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 “Brindemos por lo que siento,
 que ya es muy evidente,
 y que es lo mismo que tu callas, princessa,
 frente a la mirada de la gente”
 Adan.
 
 I
 
 En el lujoso salón de la noche encantadora
 al son de traviesas soflamas
 tus ojos y los míos
 muy juntos bailaban.
 ¡Cuánta alegría ardía en mis ojos!
 ¡Cómo mis ojos buscaban los tuyos!
 ¡Cómo los tuyos seducían mi alma!.
 Saria sonreía en su trono ancestral
 y las estrellas extendían resplandecientes velos
 sobre nuestro tímido romance otoñal
 como delicadas auras de consuelo.
 Escapamos del miedo, viejo tirano,
 por el antiguo pasillo de la complicidad,
 y bebimos el hechizo de la misma botella
 distrayendo al cancerbero de nuestra soledad.
 Tiernamente desenredamos
 los prolongados hilos de la ausencia
 alentados por el licor dulce
 de nuestra seductora presencia
 y sin hacer caso
 al llanto del reloj
 Tu en mis letras, yo en tu sangre
 inventábamos la fábula de los dos.
 
 Respirando suavemente las canciones
 en que se mezclaban los alientos
 abandonamos las prendas
 para nadar en los cuerpos
 Precioso Espíritu de las Aguas
 Aljófar divino de mis sueños
 fuimos música, fuimos viento,
 fuimos luna, fuego y cuento.
 
 II
 
 En el salón demacrado de la noche moribunda
 tras nuestro hermoso sueño lustral
 mística la confusión, en los dos
 sus garras vino a enterrar
 ¡Cuánto horror se asomaba a mis ojos!
 ¡Cómo mis ojos buscaban los tuyos!
 ¡Cómo los tuyos condenaban mi alma!
 Era tarde, y ya sin los nocturnos velos estelares
 el amanecer retiraba el bastidor del aire sucio
 y se abría paso, reluciente,
 embellecido por el perjurio
 que, entre nuestro pequeño festín
 disfrazado de lumínicos colores,
 sin acaso saber cómo,
 ¡viejo brujo, raptó nuestros frágiles amores!.
 Una nube fría envolvió mi deseo
 y ahogado en congoja tu aliento cesó,
 y el magnífico hechizo que nos uniera
 antes del alba nos abandonó.
 Quedó así nuestro romance
 como sol que ya no brilla
 pues la fantasía que vivimos
 ¡transformóse en pesadilla!.
 
 Las cenizas de nuestro idilio fugaz
 a los ojos de los astros a dar fueron
 quienes con agudo grito de espanto
 a los pies de la tristeza enceguecieron
 Sagrada ruta hacia el olvido
 es la embriaguez de la dicha
 detrás de la cual esperan
 ¡ay! sigilosas, la apariencia y la desdicha.
 
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