En cierta ocasión encontrándome yo estudiando ingles en una renombrada escuela del norte de Londres, tuve un compañero de estudios iraní.

El iraní era simpático, aunque hablaba demasiado y a veces resultaba algo pesado.

De lo que más le gustaba hablar era de sus pertenencias.

Contaba que en Irán su padre era un prospero comerciante y que tenían mucho lujo, varios autos, y en esta parte siempre se explayaba describiendo modelos y marcas. También una casa grande e infinitas cosas más.

También contaba la gran cantidad de dinero que su padre le había depositado en un banco para sus estudios en Londres.

De lo que nunca habló y que yo por educación, jamás le dije, era de lo que él verdaderamente poseía...

Bueno, además de un evidente ego grandote, él poseía diariamente y sin excepción un terrible olor a transpiración que emanaba de sus axilas.


++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Autor: Graciela Mariani
Lunes 17 de Junio de 2002