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II La eliminación del altruismo como método de realización.

“La abeja obrera, a menudo, puede ser considerada el paradigma del altruismo en cuanto a que trabaja inexorable mientras los zánganos y la reina asumen funciones de un carácter más hedonista. Sacrifica su vida y su libertad, para alimentar a haraganes cuyo único fin es la cópula. La naturaleza dispone”

Generalmente el ejemplo de la abeja obrera es el más socorrido para explicar el altruismo más allá de una definición académica. Un ser vivo decide priorizar las necesidades ajenas sobre las propias, de modo que el fin de sus actos sea satisfacer las primeras. Sin embargo, el marco de referencia se antoja escaso a la hora de plantear el altruismo como conducta desinteresada. En un ámbito más humano, entendemos como paradigma del altruista, al misionero, al miembro de la ONG, al dechado de trabajo para los otros.
Es destacable que Comte cuando acuña este término, lo hace para establecer un opuesto del término cristiano “egoísmo”, en un significado cuya relación literal se aproxima más a la idea de generosidad. Se pretendió erigir como alternativa a la costumbre cristiana de la caridad y limosna, siendo un término más de origen político (no así egoísmo, cuyo origen etimológico surge de un modo religioso). Sin embargo, una vez evoluciona el término, transmuta su significación de generosidad hacia interés en el otro – esto es, integración del yo en el otro, de un modo más filantrópico.

Es destacable que desde puntos de vista filosóficos y religiosos se pretenda anteponer la voluntad del otro a la voluntad del yo. En la renuncia a las tendencias del individuo está la aniquilación del mismo. No puede, de algún modo, renunciarse a la propia satisfacción, en pos de la satisfacción ajena. En caso alguno puede tratarse de una conducta natural, y más aún en el caso del ser humano, en la que la asunción de conciencia del individuo hace que nuestra adaptación sea tremendamente individual. Sin embargo, al igual que la abeja obrera, el ser humano puede encontrar una excusa que le permita obrar de ese modo sin caer en la negación de su propia identidad. La abeja obrera es “altruista” – permitidme entrcomillarlo a partir de ahora – por una cuestión de supervivencia de la especie, y la suya propia. Si no alimenta a los zánganos, la población se vería en corto plazo mermada, significando la propia muerte de la abeja. No deja de ser más una pauta fija de acción que la naturaleza dispone, que un razonamiento lógico – obviamente- de la abeja. Sin embargo el ejemplo del misionero resulta más comprensible.
Por la naturaleza del ser humano no es costoso inferir que en todos sus actos se busque de uno u otro modo la satisfacción personal. El hecho de ayudar a otros puede ser el medio para adquirir esa satisfacción, pero en caso alguno resultará el fin último. “Ayudo, porque me hace sentir bien el ofrecer y dar esa ayuda”. Esto es, el altruismo es un medio para satisfacer un egoísmo filantrópico – posiblemente educado y aprendido. Aunque la definición pueda resultar intuitiva, no lo es tanto.
De otro modo estaríamos ante un batallón de los últimos hombres de Zarathustra, que han decidido negar su propia existencia en pos de unas normas y unos fines que poco tienen que ver con su propia identidad. Han dejado de ser hombres, para convertirse en animales morales. Quizás, fuera ésta la idea implícita de Hobbes en su contrato social en el que aniquilar el homo homini lupus.

El acto más altruista se halla dentro del torbellino de la búsqueda de la satisfacción personal. El acto aparentemente más egoísta, busca por descontado, la satisfacción personal. El medio para alcanzar ésta se determina más por los valores de los sujetos. El juicio que hacemos de estos actos, va a depender del contexto social en que se ubique. El marco de referencia judeo-cristiano o el marco comunista, comparten – inconscientemente – el altruismo como el medio para satisfacer al ser humano. Sin embargo, les es difícil – a ambas ideologías y a la propia historia (Inter e intra de cada individuo) – negar que el fin último de todo acto acabe siendo uno mismo.

Texto agregado el 30-08-2005, y leído por 476 visitantes. (0 votos)


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