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Yo quería ser actriz, y aquí me ven, camarera frustrada, teniendo que aguantar a todos estos imbéciles que vienen a hacerse los importantes, a resaltar su lamentable ego, a sentirse superiores, de clase alta, con criados que le sirven. Porque eso es lo que pagan, no me jodan, no es la comida, es Eso lo que pagan. Y pensar que esta misma gente sería la que me aplaudiría hasta reventarse las manos en el teatro, que gritaría, Grande Camila, Excepcional. Si no fuera por la yegua de mi madre, yo ya sería una actriz consagrada. No Camilita, de actriz, con esos hippies roñosos, no vas a llegar nunca a nada. Mejor dedicate a trabajar, que hay que aportar platita a la casa. Ella no lo dice, pero, indirectamente, le echa la culpa de no poder estudiar teatro a la fuga (porque fue una fuga) de mi viejo. Y lo que más me enerva los nervios es como lo dice, así con esos comentarios que no tienen nada que ver, y siempre con esa vocecita sarcástica que me conozco de memoria.

Pero yo lo re-entiendo a mi viejo. Ella nunca lo dejó tocar la guitarra, su pasión. No, Roberto, ya se como es, te vas a ensayar y volvés a las 2 de la mañana, medio borracho. Esas no son maneras para un hombre casado, de alguien que aspira a una vida digna, civilizada. Pero si el viejo hacía más plata tocando en los bares que en esa empresa de bulones de porquería donde trabajaba. Y además era más feliz. Como lo entiendo, pobre viejo.
Y lo entiendo cada noche un poco más, cuando me tengo que poner el uniforme para servir a esos pedantes que a veces vienen.

Por suerte que en el trabajo hay buena onda con los compañeros, con Martín el cocinero, con Seba el dueño, que no me paga tanto, pero es buen jefe. Lo que pasa que el hecho de que el sueldo sea bajo, no me calienta en absoluto. Porque yo hago las diferencias con las propinas. En eso, soy la que más saco de todas las mozas. Y se lo debo a una técnica que tengo. A cada mesa le ofrezco una Camila diferente. Supongo que es algo innato, porque no me cuesta nada hacerlo. Llego a la mesa, les pego una ojeada rápida a los comensales, los examino un poco, y le saco las fichas, al toque. Detalles nomás. Una vieja requetepintada, con prendedores de oro, lo que quiere es una sumisa, está pagando refinamiento. Y eso le doy. Adopto una postura fina, depurada, con ademanes sofisticados, cambio el tono de voz y deslizo frases como, La señora qué desea servirse, tenemos un exquisito entrecot de vacuno relleno de hiervas del campo, con salsas francesas, que seguramente la señora sabrá apreciar.
Y si son un grupo de muchachos y huelo testosterona, me pongo cariñosa, simpática, saco pecho y culo, pongo una voz más melosa, los toco, y si me piden el teléfono, se los doy, eso pareciera que certifica la conquista para esos imbéciles. Así te dejan bastante propina, de excitados que están nomás.

Pero debo admitir que, esto que hago, es bastante agotador. Se improvisa mucho, y hay veces que uno no sabe con que saldrá el cliente. Me agota. Además es difícil recordar el papel que se esta jugando en cada mesa. Hay a veces que me confundo, y me hago la coqueta con los de una universidad, como me paso ayer. Un desastre.

Por suerte que están los chicos de la cocina que, como yo les digo, son mi bunker, mi backstage. Ahí puedo ser yo misma, nada de actuaciones. Ahí me descargo todas las tensiones que pueda acarrear, y puteo a la vieja rococo de la mesa 4, y al Quiero Ser Millonario de la 8, y a todos los idiotas que me joden la vida. Y los chicos se ríen, me hacen bromas, me ayudan a relajarme, a reírme también. Después comentamos los casos, y vamos proponiendo probables soluciones a cada mesa, imaginando situaciones, diálogos, roles. La verdad que lo disfruto mucho a estos momentos.
Después de los comentarios, verifico el pedido, me acomodo el uniforme, cargo los platos, arreglo mi peinado en la campana acero inoxidable de la cocina, tomo aire, repaso los posibles diálogos, los tonos de voz que haré en las mesas, me concentro, pateo levemente las puertas corredizas, y voilá, A Escena.

Texto agregado el 11-08-2005, y leído por 89 visitantes. (0 votos)


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