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Me puedo sentir tan sola, como una noche sin luna. Sentada en la terraza de un techo que agrupa miedo y tristezas... sin encontrar más nada que hacer y tragándome la sangre cristalina que mis ojos votan, pensé en imaginarme alguien perfecto que compartiera conmigo la oscuridad, pero de inmediato me di cuenta que nadie de los que estaban a mi alrededor podían hacerme sentir acompañada en ese momento... junté mis párpados, concibiendo luego una presencia que jamás había sentido junto a mi... era un hombre tan blanco como la nieve que sentado a mi lado con verdes ojos luminosos veía la lejanía horizontal del más allá. Sorprendida le pregunté su nombre y él contestó con una sonrisa de diente finos y de labios sangrientos... tu me conoces... sintiéndome atraída, y sujetada a la pasión con la que me miraba, le tomé la mano y él sólo la beso colocando sus dedos en mis ensortijados cabellos como si fuera un juego de amor y locura. Recuerdo bien que vestía todo de negro, con un sobretodo, guantes y una rosa muerta en su bolsillo, la que me regaló, pasándola sutilmente por mis brazos y cara, pero la rosa mientras me iba rozando se destrozaba más y más hasta que sólo quedó su tallo, terminando con ella... él me fue acostando lentamente entre sus brazos hasta hacerme caer en un jardín nocturno donde sólo estábamos dos. Acariciaba mi vientre mientras yo; su larga cabellera oscura. De pronto no podía con el momento; él me hacía sentir una explosión de deseos inmorales; así que le pedí que cortase mis venas y él las suyas para juntarnos en un pacto de sangre... y él sacando de un lugar desconocido de su cuerpo una hojilla cortó su mano y luego la mía juntándose una sangre vinotinto con otra tan oscura como el carbón... sin importarme esto le tomé fuerte y el líquido preciado de los dos se mezcló, pero cuando el suyo entró a mi cuerpo sentí un ardor en todo el brazo como si se estuviera quemando... con un suspiro profundo le dije que me dolía y él con solamente pasar su lengua por la abertura detuvo el dolor...ya, no duele más... me dijo, luego poco a poco me fui acercando a su boca logrando conseguir un beso de sus rojos labios, pero se equivocó y me mordió; derramando sobre mi cuello más sangre... fue entonces cuando me di cuenta que había sido un encuentro bastante sangriento y toda yo estaba empapada de rojo... por esta razón le pedí que terminará con todo y me dejara correr, “en el mejor momento me acobarde” más sin embargo intentando alejarme de su cuerpo, tomó fuertemente mis manos colocándolas a la altura de mi cabeza y empezó a besarme con furia y desenfreno a la vez; todo lo que estaba a su alcance; mi cuello, mi pecho, y mis brazos. El hermoso momento se había vuelto un horrible tormento... Luego soltó mis manos y con sus finas uñas cortó mi blusa... por un instante pensé que todo sería un mal sueño y que pronto me despertaría, pero el despertar no llegaba... la voz no salía de mi garganta era como si también él la dominara... un minuto más tarde sus dos manos comenzaron a bajar y las mías quedaron suspendidas en el aire, pareciese que siguiera sosteniéndolas, y manoseando mis piernas volvió aquel pantalón una falda... él tan sólo con mi ropa interior me había dejado... asustada y desesperada ilógicamente me creí más astuta; le pedí que dejara mis manos libre para poder acariciarlo tanto como él lo estaba haciendo conmigo, sin desconfianza lo hizo... de ingenua creí poder correr más con su ingenio y visible experiencia pudo aprovecharse de mí... y exactamente cuando él empezó a acelerar su respiración, su fría piel se sentía cada vez más caliente y algo dentro de mi entraba y me hacía gemir, abrí los ojos y bañada en sudor y lagrimas me sorprendí al darme cuenta que estaba sola en la terraza de mi casa.

Desde esa noche no volví a subirme allí, y sé que no pudo haber sido un sueño porque todo se sintió muy real para serlo; sin embargo cuando se hacen las doce de la madrugada veo perdidamente hacia allá y me doy cuenta que él está allí esperándome a que yo vuelva de nuevo para poder completar lo que conmigo no puedo terminar.

Quizás una de estas madrugadas que me sienta sola, vuelvo a subir, a que él termine de hacerme suya...

Texto agregado el 09-08-2005, y leído por 92 visitantes. (0 votos)


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