EL CULO DE BOLIVAR

Palacios!!!!! rugió con su vozarrón
de ogro constipado el editor de
"La Esponja".

Los dos escritores, los cuatro
gacetilleros y el mensajero que
abarrotaban la diminuta Sala de
Redacción esperaban ver al Poeta
Palacios salir por enésima
vez con su sonrisa fingida que
todos ya sabían que era falsa
de toda falsedad, limpiar su
escritorio y marcharse al Bar
del Negro González Prieto a
clavarse el décimo aguardiente
de antes del mediodía.
Y ya se estaban concertando las
apuestas sobre cuántos días
pasarían esta vez antes de que el
editor lo llamara rogándole que
volviera y prometiéndole un
aumento sustancioso para recuperar
su editorialista estrella.
Pero al salir el Poeta Palacios no limpió
su escritorio. Tomó su libreta de apun-
tes y su lapiz Mirado número dos y
anunció simplemente que estaría
en lo del Negro González Prieto y que
si lo llamaban dijeran que no estaba.
En el Bar del Negro González,
mientras se devanaba los sesos
tratando de encontrar algo jocoso
o ridículo que apreciaran los lectores
del semanario humorístico más leído
en Santa Fe de Bogotá, elevó a
treinta pesos la cuenta del crédito

que le concedía el Negro González.
Después de cuatro tragos con las
consabidas rodajitas de limón de
Otanche observó, divertido, cómo
la cuadrilla de las Obras Municipales
retiraba la lona y el enorme tenderete
con el que habían cubierto la estatua
del Libertador en plena Plaza de San
Carlos y revelaban el cambio de la
estatua que ahora en vez de
señalar directamente al Bar del Negro
González Prieto señalaba al Palacio
de Gobierno.

No sin antes agradecer en el alma
y con la tripa aguardientera al
Negro González, el Poeta Palacios
salió a toda máquina rumbo a
"La Esponja", en cuya columna del
sabado, después de sacarle pelos
a la torpeza y chambonería de los
empleados de Obras Públicas que
habían manoseado impúdicamente
hasta los más sagrados recovecos
del cuerpo broncíneo del héroe,
remató con la siguiente cuarteta:


Bolívar con disimulo
y sin faltarle al respeto
decidió mostrarle el culo
Al Negro González Prieto.


El sábado a las dos de la tarde, cuando
ya había empezado a circular
"La Esponja" y el Poeta Palacios
arrimó donde el Negro González a
clavarse el tercer aguardiente
de la tarde, el dueño del Bar
le juró que nunca más le volvería
a dar crédito etílico en su
establecimiento a menos que el
sabado siguiente escribiera una
retractación de semejante falta
de respeto al Libertador.

El sabado siguiente el Poeta Palacios remató su columna con la siguiente rectificación:


Bolívar con disipeto
y sin faltarle al resmulo
decidió mostrarle el prieto
al negro González Culo.