| Hay ahí una luz, que antes surcaba los cielos, que arremete contra todosy ahí estoy yo
 ¡Ay mi corazón! que lucha con mi cerebro, para tratar de entenderla
 entre palabras de hierro
 Y es que ese foco, se va apagando en el destierro, de no entender su situación
 Que debería ser mejor
 Y es que los ojos los abre, ante minucias exahustas, en las que nada recoje
 De lo que saca es jauja.
 Pobre luciérnaga, que anda perdida en lo negro, y ya no escucha el sentido
 De su propio cerebro
 Pobre astro, que olvidó su corazón, y trató de entender a los demás
 Antes que a su dolor
 
 
 Hay ahí una luz, que ahora planea a ras de tierra, que arremete contra mí
 Pensando que es una guerra
 ¡Ay mi corazón! Que se ha olvidado que siento, cegada por tanta noche
 que ha helado su sentimiento.
 Donde estará la entrada, esa que no sabe ver, hacia el centro de su malestar
 Tiene que saber qué es.
 Y cuando le hablo yo a ese brillantor, me mira como diciendo, ¡que sabré yo de la vida!
 Y así a mí me va doliendo
 Sólo me queda pensar, que no supieron escucharla, y que olvidó saber hablar
 Saber con qué palabras
 Sólo me queda saber, que es por eso que daña, que necesita mi apoyo
 Aunque use mi espalda
 Y es que será como un crío, que se olvidó del cariño, y que la rabia le inundaba
 Desesperación de niño.
 Suerte que cuento con alas, suerte que mi corazón es mi guía, suerte que mis sentidos
 Están de la parte mía
 Pobre astro que desciende, por miedo a volar, y que trató de esconderse
 Cuando debía despegar.
 
 
 
 
 
 
 
 
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