Una opción: Una elección,

existir o permanecer inmóvil,

los años nos presentan un espacio irreversible y

nos impactan en la mente con la avasallante fugacidad del tiempo.

Pensamientos que se duermen en cavernas de incógnitas y

sentimientos que esquivan al mejor conductor de verdades: la razón.

Ciegas ilusiones impulsivas que se estrellan en una muralla de pura realidad.

Venas que transportan furia y

penas que transpiran desamparo.

Las llagas del pasado salpican pánico ante el rumor de revolver en los días.

Permanente batalla entre la memoria y el olvido; equivoco paisaje de ilusorios recuerdos que desbordan absurdas esperanzas; heridas profundas que vuelven a sumergirse, amnésicas, mar adentro.

Realidades que pasean sobre caminitos de luz que se apagan con el paso del cansancio hasta rellenar de sombras el antaño porvenir.

Incomoda soledad que absorbe el instante y busca refugiarse sobre el pecho de esta noche, sin advertir que este lucero de presente lleva el filo del antiguo consuelo.

Sueños que se visten de verdades y

verdades que desvisten sueños.

Sobre el rostro compasivo de si mismo, corren miles de grietas que producen un gesto, gesto que se parece al llanto; llantos que se inundan de tanta tristeza que se vacían de lagrimas, lagrimas que ya no esconden secretos.

Campos de distancia que resucitan la necesidad de unirse nuevamente, brazos que se separan solo para reencontrarse aun con mas fuerza y palabras que se despiertan en el alma para volver a decirse... y para jamás enmudecer.



Agustina