Amanece. Y la frescura de la inactividad de la noche da paso a una leve luz que va inundando los rincones de la pequeña ciudad. Poco a poco, ésta va despertando, y cada uno de sus habitantes empieza el nuevo día con alegría, pasividad, tristeza o añoranza. Sentimientos múltiples que condicionan el trascurso del día de cada persona. Cada uno va buscando su supervivencia en la jungla de la ciudad, intentando pasar desapercibidos en la gran telaraña que se teje día a día. Por la tarde, las fuerzas van menguando, los cuerpos se van asentando y esperando que llegue el fín, van dejando esa actividad que los agotaba... la luz desaparece y la ciudad duerme; llegó la noche.