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Inicio / Cuenteros Locales / Krystal / EL DIARIO (Parte III)

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3 de Noviembre:

La misa fue triste y el padre Corza logró conmoverme con sus palabras. Había mucha gente extraña en el ceremonial, pero una en particular, me llamó la atención: Era una joven que estaba vestida de negro y poseía un rostro de extranjera, tal vez era Siria o de alguna parte de Arabia. Lo cierto es que se acercó un momento, y me habló en un castellano defectuoso diciendo: —Su hijo no ha Muerto, ha ido en busca del verdadero arte.

Sentí deseos de desmayarme y creo haber perdido la consciencia por algunos segundos; después de esto busqué a la extraña mujer. Había desaparecido.

Algo en su expresión me tranquilizó, en su rostro existía una especie de quietud confortadora. Seguimos rumbo al camposanto, detrás de la carroza funeraria numerosas victorias otorgaban la despedida a mi querido hijo. Lo pusieron en el gótico mausoleo de la familia. ¡Qué los buenos ángeles de las cuatro cúpulas protejan su alma! El cajón fue depositado al centro del húmedo recinto, y la tapa fue cubierta con un manto de bellas y perfumadas flores. Creo haber reconocido a la mujer en el cementerio. Pero nuevamente la perdí de vista.

Al dormir siento una esperanza, casi un anhelo desesperado

— Su hijo no ha muerto, ha ido en busca del verdadero arte.

José estuvo extraño durante el funeral. Ni siquiera lo vi derramar alguna lágrima... debe haber descubierto lo que mató a mi hijo y no desea revelarlo. Estoy segura de que está ocultando algo. Al llegar a casa le he preguntado y me dijo que había muerto de Anemia: —José , estas mintiendo— le grité. Su respuesta fue aún más perturbadora: —Es mejor que haya muerto, Tito ya no nos pertenecía.

—¿Qué quieres decir?— pregunté con rabia. Comenzaba a sentir demasiado odio por lo que había dicho.

—Hay cosas más allá de la gracia de Dios— respondió...

Es hora de dormir. Tal vez así sea la muerte: Un dulce e interminable sueño.

4 de noviembre

¡Es horrible! por la mañana fui al cementerio y la reja del mausoleo estaba abierta: Se han robado el cadáver de mi hijo... malditos sean, no respetan el descanso de los muertos. ¿Quién puede ser tan maligno para robar un cadáver? Todos estamos desconcertados. Esa mujer pudo haberlo hecho... pero, ¿para qué?
Continuará...

Texto agregado el 30-12-2002, y leído por 355 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
09-02-2011 Este cuento es del chileno Víctor León Fernández, incluso hace referencias a ciudades chilenas como "Rancagua", escribe tus propios cuentos. Jjrojas
10-01-2003 continuas muy pero muy bien mi bella escritora ya tengo la boca echa agua por el final missmakmilo
 
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