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Anciana blanca busca




Hola Nieves:

Esta semana ha habido mucho jaleo en casa. Han venido los pintores y han estado todo el tiempo arreglando lo de las goteras porque la vecina de encima se quedó dormida en la bañera con el agüa dada. Debe estar mal de la cabeza. Han estado en la cocina hoy y ayer y antes también. No he podido hacerme la comida y se ha puesto pocho lo que había en el frigorífico que ahora huele y no se va. Vaya ruido hacen, se ponen a cantar, no me dejan ver la tele, pero son simpáticos. Hay uno que es moro que será ilegal que lleva toda la oreja llena de pendientes. Le pregunté porqué se había puesto todo eso en las orejas pero no me entendía y se reía. Pensará que soy tonta.

Hija, dame noticias tuyas. Si te hace falta dinero dímelo que yo te mando.

Te quiero mucho, un beso

Engracia.




Hola Nieves:

He estado limpiando la casa de pintura. Las paredes por arriba y el techo no los he limpiado porque me tengo que estirar mucho y lo noto en los pulmones que parece que no pero tiene que ver. He probado a subirme a una silla pero me he dado cuenta de que a lo mejor me caigo. Vaya guarros que son los moros y tampoco me lo han dejado muy bien porque se nota por dónde han pintado. El techo es blanco arroz y la pintura es blanco nieve.

Me han llamado preguntándome por un coche que estaba en la grúa pero se han debido de equivocar.

Cariño, espero que estés bien. Si te hace falta algo dímelo.

Te quiero. Mamá.






Hola Nieves:

Vaya raro que es este verano. Con el sol que hace y he tenido que dormir con dos mantas por encima y ahora tengo los pies helados. Seguro que es por el cambio climático, por todos los residuos activos que se vierten a la atmósfera. Esta mañana he ido al médico y casi me quedo congelada.

Hija, te echo mucho de menos, no sé porqué no das señales de vida. Estoy preocupada porque si no me escribes es que te pasa algo. Pienso que estás con tus problemas y no te atreves a pedirme dinero. Yo no me acuerdo de tu teléfono, lo apunté en un papel pero lo he perdido. El mío era 947 23 98 34. Te lo doy para que me llames.

Muchos besos mi niña.

Mamá.




Ha debido de equivocarse al escribir la dirección de correo, yo no soy su hija Nieves. Al volver de viaje me he encontrado en el buzón tres cartas enviadas por usted, incluido una que contenía 335 euros, que le devuelvo. También le devuelvo las cartas por si quiere volver a mandarlas.

Lamento la confusión y perdone por abrir los sobres. Espero que se pueda poner en contacto con su hija.

Un saludo.





Hola Nieves:

¿Has estado de vacaciones?. Espero que no hayas ido a la playa porque en las costas hay más cambio climático y te puede salir cáncer con el sol. ¿Estás morena? Me alegro mucho de que estés bien pero no hace falta que me des el dinero. Yo no me lo voy a gastar y el dinero devalua si no se gasta. Gástatelo tú en lo que quieras.

Hoy me he caído al subirme a la silla para limpiar la pintura. No me he hecho nada, no te preocupes, el dolor se me pasa con calor. Ya sabes que las viejas nos partimos la cadera, pero esta vez no lo ha querido Dios. A ver si la próxima vez hay más suerte. No hija, que es broma, que ya bastante tengo con lo que tengo.

Me alegro mucho de que me hayas escrito. A ver si me mandas fotos del viaje.

Te quiero mucho.

Un beso. Mamá.






Hola Engracia:

Querida señora, yo no soy su hija. Mi madre murió hace dos años. Siento muchísimo la confusión y siento que esta carta pueda decepcionarla, pero tiene que entender que YO NO SOY SU HIJA NIEVES. Yo me llamo Paula y no he estado de vacaciones, soy comercial y viajo por motivos laborales, nada más.

Por favor, no me envíe más dinero. Siento de nuevo haber leído una carta que no era para mi.

Disculpas.




Hola Nieves:

Ay hija. Tu madre es más terca que el del bigote y tú también eres muy terca. No podía ver esas manchas de pintura, sobre todo en las ventanas, me ponía mala solo de mirarlas. Y mira que yo lo sabía. Al final me he caído de la silla y no me he partido la cadera pero me he debido empeorar lo del pulmón porque he empezado a escupir sangre y no podía respirar. Al final sí que he podido respirar pero no me podía mover. Menos mal que al final me he podido levantar y llamar a la vecina y su hijo me ha llevado en el coche al hospital. Bueno, que no ha sido nada. Pero tengo que hacerme pruebas porque se me va la cabeza y me mareo. Hoy me han dado el alta, por eso te escribo ahora, perdona que haya tardado.

Me alegro de que no necesites dinero con un empleo tan importante pero deberías irte de vacaciones. Te noto muy seca en las cartas y eso es por el estrés. El dinero era un regalo, hija mía, aunque no lo necesites no me parece bien que me lo devuelvas. A ver si este te gusta.

Mamá.




Doña Engracia:

Yo no soy su hija Nieves. Me llamo Paula y no la conozco.

Como parece que esto le es del todo indiferente sólo me queda agradecerle el bordado aunque no sé para qué puede servir. Me gustan mucho las flores, las rojas, las amarillas, las azules, todas y cada una de estas meticulosas construcciones de hilo fino. Se nota una gran habilidad para una mujer de tan avanzada edad y mucha ternura, como si me lo hubiera hecho mi madre. Pero claro, eso no puede ser porque está muerta.

Gracias por el consejo, procuraré relajarme, quizás mandando al paro a 24 empleados que dependen de mi continua supervisión. Si quiere, puedo invitarla a la próxima convención de mi empresa. Vaya preparando la ponencia sobre riesgos laborales.

Mientras tanto, usted procure abandonar esa persistente costumbre de subirse a las sillas. Yo me quitaré la costumbre de leer cartas que no me corresponden.

Cuídese.






Nieves:

Tú te crees que yo soy tonta tú te crees que chocheo tú te crees que soy una cosa que estorba y que me puedes tratar como a uno de tus empleados. Pues entérate. Mientras no me fallen los pulmones o hasta que me rompa la cabeza al caerme de una silla, porque me subiré a las sillas cuando me de la gana, yo soy tu madre y te llevo ventaja. Te conozco mejor que tú misma, que yo me entero muy bien de lo que te pasa.

Al principio me alegré cuando supe que tenías un empleo tan importante. Ahora no sé qué pensar, me empiezan a cuadrar muchas cosas. Esos aires de grandeza y esa forma de hablarme con ese retintín. Ya desde pequeña eras bastante presumida pero nunca pensé que llegaras a presumir de poder despedir a gente. Pues no eres nada por poder despedir a gente. No eres nada. No me has venido a ver en siete años. ¿Tanto tiempo te lleva atender a 24 empleados que no te queda tiempo para venir a ver a tu madre con lo que debes de viajar por todo el mundo? ¡Vivimos al lado!

Hasta ahora me había aguantado por no ponerte en evidencia. Pero ahora no me lo callo. Una mala hija no es una buena mujer.

Te voy a dar el gusto. Te voy a dejar de mandar más cartas que no te corresponden, como dices tú.

Mamá.




Nieves:

Te quiero mucho y no creo que seas mala hija.

Hoy me he desmayado al bajar las escaleras y me han llevado al hospital pero he comido chocolate y estoy bien aunque me noto cansada.




Querida Engracia:

Siento mucho la forma en la que me dirigí a usted. No se lo merecía. Comprenda que para mí esta situación es bastante incómoda y no tengo la certeza de que no me estén gastando una broma de mal gusto. Si esto es una broma, le ruego, sea usted quien sea, que se detenga o pondré una denuncia por acoso. Tengo formas de verificar la autenticidad de estas cartas.

Y si usted realmente es una anciana que cree ser mi madre le agradezco de todo corazón el haber dedicado su tiempo al regalo que me hizo. Lo tengo guardado, no lo he tirado. También le pediría que se acogiese a un programa de asistencia social. No es bueno que una señora de salud frágil y con tendencia a subirse a las sillas esté sola todo el tiempo. He pensado en un servicio doméstico llamado Atocha Hogar. Llame a este teléfono para informarse: 91 433 06 26. No se preocupe, no es un asilo. Es personal especializado que se encarga de acompañarle en su propio domicilio. Yo corro con los gastos y me encargo de todo. Sólo espero a que usted dé el visto bueno.

Ya que no puedo ser su hija, considéreme su Seguridad Social de la Guardia.




Querida Nieves:

Hoy me he levantado por la noche porque creía que había nevado. Pero en pleno verano no puede ser, así que me he vuelto a acostar. No es que me vaya mal la cabeza, es por el cambio climático. Lo habré soñado.

No voy a llamar a ese teléfono y ya te digo que le doy el visto malo a lo de Atocha Hogar. Quieres pensar que el problema, porque yo soy un problema, está arreglado mandando a 24 enfermeras revoloteando por aquí y estorbando como si fueran tus 24 empleados. Con lo lista que eres ya sabes que te quiero a ti. Haz lo que te de la gana que ya eres mayor y yo no quiero reñir.

Te quiero.

Mamá.




Querida, está bien, mamá:

En parte para convencerme de que no es usted un bromista haciéndose pasar por una anciana que padece una especie de alzheimer selectivo que elimina cualquier información contraria a la hipótesis de que yo soy su hija y, en parte porque quiero conocerla, me gustaría ir a visitarla este fin de semana. Creo recordar que me dio su teléfono en una de las cartas que le devolví pero no tomé la precaución de apuntármelo. Mi teléfono móvil es: 656 896 320, llámeme en cualquier momento.

Si la dirección de su remite es la correcta iré a su casa el sábado a la hora de comer, ¿le parece bien?. Yo llevo la comida.

Sólo espero que no se decepcione si al final no reconoce en mí a su hija. Sería una pena perder dos madres en menos de dos años aunque no sé porqué le digo esto si su alzheimer eliminará todo este párrafo y lo mismo podría hablarle de las morcillas de Burgos o del aprendiz de Rubens o de si Zidane está más guapo con entradas.

Un abrazo fuerte.

PAULA.
Por lo menos, apréndase mi nombre.




Querida Nieves:

Esta mañana se me ha caído un colgante con una perla de verdad al patio cuando estaba recogiendo la ropa. Se lo iba a decir a la portera. Al final no le he dicho nada porque no quiero deberle favores. Anda todo el tiempo quejándose de los vecinos y te mira mal cuando sales del ascensor, parece que la estás estorbando todo el tiempo. Yo la conocía cuando tenía tu edad y era muy simpática y muy vivaracha y siempre tenía la casa llena de gente. Luego la pusieron de portera, se quedó viuda y ahora ni me saluda. Ni siquiera sabrá quién soy. Ya ves. Espero no volverme así.

Gracias por querer venir a visitarme aunque no sé porque te ha dado ahora por venir después de tanto tiempo. No quiero que pienses que estorbas en esta casa, esta casa es tu casa, pero prefiero que no vengas. La intención me basta y tú estarás ocupada. Para mí resulta más fácil así y yo no te pido más.

Nieves, he leído lo de las morcillas de Burgos y las otras cosas. Todo lo que me dices me importa porque te quiero y además te quiero mucho y ya está. Parece mentira que tenga que explicarte esto con lo fácil que es y lo lista que eres.

Sí que eres lista. Lo estás haciendo muy bien, hija mía.

¿Qué crees que puedo hacer con lo del colgante?

Un beso.

Mamá.




Hola Mamá:

Tengo un compañero que se parece a tu portera. Tiene la mitad de años y está el doble de amargado. Le he pedido que me deje pedir una semana de vacaciones en noviembre para poder coincidir con Luis en Barcelona. No tenemos otro momento libre hasta navidad. ¿Te acuerdas de Luis?. Es muy buena persona, nada que ver con lo que me rodea todos los días. Necesito respirar. Me asfixio.

Volviendo al tema. También es que yo soy tonta. Sabía que estaba esperando la oportunidad para joderme y se lo he puesto en bandeja. Por supuesto, ha ido enseguida a pedir primero justamente esa semana de vacaciones. ¿Se puede ser más infantil?. Me han dado ganas de darle un puñetazo pero en vez de eso me fui a llorar al baño dando a la cadena del W.C. con las bragas bajadas para disimular. Bastante patético, ¿verdad?. Si lo piensas, tiene gracia, parece el guión de una comedia americana. Al final la loca voy a ser yo.

No dejaré que me vuela a humillar más ese hijo de puta. Le haré la vida imposible y ni siquiera se va a dar cuenta.

No me hagas caso.

Mamá, lo que no puedes permitir es que esa mujer sea tan desagradable sin más consecuencias y tú quedarte sin colgante. Habla de ello con los vecinos, seguro que les pasa lo mismo y si la vecina se queda con tu colgante diciendo que es suyo, tendrás personas que te crean. A veces es mejor pedir ayuda a tiempo que esperar a que los problemas te superen creyendo que uno tiene recursos de sobra para afrontarlos.

Pero qué te voy a contar a ti.

Un beso.

Nieves.

Texto agregado el 28-09-2005, y leído por 227 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
14-03-2008 ESPECTACULAR! colomba_blue
14-10-2005 Como siempre, genial. Desdentado_Daroca
 
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