Los montes del arcoiris
se están haciendo sombríos,
no hay frutas para refrescar
en este calor reseco,
en este calor sin frío.
Yo con mi alma lejana,
perdido en el magno río,
esta tierra que se abre
ante los embustes del tío,
no tiene asegurado nada
ni nada le pertenece,
todo es ya del tío.
No se respira a gusto
los márgenes del río bravío
ni se recuerda esa cosa
llamada libre albedrío.
Se ama a medias,
se come a deshoras,
se hace el amor a fuerzas.
Yo me empapo de todo esto
sentado en un monte del arcoiris
perdido entre el magno río
y una huerta de naranjas
que, apenas descubro y río.
Una fruta que pospondrá la sed,
porque la sed aquí nunca termina.
Me empapo más y más
del american way of life,
de las nubes artificiales
y de las naranjas del aguadal.