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Inicio / Cuenteros Locales / lucky_strike / Los invitados-con sabor a Pomelo.

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Aparecen los sonidos de un delicado piano, las manos son elegantes. Una bella mujer se sienta en el fondo del salón. Mesas que repletan el lugar se afirman en la madera que sostiene y retiene el sonido de unos hermosos dedos golpeando las notas, y la mujer.

Del cigarro que sacó de su cartera comenzaron a fumar; estaba Daniel, Hernán y Fabián, y a nadie le importó. Pero todos fumaron. La chica se paró de su silla ante el asombro de todos los comensales, y es que estaba vestida del color de la novia, quien entusiasmada mostraba su talento para los invitados.

-Señorita, ¿Se va a vestir del mismo color de la novia?
-Pomelo, sepa usted que el color aquí importa nada, soy más zorra que ella y no la llamo descarada por vestirse de blanco.

Pomelo es la mujer que viste a la señora, y la señora le paga a la mujer por hacer dicho trabajo. La mujer, Pomelo, trabaja feliz para la señora, aunque le molesta que sea tan agresiva para sus comentarios. La señora cree que Pomelo no es más que un oído y unas manos. Pomelo siente lástima. La señora es inválida.

Llegaron de casería Daniel, Hernán y Fabián, y a nadie le importó. El almuerzo está servido, gritó Pomelo (como se pueden dar cuenta no es sólo la mujer que viste a la señora). Llegaron a la mesa y la señora se puso una servilleta que la tapaba entera, sólo dejaba un hueco en su boca para la comida.

-Señora, ¿no va a comer nada?
-Pomelo, tu sabes que me desagrada que no sepas hablar bien. Por qué si me haces una pregunta que empieza con “no”, después la terminas con la palabra “nada”. ¿Hay algo que sobre en tu pregunta?
-¿No le gusta la comida señora?
-No tengo hambre, además tengo un matrimonio y tu haces la comida justo después de vestirme.
-Señora.

Daniel, Hernán y Fabían se pararon de la mesa enfadados, no podían creer lo que estaban viendo, la señora les había mentido, no es inválida, ella sólo quería vengarse del novio.

Corrió al piano, se paró en él, y gritó:

-Pomelo, te amo!

Pomelo se paró del piano, se subió en él, y con lágrimas que brotaron de su vientre, besó a la señora con pasión.

En la despedida de soltero del novio, no hubo mujeres, sólo Daniel, Hernán y Fabián, y a nadie le importó.


Texto agregado el 04-09-2005, y leído por 150 visitantes. (0 votos)


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