Dejaría que la vida me pase por encima, pero hoy no estoy de humor para esas cosas.
Todo aquello que vivo imaginando podría suceder hoy, y no quiero atravesar esos momentos estando sentada en mi casa:

Quisiera vivir los hechos sorprendentes como una aventura cada uno...
Quisiera poder contarlos como un cuento sucedido hace largos años...
Quisiera tener tan sólo en mi memoria los detalles que hacen exquisito el acto de vivir...
Pero en un mundo injusto como lo es éste, las cosas no son tan fáciles de conseguir.

Quisiera poder guardar todas las carcajadas en un cofre de madera...
Quisiera vivir la vida a un ritmo acompasado como un baile...
Quisiera poder revivir todas las situaciones que pasé con amigos con sólo dar cuerda a una llavecita...
Pero la vida nunca va a ser una cajita musical... no se asemeja en lo absoluto a un cofre de madera, donde duerme la bailarina de marfíl dispuesta a bailar al compás de una hermosa melodía cada vez que se le da cuerda; Nosotros somos los únicos afortunados que podemos oír la música de la alegría en nuestros oídos y en nuestros corazones; somos los únicos que marcan el paso de este baile incierto, y no hay nadie que venga a darnos cuerda para mostrarnos cuándo comenzar a bailar.

Quisiera disculparme ante todas las almas que alguna vez herí, y poder reparar el daño hecho...
Pero los sentimientos de las personas no son prendas ni mucho menos: no se pueden enmendar con un parche si tienen grandes agujeros, ni se pueden dar unas pocas puntadas a las partes desgarradas: sólo queda abrir paso al tiempo y su efecto.

Quisiera recostarme sobre el pasto verde de cara al cielo...
Quisiera ver las nubes pasar a su velocidad ínfima...
Quisiera sentir la brisa acariciando mi piel...
Pero sé muy bien que la vida no siempre es una tarde de verano en la cual podemos dormitar, porque tarde o temprano los inviernos llegan con sus tormentas, y hay que saberlos sobrellevar.

Quisiera poder sumergirme largas horas en los rincones misteriosos del mar...
Quisiera recorrer su seno, atravesando largas distancias...
Quisiera vislumbrar en la penunmra alguna joya mágica y única en la tierra...
Pero sé que ese medio líquido se niega a adoptarme como una más de sus criaturas hermosas, y que estoy condenada a caminar sobre dos pies sobre la corteza terrestre.

Pero todo esto, y cientos de otras cosas, las puedo vivir igual. Sólo tengo que tomar un lápiz en mis manos, colocar un trozo de papel sobre la mesa, y cerrar los ojos. Pronto estoy oyendo una melodía sin igual, mientras a mi alrededor veo el bosque mostrándose en su máxima expresión natural. Siento el agua de un riachuelo corriendo alrededor de mis pies, mientras una vocecita en mi cabeza dicta lentamente: "Érase una vez..."