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Desperté sobresaltado a mi lado ya no había nadie, me inquieté, comencé a llamarla y en el interior una voz me contestó. - No está, que esperabas?
Fue recién cuando empecé a recordar, como una película en cámara lenta recibí las primeras imágenes del día anterior, como llegué hasta aquel punto, todavía era muy temprano para descubrirlo, decidí olvidarlo hasta después de tomar el desayuno, me levanté y me costó mantener el equilibrio, miré mi reflejo en el espejo que colgaba de una de las paredes, estaba con las ojeras hasta el piso, mi aspecto inspiraba lastima, busqué en el suelo mis pantalones, abroche mi camisa y salí a la cocina. El desayuno estaba servido y el periódico del día estaba también encima de la mesa, busqué un cigarro en el bolsillo de la camisa, quedaban tres sobrevivientes, prendí uno, tomé un poco de té y hojeé el diario. El sonido del abrir y cerrar de puertas me incorporó y me salvó de que el cigarro se apagara en mi boca, las puertas eran cerradas con inusual fuerza y cada vez se sentía más cercano el ruido, podía escuchar tambien los pasos, cortos pero seguros, quien viniera tenía mucha prisa, despúes de unos segundos entró una muchacha de aspecto desolado, esa mañana me costaba recordar, su rostro estaba borroso casi como un gran mancha sin forma, sin fondos, supe que era una mujer porque no pude dejar de notar su figura y sus grandes pechos, apenas le oía, ella sólo gritaba y mi rostro impávido la enfurecía más, pensaba en lo lejano que me resultaba la escena, estaba teniendo un desayuno delicioso no entendia cual era el motivo de tanta alharaca y ella seguía dándole al grito, enfoqué su boca, lo unico que podía ver era su boca, en extremo grande con todos aquellos imperfectos y amarrillos dientes, recorde el día en que conocí a esos dientes, ahora parecía una locura haberla querido, haber compartido mi cama, mi tiempo, haberla presentado a mis amigos, me sorprendi de como aveces nos puede cegar tanto la necesidad de sentirnos menos solos, pude descifrar sus ultimas palabras pero sin duda eso no fue suficiente y mi rostro aún no decía nada, lo último que logre escuchar antes de que saliera dando un gran portazo final, fue algo como – Para que me molestó en hablarte, nunca entiendes nada, maricón!
Pobre vieja pensé, además de estar medio añeja, es grosera, bebí el último sorbo y me demoré todo el tiempo del mundo para levantarme e ir a tomar una ducha, sin duda la necesitaba después cepille mis dientes sin duda también lo necesitaba.
Decidí salir a refrescarme un poco, disfrutaba mucho de los paseos por el parque era el único momento en el que en verdad estaba cómodo, el día era hermoso y las hojas verdes aún, fumaba, siempre fumó, caminé hasta un banco y me senté, unos chiquillos jugaban a unos metros, algunos estaban solos y otros acompañados por sus padres, algunas personas me miraban con curiosidad, otras pasaban sin siquiera percibirme, comencé a pensar en el día anterior, recordé las lagrimas de Cristina, los golpes en mi espalda, vi perfectamente su cara comprimida, sus dientes apretados, también escuché sus reclamos, los mismo reclamos de siempre, la escuché amenazándome y claro también la vi guardando sus cosas para irse, quizás ella tenía razón, quizás había algo en mí que no encajaba, que resultaba extraño. ¿Pero quien encaja?, Tuve mil preguntas sin constestar mientras estuve sentado en el parque casi las mil preguntas que no pude constestar en una noche a ella y lo mas seguro es que pase toda mi vida sin poder constestarlas, busqué otro cigarro y seguí un buen rato solo aspirando humo, mirando a los niños y pensado en Cristina y ahora podía verle en la lejanía, podía verla pensar en mí como la peor torperza de su vida y lo fui, se disolvía entre los juegos y las risas infantiles, en las miradas ajenas, se disolvía con cada bocanada, después del cigarro ya no recordaría.

Texto agregado el 22-08-2005, y leído por 111 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
30-08-2005 Tiene las mismas pegas que el anterior que he leído. Necesitas darle una vuelta a los signos de puntuación, que son tremendamente importantes. La historia en sí no está mal. Sinceramente, la anterior que leí me pareció más real, más cercana. robin05
23-08-2005 El miedo a la soledad nos lleva a inventarnos lo inexistente... a querer que haya algo tras bambalinas... guasarapo
 
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