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		| Cinco días se sucedieron con una lentitud constante que pasó rapidito.
 Laura estaba recostada en el coche; yo estaba en el chinchorro y Joaquín dormía profundamente y las olas eran tu vientre. Desde lejos las gaviotas te picaban y yo esperé los truenos en la noche que vinieron. El viento pasando por entre las espinas de los cactus sirvieron para rascarte y yo esperé por la salida del sol que también vino.
 
 
 
 Desde otra parte siento que dejas la sábana de lado y desde el chinchorro veo cómo en el cielo se forma como un fieltro de nubes cunilungas.
 
 Viene un maremoto acompañado de un terremoto y no sé dónde debo estar.
 
 
 
 Llega la policía, respondemos en susurros.
 
 
 
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Texto agregado el 08-10-2005, y leído por 174 
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