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Solo faltaban dos curvas y el suave camino pavimentado acabaría, dando paso al antiguo, aquel angosto lleno de curvas y muchas piedras. Pero que a pesar de todo me gustaba. Estaba rodeado de árboles muy viejos, que desde que yo tengo recuerdos siempre habían estado allí, del mismo tamaño y la misma forma. Al entrar en aquel faltarían apenas tres kilómetros para llegar a la casa que me había construido a los pies de uno de los cerros del campo de mi familia.
Disminuí la velocidad, enfrenté la última curva lentamente, después de ella estaba la entrada que daba al camino de tierra. Señalicé y me interné lentamente por aquella serpenteante ruta. Hacía tiempo que no venía, de hecho desde que la casa estaba construida o mejor dicho terminada no había venido, así que esto en cierta medida sería algo así como la inauguración, aunque el único invitado a ella era yo.
Eran más menos las tres de la tarde, el calor que hacía ese día era demoníaco. Por otro lado el viento reinaba por su ausencia, y esto mismo hacía que la sensación térmica fuera mucho peor. Pero nada de esto importaba, tenía toda la tarde para reposar bajo los árboles que rodeaban mi refugio. Le llamaba así, en cierta medida eso era, mi refugio, el cual había construido con ese fin. Lo que es mas ni siquiera era muy grande, de esa manera si mis amigos me pedían ir yo les decía que era muy pequeño y que todos no cabíamos ahí.
Ya estaba frente al portón de madera, bajé del auto, si que hacia calor. Desde ahí apenas trescientos metros y ya estaría descansando. Avance mas lento aun, ya que aquí no había camino solo una pequeña huella que llevaba a la entrada de mi casa.
Por fin había llegado, que alegría. Estaría hasta mañana, sin hacer nada más que descansar y olvidarme del trabajo y de todo el mundo. Descendí del auto y una tímida brisa me recibió. Allí estaba, mi pequeña pero gran casa, la que había hecho con el fin de esconderme de todo el mundo. Lo más importante, sería la primera vez que la usaría desde que estaba lista. Tomé mi bolso donde no llevaba mas que lo justo y necesario para dos días, mucho, no se porque, pero cada vez que salía a algún lado llevaba tantas cosas como si no fuera a volver jamás, y ahora era lo mismo. Me encaminé lentamente a la entrada, metí la mano a mi bolsillo y saqué la llave. La introduje en la cerradura, giré y lentamente la puerta se abrió. El aire adentro estaba medio pesado, con olor a pintura pero nada más. Dejé el bolso en el piso, observé y me di cuenta que tendría que comprar algunos muebles ya que a pesar de ser pequeña la casa se veía bien pobre de indumentaria y la escasez de bultos la hacía verse mas grande de lo que en verdad era. Lo primero sería abrir las ventanas para ventilar, para que el aire no estuviera tan pesado. Así que me di a la tarea de abrir todas, que en realidad no eran muchas. Lo hice así, luego entre al dormitorio, bueno el único que tenia, dejé el bolso sobre la cama y saqué ordenadamente todo lo que había traído, mi arsenal inservible.
Al rato ya había terminado, estaba desocupado y empezaría a hacer lo que había venido, no hacer nada. Lo cierto es que hacia mucho calor, miré sobre la cama, elegí un pantalón corto, una polera y un par de sandalias. Me cambié de ropa contemplando desde vez cuando el hermoso paisaje que tenía desde la ventana. Cuando estuve listo salí. Eran más menos las cuatro, miré y decidí dar un rodeo a mi gran palacio. Pensaba para mis adentros que era siempre lo que había soñado, una casita pequeña pero linda, algo solo para mí. Rodeada de
árboles, a los pies de un cerro, así que por lo tanto tenía algo así como una vista panorámica a casi todo el valle. Por otro lado cerca corría un pequeño estero, que llevaba todo el año un pequeño caudal, muy pequeño, pero algo de agua al fin y al cabo. Ahora ya no quedaba más que dormir, así que me encaminé hacia la puerta. Pero al entrar quedé paralizado, estupefacto y mudo, no podía creer lo que mis ojos veían, eran cientos, miles diría yo, no sabía como, pero en el rato que yo había estado caminado alrededor de la casa ésta se había llenado de miles de asquerosas moscas. No era posible, tomé un paño y como un loco empecé a moverlo en frenéticos golpes al aire, queriendo golpear a las malditas que invadían mi escondite.
Estuve así no se cuando rato, creo que fue mucho porque comencé a sentirme cansado. Pero las muy malditas seguían ahí, felices zumbando, como si yo no fuera más que un loco furioso moviendo un estupido paño. Cansado me senté en el piso, casi extenuado. Miré el cielo, las moscas al ver que el invasor se había detenido lo estaban utilizando nuevamente como su paradero.
Ahí estaban, miles. La verdad es que se veían como una sola mancha oscura. Me puse de pie, tome nuevamente el paño y como un loco comencé de nuevo a agitarlo en el aire, tratando con ello de que las muy malditas salieran, a veces unas salían, pero tan rápido como lo hacían entraban nuevamente. Después de un rato el cansancio hizo presa de mí, y extenuado me dejé caer al piso. Pero ahí seguían como si nada, en un continuo ir y venir ignorando mi presencia, como si yo no existiera. Decepcionado salí. Me recibió una suave brisa que llevó algo de calma a mí cansado cuerpo. Como era posible, que había pasado, en que momento estas habían entrado y por qué tantas. Me senté sobre un cajón, tendría que pensar, no podía dejar que unas infelices moscas arruinaran mis días de descanso, no señor, eso si que no, acabaría con ellas, de una u otra forma lo haría. Pero cómo, no contaba con nada para hacerlo, no contaba con nada. Ya sé, haría un matamoscas. Pero pensándolo bien eso tampoco serviría, eran tantas que para matarlas tendría que estar más de una semana para poder acabar con todas.
Ahí estaba, sentado sin ni una sola idea. De repente se hizo la luz, ya lo tenía. Como lo había olvidado, que tonto había sido, pero ahí estaba, al alcance de mi mano. Me puse de pie y corrí rápidamente, entré a la casa ignorando a las moscas que habían hecho de mi refugio su morada y andaban felices de la vida. Entré al dormitorio, ahí estaba, al final del bolso, un embase color salmón, que con letras plateadas decía matazancudos. Con esto bastaría, si mataba zancudos también debería matar moscas. Ambos tienen alas y para mí con eso bastaba. Ya estaba, la lucha comenzaría, el día ´D estaba por dar inicio. La lucha por la liberación de mi refugio estaba a punto de partir. Malditos monstruos alados. Pequeños demonios quita refugios, me las pagarían. Ahí estaba yo, armado de coraje y, lo que era más importante, un aerosol matazancudos, no podrían con esto.
Bueno para empezar tendría que cerrar todas las puertas y ventanas, no podía desperdiciar nada del embase ya que solo contaba con uno. Además, todas las moscas deberían estar adentro, ninguna tendría la posibilidad de huir. Todas serían victimas de mí venganza. Pagarían por haberme hecho pasar un mal rato, por quitarme minutos de descanso. Me encaminé al living, hay estaban, no sabían que sus minutos estaban contados, que esos vuelos y zumbidos serían los últimos. Que ingenuas, ya creían que yo las había dejado ganar. Pobres. Todo estaba listo, en mi mano izquierda sostenía mi arma, un aerosol salmón con letras plateadas. Mi dedo induce sobre el atomizador, listo para iniciar su tóxico cometido. De repente recordé que el veneno igual podría ser malo para mí. Tomé una pequeña toalla, la rodee sobre mi cabeza tapándome la boca y la nariz. Ahora si, estaba todo listo, eran solo ellas y yo.
Respiré hondo, observé por últimas vez a mis enemigas y rápidamente di inicio a mí venganza.
Mi dedo cayo con fuerza sobre el atomizador, y una nube toxica comenzó a salir del embase, llenando de un desagradable olor todo el lugar, estaba algo así como poseído, motivado por el hecho de liberar mi refugio de las invasoras, gritando mueran malditas. La verdad que no se cuanto rato estuve así, el hecho es que de repente me di cuenta que ya no salía veneno y que el aire de la sala estaba casi irrespirable. Con regocijo vi como algunas moscas caían al piso muertas. Estaba feliz, por fin lo había hecho. Pero comencé a sentirme mareado, y salí rápidamente al patio. Afuera el aire era fresco y rápidamente el mareo fue dando paso a la alegría. No lo podía creer, las había derrotado, las invasoras morían una a una, y yo las había matado. Tenía que mojarme la cara y tomar algo de agua, así que bajé lentamente al estero, disfrutando del paisaje y de la corta caminata. Dejé que el agua me refrescara, aprovechando su frescura. Luego subí, ahora tendría que barrer las moscas del piso, abrir las ventanas y dormir, nada más que dormir.
Entre a la casa, al abrir la puerta un fuerte olor a matazancudos me recibió. Cerré los ojos y di un paso a ciegas, al abrirlos quería ver el piso lleno de esos asquerosos bichos muertos. El aire aun olía a matazancudos, y con este panorama comencé a abrir los ojos lentamente.
No lo pude creer ahí estaban, todas las malditas, felices, era como si el veneno en vez de matarlas les había dado más vida. Como era posible, qué había pasado. Mis ojos no daban crédito a lo que veían.
Me tapé los ojos con las manos, había perdido. Unas malditas moscas se habían reído de mí, humillado por estos insignificantes y molestos bichos. No lo podía creer. Me di media vuelta, me senté a la entrada de la casa. De ahí podía ver el hermoso valle, mientras a mi espalda, bailaban las moscas celebrando su triunfo. Todo se veía muy lindo, una hermosa tarde.
Pero de algo estaba seguro, la próxima vez que fuera al campo, iría mejor preparado.... "Por si las moscas".....

RODRIGO AL-DUNCE PINTO

Texto agregado el 06-09-2005, y leído por 243 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-05-2006 jajaja, muy bueno, me tenias media decesperada, en un momento sentia angustiada....solo queria llegar al final, para saber que pasaria, incluso pense que te "morias" intoccicado...jaja. bueno, besitos. alice_jane
15-12-2005 Yo le haría una cirugía al texto, con ortografía, puntuación en general.... la idea es buena... ànimo Aspacia
03-12-2005 jajaja....esta entre chistoso y traumatico, me gsuto tu descripcion de la casa, era todo tan sensillo, desde el camino hasta el estero era todo pekeñ y sensillo, me agrado...malditas moscas...son tan tan...wacalas...jajaj.. nefertiti_17
 
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