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		| "¿Cómo haces tú para que tu corazón quepa tan bien en el mío?"
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 Amagüita se levanta la falda hasta mitad de sus muslos.
 
 
 
 - Quédate así Amagüita - le imploro y voy a buscar agua con los ojos - quédate así - le repito.
 
 
 
 Eso fue hace muchos años, ocurría en las afueras de un pueblo. Encontrábamos agua a montón. Amagüita era fenomenal. La cosecha siempre se hacía buena y la caza también. En las noches llovía lluvia de Amagüita.
 
 
 
 En esa época quería ser tantas cosas para cuando fuera mayor, pero esa fue mi época de oro, al mudarme a la ciudad no encontré a una sola Amagüita por allí. Todas se subían la falda completa o no se la subían, pero ninguna era capaz de subírsela por la mitad y, en lugar de hallar aguas, encontraba sed.
 
 
 
 Coloqué una bomba en el Palacio Legislativo y regresé a mi pueblo natal. Amigüita allí me esperaba todavía, más mujer, y continuamos nuestros juegos. A pesar de que se pudiese creer que yo tenía "más experiencia" debido a mi viaje a la ciudad, los mejores trucos del mundo eran los de Amagüita.
 
 
 
 Amagüita era inteligentísima, se había hecho la loca y la enferma para que no la casasen con nadie y se aprendió de memoria hasta el último arbusto de los confines del pueblo, el significado de los frutos, y había aprendido a ver el futuro en los movimientos de los cangrejos de río.
 
 
 
 En las noches de Luna era hermosa como nunca. Y en las noches sin Luna se convertía en un ser más hermoso que una Virgen y se movía. Los bichos de la selva gritaban todos entonces todo alrededor.
 
 
 
 Entonces me mudé a una cueva, en la montaña que con su espalda linda con el mar. Se me dio por muerto y desaparecido.
 
 
 
 Amagüita: la mejor amiga que he tenido jamás.
 
 
 
 
 
 (estas hojas ya están viejas - no, todavía no me las voy a comer)
 
 
 
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Texto agregado el 08-10-2005, y leído por 160 
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