Aquella era una noche gris, oscura y lluviosa. Sentada en esa piedra mirando hacia el horizonte que no podía ver por la densa niebla, pensaba en ti, en que forma tan estúpida te perdí. Tenía mi cabeza y mi corazón lleno de pequeños hilos enredados y no sabía cómo desenredarlos y sacarlos uno por uno de mi. Lo poco que podía ver era el reflejo de mi propio ser. Todo tan confunso lleno de nada. Pequeñas gotas saladas como el agua de mar brotaban de mis ojos con dolor, ojos que no podía cerrar. Una mirada fija, parecía estar tan concentrada en algo, pero no, estaba fuera de este mundo, flotando por un inmenso cielo de colores y figuras que sólo moldeaban tu rostro. No lograba salir de allí...me sentía impotente...En mi ser sólo estaban todos esos hermosos pero dolorosos momentos junto a tí...que torpe fuí al dejarte ir. No soporto este dolor y ahora la densa niebla no me deja respirar, y siento que mi corazón está como sin palpitar...Siento escalofrios, los recuerdos me logran sacar una pequeña sonrisa pero en sólo un segundo salen más lagrimas de dolor, porque son sólo eso, recuerdos...y aquí, intentando aceptar que no hay nada que pueda hacer para recuperarte....extrañandote y llorandote...ahora sólo te podré seguir viendo en ese cielo de colores y figuras que moldean tu rostro...