vueltas por el castillo lo encontró.

Estaba sentado en una elegante silla de terciopelo, mientras acariciaba con sutileza un gato, él postrado con cara de inocencia, sollozaba mientras acicalaba al animal. Ella estaba asombrada, nunca había visto tan vulnerable a ese sanguinario ser.

- ¿No es maravilloso lo que puede hacer una cara de inocencia? – una sonrisa maliciosa se dibujaba en su rostro.
- ¿Qué quieres?, él duerme y si despierta y no estoy ahí, ya sabes lo que pasará
- Caramba, ¿Acaso le temes?, debes admitir que se salio de control – hizo una pausa mientras prestaba atención a los sonidos que emanaban del cuarto de tortura – Julio vendrá de un momento a otro y lo mejor será que te dejes de sentimentalismos y dejes que lo destruya – sentencio con fuerza, mientras pegaba con el tacón de su bota en la madera que recubría el piso.
- ¡Jamás!, él es mío y no dejare que se vaya de nuevo – Diávola decía eso con tono rasposo, dispuesta ha pelear con Axel y destruirlo sí era posible.

Pero él pareció ignorar su respuesta, su mirada se perdió en un punto del suelo, espesas lagrimas de sangre corrían por sus mejillas, el gato al no recibir la atención deseada, de un brinco lo abandono y él con furia sobre el ego centrista animal, arrojo un rayo negro que lo calcino al momento mismo de tocarlo.

Ella giro su cuerpo para alejarse del lugar.

- Debes matarlo diablita, lo siento es tú misión, decide entre Julio y Diego.

Diávola lo miró incrédula, comprobando la veracidad de sus palabras, él continuaba con la cabeza agachada, aguardando el ataque que de un momento a otro iba a recibir como respuesta, pero éste no llego, Peyrasí se acercó hacía él y puso sus labios sobre la boca de Axel.

El aliento de ella inundo sus sentidos y su corazón empezó a latir frenéticamente, ella metía sus dedos entre la gabardina del demonio, mientras succionaba con más fuerza los labios del incauto, para ese entonces ella enredaba sus dedos en el cabello negro de su nuevo amante.

En un desesperado intento por detenerla a su lado y alejarla de Diego, tomó su cintura y practico su nuevo encantamiento, sin que ella se diera cuenta, coloco su uña sobre su nuca y la enterró con fuerza. Diávola dio un graznido de dolor, pero Axel ya la tenía sometida, su cuerpo se convulsionaba producto de su nueva técnica.

La droga empezaba a surtir su efecto y los ojos de Diávola se cerraban, él se agacho lo suficiente para quedar frente a ella y susurro antes de que ésta durmiera:

- Ahora verás porque soy el Demonio de las dudas.

Peyrasí corría desesperada por un bosque oscuro, lleno de serpientes, a lo lejos escuchaba la voz de Diego que le rogaba fuera en su ayuda, los vestidos de la mujer eran desgarrados por ramas de árboles que se extendían tratando de impedirle que encontrará a su amante, todo en ese lugar parecía tener vida.

Ella continuaba, su búsqueda y mientras más cerca creía estar de Diego, los gritos se alejaban y resonaban en otro lugar, obligándola a iniciar su pesquisa otra vez. Por fin lo halló, Diego postrado en un lago lloraba, ella se acercaba con pasos sigilosos a su amante.

Una canción de cuna empezaba a oírse. Mientras el cuerpo de Diego se mecía de un lado a otro, por fin estuvo frente a él, con delicadeza puso su mano sobre su hombro, este volteaba su rostro asombrado ante la presencia de ella y sonreía aliviado.

El canto de los pájaros suplía al llanto de los búhos, y la noche empezaba a desaparecer, augurando un sol resplandeciente, Peyrasí sonreía aliviada al ver que la pesadilla terminaba, Diego se ponía frente a ella.

- ¿Qué sostienes? – preguntaba intrigada, al admirar el bulto que había entre el pecho y la capa de él y que se empeñaba en mantener a salvo.
- Es nuestro hijo Pey, ¿Lo recuerdas? – Decía mientras extendía al niño a sus brazos, ella miraba asombrada al pequeño, mientras Diego lo ponía sobre su regazo, el bebé dormitaba tranquilo, y ponía su mano sobre el pecho de la mujer.

No podía decir ninguna palabra, sus ojos estaban dilatados por la sorpresa, miraba a ambos preguntándose, que era lo que pasaba.

- Pregunta su nombre – susurraba en su oído Axel
- ¿Cómo se llama? – No sabía porque había preguntado eso, era como si alguien más jugará con ella igual que un títere es manejado por su titiritero.
- Julio – dijo con voz segura Diego, mientras acariciaba las sonrosadas mejillas del pequeño.

Axel sintió como el cuerpo de la musa indestructible se convulsionaba, mientras en su cara se dibujaba un malévola sonrisa de triunfo, acariciaba sus hombros, tratando que él sueño durará más tiempo.

El niño vestía un elegante ropón amarillo y tenía unos hermosos ojos color marrón, en su cabeza nacían unos traviesos caireles castaños, similares al pelo de su amante.

De un sobresalto despertó Diávola, mientras miraba con odio al causante de su sueño, él retrocedió unos pasos, mientras acariciaba su mentón:

- Decide entre Diego y Julio – repitió en tono firme

Ella iba a embestirlo con un fuerte golpe, mientras provocaría con sus alas un fuerte huracán para lograr que perdiera el equilibrio y cayera al piso, en ese momento lo tomaría entre sus garras y lo destruiría, pero no pudo hacerlo.

- No me crees, recuerda al niño que Diego vio antes de morir… Su cara no se te hace conocida Diablita – dijo con burla hacía ella.

En la cabeza de Diávola nunca se había alejado la cara de aquel pequeño que recriminaba a Diego por su cobardía, cerró los ojos y ladeo la cabeza hacía la izquierda, mientras fusionaba cara del bebé con la del niño que se hallaba en la alcoba de Diego.

Sus rostros se juntaron mágicamente y encontró la forma perfecta del adolescente que un día Diego le arrancó de las manos, en su paso por el edén. No podía emitir ninguna palabra, estas morían antes de ser pronunciadas.

Un graznido emano de sus labios, a diferencia de los anteriores este iba cargado de terror. Diego escucho el lastimero grito de Diávola y despertó de su letargo, cuando llego a la alcoba en donde yacía su amante Axel ya se había ido, había dejado un penetrante olor a nitrato como estigma de su presencia.

Diávola lo miraba asombrada, y de su cuerpo empezaba a emanar un intenso aroma a jazmines. Su decisión estaba tomada y Axel había cumplido con su misión.









Texto agregado el 02-08-2005, y leído por 283 visitantes. (0 votos)


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